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El proyecto de nación del PRIAN

Meade es solo una pieza más en la estructura de un grupo de poder que se ha encargado de dejar en las penumbras a México |Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

La noticia de la asunción de José Antonio Meade como candidato a la presidencia por el revolucionario institucional, se recibió como la crónica de una candidatura anunciada.

Para muchos medios el destape fue como el anunció de la fiesta que viene y más de un comunicador no pudo ocultar su júbilo por ello.

La decisión tomada por el presidente Peña Nieto, tampoco fue algo de lo que el revolucionario institucional tuviera empacho en maquillar, pues tanto la dirigencia priista como los medios de comunicación, fueron comparsa del proceso de asignación del candidato, el cual nos devolvió a la era del culto, al ritual del dedazo y el juego del tapado.

Personalidad apolítica aparente


Por su puesto que habrá quien suponga que la asignación de José Antonio Meade justifica cualquier ritual, pues el exfuncionario tiene como principal característica no ser político, esto en el entendido de que los políticos no gozan de buena reputación entre la opinión pública, sin embargo, el partido que lo postula, encarna precisamente todo lo que a un político mexicano se le puede recriminar.

Pero es precisamente esa independencia y esa personalidad apolítica aparente, en donde radica la maquinación que está de tras de la asignación de Meade como candidato priista por la presidencia.

En primer término, la designación del ex secretario de hacienda, rompe con la tradición priista de ungir a uno de sus políticos como candidato; por otro lado, es de resaltar la pasmosa disciplina con la que los políticos y líderes duros del partido se alinearon de inmediato a la designación. Este hecho es relevante porque revela que existe un grupo de poder detrás de la elección de un candidato ajeno al partido.

El segundo aspecto relevante de la asignación de Meade, refuerza el binomio que conforma el denominado PRIAN, grupo que lanzó su proyecto de país con la llegada de Fox a la presidencia y al que posteriormente Felipe Calderón dio continuidad para en un acto de aparente democracia, devolver la presidencia al PRI.

A lo anterior hay que agregar que desde su aparición en la escena pública, Meade siempre dio visos de ser un panista consumado, lo mismo lo veíamos en conferencias de prensa encabezadas por panistas, que lo encontrábamos en reconocidos restaurantes reunido con dirigentes del blanquiazul.

De hecho, la puerta de entrada a la función pública fue por la vía de ese partido. En pocas palabras, nadie hace ocho años hubiera apostado por ver a Meade como candidato priista a la presidencia.

Pero aunque muchos se empeñen en negarlo, existe un proyecto iniciado por un grupo de poder político y económico, que lanzó sus primeras semillas allá por 1988 y se ha consolidado en los dos últimos sexenios, como parte de su proyecto de nación el cual ya no ocultan, ni se preocupan por hacerlo.

Meade, arquitecto del PRIAN


Es verdad, hay ciudadanos, opinadores, especialistas, analistas y comentaristas que niegan la existencia de ese grupo y que incluso hacen mofa de la teoría de la conspiración. Pero también es un hecho que ese grupo instaurado en el poder, es quien ha dictado la política económica y social de México en al menos los últimos 25 años, y como pieza clave para ello, José Antonio Meade ha jugado un papel relevante como uno de los arquitectos del proyecto del que nació la simbiosis del PRIAN.

Para muchos, dos de los artífices de ese binomio son Carlos Salinas y Fernández de Cevallos, políticos opositores en algún momento y que con el tiempo, entrelazaron el tejemaneje de la vida política y económica del país. Ambos artífices confesos de las campañas de desprestigio contra López Obrador en quien encontraron la mejor justificación para llevar a cabo su proyecto de nación, que ha desembocado en las reformas energéticas, laboral, de telecomunicaciones, hacendaria y educativa entre otras.

Esas reformas llamadas estructurales, vieron la luz en labios de Carlos Salinas y Fernández de Cevallos hace casi ya tres décadas y han trabajado desde sus respectivas trincheras para alcanzar los resultados que hoy entrega Peña Nieto al proyecto del PRIAN.

Un proyecto reformador y millones de pobres


Por eso no es raro ver y entender las actuales fracturas internas del PAN, mismas que en su momento vivió el PRI, al designar un candidato distinto a los lineamientos del partido como hoy ocurre en el blanquiazul. Escenarios que se suman al derrumbamiento del PRD que sirvió como comparsa en el “proyecto reformador” impulsado por el PRIAN.

Meade es solo una pieza más en la estructura de un grupo de poder que se ha encargado de dejar en las penumbras de la inseguridad y de crecimientos económicos mediocres a un México que demanda mayor dinamismo de crecimiento económico sin caer en la retórica económica del cuidado de los fundamentales.

Lo que garantiza una figura como Meade es la consecución de un programa económico basado en la depresión de un mercado interno con tal de mantener una imagen de solvencia en el exterior, pese a que aún existen 50 millones de mexicanos en la pobreza que viven sin tener una opción real y tangible para revertir su realidad pese a la apertura del sector energético y de los innumerables tratados comerciales, amén de dejar al país sumergido en una violencia que parece no tener retorno.

@ijm14 | @OpinionLSR | @lasillarota