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El río revuelto del 2015

En ese río revuelto llega la ciudad de México a un 2015 que ha sido configurado en gran medida por los imponderables.

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Escrito en OPINIÓN el

 

Hace unos días leí con gusto un texto de Soledad Loaeza publicado en Nexos, titulado “Discurso por la discontinuidad en la historia” (http://bit.ly/1BVXgoO). El artículo toca un punto fundamental de la política: el papel que en ella juegan el azar y la contingencia, su carácter reactivo frente a los acontecimientos inesperados, en suma,  su naturaleza discontinua.

 

Leyendo a Loaeza recordé lo que me dijo un viejo maestro: “la política es el arte de los imponderables”, así la especulación y la planeación pierden terreno frente a la capacidad para responder a lo inesperado. Después de la elección de 2012, el camino de la ciudad de México parecía sólidamente pavimentado.

 

Presenciamos la continuidad de una coalición de partidos, e incluso de un proyecto de gobierno, que se levantaron con una histórica votación que en el caso del jefe de Gobierno alcanzó arriba del 70% de las preferencias; con ello, la elección de una apabullante mayoría absoluta de los partidos de izquierda en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y la reducción de la oposición a su mínima expresión en tres lustros de elecciones democráticas.

 

Los acontecimientos se impusieron. Con la calidad argumentativa que le caracteriza, Loaeza escribe sobre la historia política del México del siglo XX, algo que sirve como corolario a lo que ha pasado con la ciudad entre 2012 y 2015: “La irrupción del azar que modifica una trayectoria que se creía inalterable, el peso de la contingencia sobre la realización de un proyecto y la incertidumbre inherente a todo proceso de toma de decisiones”.

 

A la elección del 2012 le siguieron las protestas del 1º de diciembre de ese año, la fallida participación del PRD en el “Pacto por México”, los escándalos de corrupción de jefes delegacionales en la ciudad, el caso Heaven y las protestas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, entre otros muchos eventos imprevisibles. La incertidumbre sobrepasó a la administración local, la otrora poderosa coalición se rompió y el partido gobernante se aisló de sus aliados tradicionales.

 

Las nuevas alianzas con el poder federal parecieron abrir un camino prometedor, originando la posibilidad de tener mayores recursos para la ciudad e incluso de avanzar en temas de mayor calado, como la siempre postergada Reforma Política del Distrito Federal y el aumento al salario mínimo impulsado desde el Antiguo Palacio del Ayuntamiento.

 

La tragedia de Iguala prendió fuego al recién inaugurado puente. El “Pacto por México” se transformó a los ojos de la opinión pública en lo que María Amparo Casar llamó un pacto por la impunidad. El desplome de la imagen presidencial –derivado de su pasmo frente a la violencia, las desapariciones y los escándalos de corrupción que envolvieron a su propia familia– elevó a un nivel insospechado el costo de la cercanía con el PRI.

 

La oposición capitalina, imbuida también en lodo de la corrupción, en la inercia de los acuerdos y desacostumbrada a hacer política con la sociedad, ha sido incapaz de articular una estrategia de reposicionamiento. Movimiento Ciudadano y PT, el primero con mucho más éxito, aún recorren el difícil tránsito entre el acuerdo y la construcción de un proyecto independiente para la ciudad de México. Los espacios perdidos en gran medida son capitalizados por el recién creado partido Morena y la apuesta para la gobernabilidad de la ciudad, pareciera ser el entendimiento cupular con López Obrador. Pero los escenarios ya mostraron su volatilidad y rumbo al 2018, él y sus seguidores podrían tomar una multiplicidad de caminos.

 

En ese río revuelto llega la ciudad de México a un 2015 que ha sido configurado en gran medida por los imponderables; pero también –como apunta Soledad Loaeza al hablar de historia contemporánea– no fue sólo el azar, sino el resultado de una serie de decisiones, de actos de libertad de los actores políticos, lo que llevaron a que estemos frente a la posible discontinuidad del proyecto político progresista más importante de nuestras últimas décadas.

 

@r_velascoa