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El primer estado

Lo preocupante no es que Trump aspire a la presidencia sino que haya quien esté de acuerdo con sus políticas y sus posturas de aislamiento.

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Escrito en OPINIÓN el

Escribo esta columna mientras cruzo el Puente Delaware que atraviesa de un lado al otro el Río Delaware, mismo que está en el estado que lleva el mismo nombre. Leo además los resultados y generalidades de lo que se comenta en la prensa y en las redes sociales sobre el debate de los pre-candidatos republicanos a la Presidencia de Estados Unidos.

 

Creo que todos estábamos esperando a ver qué cosas iba a decir Donald Trump, después que ha estado haciendo declaraciones al por mayor sobre la necesidad de cerrar las fronteras a la migración indocumentada (lo que Trump no sabe, o no le han dicho, es que la tasa de migración de México a Estados Unidos es de cero, lo que abona aún más a su torpeza).

 

Mientras leo en la prensa los resultados que la opinión pública dicta sobre el debate, el autobús cruza el puente y las placas de los automóviles dictan la leyenda sobre Delaware: “The First State” (el primer estado). Inscrito con letras doradas sobre fondo oscuro, recordé también la película con la que da inicio el tour en Mount Vernon, la casa donde se retiró y murió el General George Washington, y donde también está enterrado, sobre la batalla que lo catapultó como un estratega de guerra, misma cuyo punto más álgido fue el cruce del Río Delaware en medio de la noche, tomando por sorpresa a sus adversarios.

 

No tengo claro a qué altura o cuál fue el cruce exacto por donde pasó el General Washington hace más de 200 años, pero es significativo que ello haya sido su despegue, que Delaware fuese el “primer estado” y que la integración de este país tenga esta historia. Y justo cuando cruzo el Río Delaware, leo que Donald Trump y el resto de los pre-candidatos republicanos hablan en el Siglo XXI sobre cerrar las puertas de Estados Unidos y de construir muros en sus fronteras.

 

No estoy seguro, pero temo que este espíritu es una vergüenza en comparación con aquel que movía e incitaba a los fundadores de esta nación. El único que se pronunció por una solución fue Jeb Bush. La teoría: se posicionará como el candidato neutral que puede atraer votantes del medio, y ser una opción viable (habrá que ver) al voto de los latinos.

 

Pero más allá de eso, valdría la pena pensar en aquellas declaraciones que están inscritas en los muros del monumento en memoria a Thomas Jefferson y que están tomadas de la Declaración de la Independencia donde dice que todas las personas fuimos creados por igual y tenemos derecho a buscar la felicidad. Es una gran lección del espíritu que inspiró a hombres de ese calibre como Washington o el mismo Jefferson. Y yo me pregunto qué dirían ellos si hubiesen observado el debate de la semana pasada del Partido Republicano.

 

Más allá: Fue ese mismo partido (el Grand Old Party–GOP) quien postuló a Abraham Lincoln. Habría también que preguntarnos qué pensaría Lincoln de un precandidato a la Presidencia como Donald Trump y si se sentiría orgulloso que –muchos años después– el dueño de Miss Universo fuese su sucesor. No estoy seguro que la idea les agradaría.

 

Si bien no podemos comparar lo tiempos y las circunstancias, lo preocupante no es que Trump aspire a la presidencia, sino que vaya en primer lugar y haya una gran cantidad de personas que estarían en total acuerdo con sus políticas y sus posturas de aislamiento. Por eso es que va en primer lugar justamente. No me queda entonces claro cómo es que el espíritu de Washington, de Jefferson, de Lincoln, todo por lo que ello lucharon y se sacrificaron, desde el cruce del Río Delaware hasta el Teatro Ford en Washington DC, se perdió en el trayecto.

 

Es evidente que los tiempos han cambiado y los retos actuales requieren soluciones efectivas. Eso es una verdad. Pero también hay muchas vertientes de una solución. Por decir algo: si la migración tiene una tasa cero, entonces claramente el problema de Trump no es con la migración, sino con los estereotipos. Y eso es justamente lo que contradice al espíritu de los fundadores de este país. No se trata de vulnerar la ley, sino de modificar los patrones mentales por los que los muros acaban por levantarse en nuestra mente.

 

Vencer los estereotipos y prejuicios el día de hoy sería lo equivalente al cruce del Río Delaware. Sugiero que comencemos a embarcar.

 

@fedeling