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El reino de la pintora Teresa Oaxaca

¿Cuál es el lugar de una muñeca en la vida de una niña? | La hipnótica pintura de Teresa Oaxaca irrumpe y nos habla desde una infancia | Lee a Teresa Priego

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Escrito en OPINIÓN el

La simple observación revela la belleza, y la belleza con frecuencia se encuentra en lo que no es convencional

Teresa Oaxaca

Infancias

La hipnótica pintura de Teresa Oaxaca irrumpe y nos habla desde una infancia, desde su reino habitado – sobre todo – por niñas, adolescentes, mujeres jóvenes y muñecas que emergen cada vez como un alter ego.

En busca del tiempo perdido, escribió Proust. El tiempo enigmático de la infancia. Las memorias de los primeros años son fugitivas; idealizadas, vilipendiadas. Las emociones que acompañaron las vivencias permanecen, aunque con tanta frecuencia no logremos recordar a qué escenas específicas acompañaron. El enigma: “¿Quién fui?” ¿Quiénes fuimos?”. Entonces, una artista imagina, inventa, recrea. Una infancia decimonónica. Una no vivida infancia victoriana.

En una entrevista con Christine Egnosky, Teresa revela su primera fascinación ante un calendario con obra de Miguel Ángel, después, a los 17 años, ante una exposición de Leonardo Da Vinci.

Más tarde una nueva revelación: la película “Alice” (“Something from Alice”, 1988) de Jan Svankmajer, una adaptación de la novela de Lewis Carroll. La película transcurre entre la actuación (una niña de la realidad) y el dibujo animado (la niña ya luce como una muñeca). En la obra de Teresa lo humano y lo inanimado se entrecruzan de una manera que casi podríamos preguntarnos cuál es cuál. ¿Acaso podrían ser intercambiables? ¿Espejos? ¿Acaso esa niña se vivió alguna vez cumpliendo la función de la muñeca de alguien más? 

La infancia como protección

Un universo barroco. Muy nostálgico. Muñecas, flores, frutas, pelucas, teteras y tacitas de porcelana. Arlequines. Máscaras venecianas. Personajes distantes. Ajenos. Sufrientes, a veces. Humanas muñequizadas, muñecas humanizadas. No hay lugar en su obra para el espacio vacío. Un orden meticuloso en ese caos aparente.

¿Cuántas horas, cuántos días para acomodar con minucia los objetos? Definir – antes de comenzar un cuadro –  dónde “cae” o se desliza cada objeto, así, como por accidente. Si una observa detenidamente la pieza está en el lugar indispensable.

La recreación del mundo de la infancia como una protección. Un conjuro. A través de sus fetiches de porcelana. Un reino absoluto, volcado hacia adentro de sí mismo.

El escenario abigarrado batalla contra el desamparo, y lo revela. Me recuerda esa canción maravillosa de Janis Joplin: Little girl blue, en donde se describe a una niña tan solitaria que sólo puede constatarse contando sus dedos. La pregunta surge: “¿Qué más podría hacer?”. Cantar, en la vida de Joplin.

La respuesta a la manera de Teresa: tomar con esos mismos dedos un pincel e inventarse un mundo. Ordenar la infancia, pareciera. Apoderarse de un reino imaginario. Llenar la soledad de presencias oníricas. Arroparse en femineidades con pelucas, trajes victorianos. Teresa Oxaca colecciona vestidos y muñecas del siglo XIX. 

Cuando una persona viene hacia mí, ocupa un espacio en mi mente, acomodo desde allí hasta que con exaltación veo y tengo una idea. El diseño es de ambas maneras: planeado e inconsciente. Por esa razón me rodeo con trajes victorianos y barrocos

Los emblemas de las femineidades

Esos vestidos llegan hasta su armario, inmersos en una historia que ignora y la precede. Como las historias familiares. Y viste esos trajes como si pudiera aprehender la historia ignorada de las mujeres que alguna vez anduvieron las calles con ellos. La que nunca va a ser dicha.

Por eso sus pinturas son una colección – también – de preguntas fundamentales que dan vueltas en un claustro. Cerrado. Los emblemas de las femineidades se imponen. Su entorno vital es como sus cuadros (y viceversa), y cuando expone: posa junto a sus pinturas vestida de personaje ella misma, como en un laberinto de espejos.

La loca del desván. La escritura y la imaginación literaria, es una obra de Sandra M. Gilbert y Susan Guban, en ella trabajan a las escritoras del siglo XIX: Jane Austen, Charlotte Brontê, Emily Dickinson… analizan esas femineidades cautivas, escribiendo historias de femineidades cautivas, que anhelan vivir otros mundos. Pienso así en Teresa Oaxaca, como una extraordinaria: “Loca del desván”, en pleno siglo XXI.

Su obra y su personalidad me cautivan. Una siente que podría mudarse a sus cuadros. Permanecer allí, junto a esos personajes congelados en el tiempo. Tomar una taza de té. Maquillarse el rostro y abrazarse a un arlequín. Hasta que esa memoria remota que no llega, nos ofreciera su presencia.

Navegar tantas preguntas distintas según la historia personal. Comparto algunas de las que me provoca: ¿qué es la femineidad? ¿La pregunta es en singular o en plural? ¿Cuál es el lugar de una muñeca en la vida de una niña? ¿La amiga imaginaria? ¿Alter ego? ¿El antidoto contra la soledad?  ¿Un objeto transaccional? ¿Un fetiche? ¿Todo junto? El lugar de las femineidades del siglo XIX en la construcción de las nuevas femineidades. Y, ¿qué sucede cuando una niña es/fue, la muñeca de su mamá? Animada-inanimada. A veces muñeca, a veces humana.

@Marteresapriego | @OpinionLSR | @lasillarota