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El sello de la casa

La administración del presidente López Obrador llega con la gran esperanza de moralizar un país dominado por un sistema político viciado. Rodolfo Aceves

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Escrito en OPINIÓN el

Cada administración de gobierno tiene una forma peculiar de gobernar, que lo caracteriza para la posteridad.

La administración del presidente Gustavo Díaz Ordaz se caracterizó por la creación de empresas públicas y políticas populistas. Esta administración comenzó a ver el esbozo del modelo neoliberal en el mundo, pero no alcanzó a prosperar su inclusión en nuestro país.

Mientras que las administraciones de José López Portillo y Miguel de la Madrid fueron etapas de crisis. En el primero, con la nacionalización de la banca, mientras que, con el segundo crisis tras crisis económica.

Curiosamente fue en la administración de Miguel de la Madrid cuando se institucionalizó la presentación del Plan Nacional de Desarrollo y la creación del concepto y las políticas públicas de seguridad nacional, la cual, fue absorbida por completo por las Fuerzas Armadas.

En la administración del presidente Carlos Salinas de Gortari hubo un intento por impulsar al país al primer mundo, con la firma del Tratado de Libre Comercio, pero el retroceso democrático al que el país había estado sujeto y las políticas sociales, provocaron el estallido de la insurgencia en Chiapas.

Además, se creó el Instituto Federal Electoral, se adelgazó la estructura burocrática y la oposición comenzó a ganar terreno en el ámbito político, cuando el PAN ganó su primera gubernatura en el país.

Al presidente Ernesto Zedillo le tocaron tiempos difíciles con la crisis de 1994, pero el sistema político mexicano ya estaba en decadencia, con un modelo político agotado y explotado en los últimos 60 años, el hilo se rompió por lo más delgado y el PRI no tuvo más remedio que entregar el poder en el 2000.

Las esperanzas de cambio político, económico y social llegaron con Vicente Fox Quesada, pero poco a poco la desilusión salió a relucir, por las impericias de una administración mediocre y torpe.

Luego vino la administración del presidente Felipe Calderón Hinojosa, en donde el sello de la casa fue el aumento desproporcionado de la inseguridad, el desgaste de las Fuerzas Armadas.

La característica del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto fue la corrupción y la continuación de la inseguridad, en el que la primera no ha sido castigada y la segunda continua su permanencia sin poder ser erradicada.

Hoy la administración del presidente López Obrador llega con la gran esperanza de moralizar un país dominado por un sistema político viciado, en donde creció y se forjó; en el que la 4T difícilmente podrá cumplir sus propósitos en un sexenio y cuyo principal impulsor se dedica la mayor parte del tiempo a desprestigiar o descalificar a sus críticos, justo en medio de una de las peores crisis sociales, económicas y de seguridad, con altos índices de impunidad y con un escándalo de corrupción que pondrá a prueba el talante de la transformación.