Nuestro sistema democrático tiene un ingrediente fundamental que lo dota de gran legitimidad: la participación de la ciudadanía en los procesos electorales y, ahora, en ejercicios de participación ciudadana. Respecto al primero, el Instituto Nacional Electoral (INE) cada vez que hay elecciones en nuestro país, ya sean federales o locales lleva a cabo todo un escrupuloso proceso para que la ciudadanía participe en elecciones. Me explico.
El INE instala determinadas casillas electorales de manera proporcional al número de electores que existen en cada sección electoral, en cada distrito y en cada entidad federativa. Tan solo en la pasada elección del 6 de julio en la que se instalaron poco más de 162 mil casillas electorales, requirió del nombramiento de 1 millón 462 mil 672 personas entre propietarios y suplentes para atender a la ciudadanía que asistió a votar en dicha jornada electiva.
El proceso de elección de personas que fungen como funcionarios y funcionarias de casilla consta de dos procesos de sorteo aleatorio denominado insaculación. En la primera insaculación, se selecciona de la lista nominal al 13% de personas tomando en cuenta el mes sorteado por el Consejo General del INE, su máximo órgano de dirección. En la segunda insaculación, el Consejo General sortea la primera letra del apellido paterno. Así, las personas sorteadas son visitadas en sus domicilios, invitadas a participar y capacitados por los capacitadores asistentes electorales del INE.
Las funciones que realizan nuestros vecinos y vecinas al frente de las casillas no es menor, toda vez que, entre otras, tienen las siguientes responsabilidades:
· La instalación y clausura de la casilla;
· Atender a la ciudadanía que asista el día de la jornada electoral, verificar que es la persona que porta la credencial de elector y que aparece en los listados nominales para que se le permita ejercer su voto;
· Vigilar que las personas voten en orden y en secrecía al emitir su sufragio;
· Preservar el orden en el desarrollo de la votación;
· Realizar el escrutinio y cómputo de la casilla, con la presencia de los representantes de los partidos políticos;
· Fijar en un lugar visible al exterior de la casilla los resultados del cómputo de cada una de las elecciones que hayan tenido lugar
· Conformar los paquetes electorales y remitirlos a la instancia electoral correspondiente, etc.
Estas importantes atribuciones referidas en la legislación electoral son el soporte fundamental en que se desarrolla la jornada electoral que, como podemos observar, esta sustentado en nuestros propios vecinos y vecinas, lo que ha garantizado que las elecciones sean hoy un auténtico referente democrático.
Ahora bien, este año por primera vez a nivel federal se llevó a cabo un ejercicio de democracia directa denominado Consulta Popular que tuvo verificativo el pasado 1ro. de agosto. Para ello, el INE, con base en los lineamientos que emitió al respecto, instaló poco más de 57 mil mesas receptoras de opinión y se apoyó en las y los funcionaros que atendieron justamente las casillas electorales el 6 de junio.
Esto significa que varios de nuestras vecinas y vecinos en este año tuvieron una doble responsabilidad. Por un lado, sacar adelante la elección más grande que México haya registrado toda vez que, entre otros aspectos, estuvieron en disputa más de 20 mil cargos de elección popular y, por el otro, atendieron por primera vez a nivel federal un ejercicio de participación ciudadana.
En ambos ejercicios mostraron gran profesionalismo, dedicación y entrega y gracias a ellos nuestro sistema democrático se consolida, se legitima desde la ciudadanía misma y asegura que el voto para una elección constitucional o bien, nuestra opinión para un ejercicio participativo se cuente correctamente y en ellos depositamos nuestra plena confianza.
Vecinas y vecinos gracias por su participación.