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El PRD: Su crisis, su responsabilidad y sus alternativas

El PRD sólo excepcionalmente encabeza las discusiones sobre la necesidad de cambiar la política económica, y proponer reformas que efectivamente ayuden al crecimiento y a reducir la desigualdad.

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Escrito en OPINIÓN el

El PRD vive hoy una nueva crisis. En esta ocasión no se debe a que su complejo proceso de organización interna impida la toma de decisiones, por el contrario, una coalición de fuerzas se las ingenió para ganar el control partidista. La elección fue tranquila, con apoyo del INE, pero es claro el uso de grandes cantidades de recursos para la movilización. Eso, la falta de contrapesos en los órganos de dirección, en el contexto del caso Iguala ha generado una serie de acusaciones entre las principales figuras del partido.

 

Las luchas internas son cosa de todos los días en las instituciones partidistas, en particular en la izquierda. En eso no reside la crisis de nuestro partido. Tampoco la crisis está en la enorme imprudencia de haber postulado a una persona que tenía ligas evidentes con el narco para una alcaldía. Eso ha pasado en todos los partidos en México, por desgracia. Lo que no tiene el PRD es un proyecto de país que ofrecer, no es eso lo que se discute, más bien, porque eso es lo que no se tiene. Lo que tampoco tiene el PRD son mecanismos abiertos de participación, ni individual, ni de organizaciones, tampoco de diálogo con la sociedad. Es un partido cada vez más aislado y obsesionado con el control de consejos internos, que no discuten programas. Es un partido básicamente sin propuesta.

 

El PRD no es un partido laborista, ya que sólo por excepción participan los sindicatos. Las organizaciones campesinas existen, pero su espacio de acción no es institucional. Tampoco el PRD es una institución que dialogue y se comprometa de manera permanente con una multitud de organizaciones progresistas que impulsan agendas  de género, diversidad sexual, derechos humanos, participación ciudadana, indígenas, jóvenes, reforma a la política de drogas, ecología, etcétera.

 

Tampoco con organizaciones que defienden la agenda de una mejor gobernanza, en temas de mejora de competitividad, trabajo legislativo, evaluación del gasto, rendición de cuentas, etcétera. El PRD sólo excepcionalmente encabeza las discusiones sobre la necesidad de cambiar la política económica, y proponer reformas que efectivamente ayuden al crecimiento y a reducir la desigualdad. La propuesta sobre salario mínimo es una excepción, que justamente demuestra la regla. Esa falta de agenda es lo que le impidió al PRD salir bien librado del pacto. Al final se influyó poco y las reformas no fueron progresistas, fueron esencialmente liberales. Hoy la economía no crece, el ingreso no se distribuye mejor y las instituciones políticas no representan mejor a los ciudadanos.

 

En Europa, la social democracia sufre el reto de ciudadanos que exigen formas nuevas de participación social, políticas económicas alternativas que no hagan de la austeridad su única receta y sean capaces enfrentar a las fuerzas que propician  la desigualdad. Formaciones como Podemos en España o Pepe Grillo en Italia representan retos de tal magnitud que obligarán a que la oferta socialista tenga que se replanteada. En México, el reto no es distinto. Nuestra obligación es definir y comprometernos con una agenda que reduzca la desigualdad de manera radical, la economía crezca, las libertades se amplíen, la inseguridad se reduzca y las instituciones públicas sean eficaces.

 

Nos faltan discusiones y definiciones serias sobre cómo vamos a financiar al Estado y mejorar la calidad del gasto, cual es la infraestructura prioritaria, cual es la política industrial que nos permitirá generar valor, cómo vamos a asimilar y generar tecnología, como vamos formar profesionales con competencias relevantes, cual es la manera de hacer a la economía verde, cómo vamos a fortalecer a las medianas empresas para generen empleo y se integren a los procesos de exportación. Nos falta discutir cómo vamos a hacer al campo productivo, cual el rol de la banca de desarrollo, cual es la regulación laboral que puede impulsar los salarios a la alza, como vamos a generar inclusión financiera, cuál es el nuevo rol de los sindicatos. Tenemos que construir una propuesta para consolidar un estado de bienestar amplio, basado en derechos, que garanticen el de la salud, la educación, la alimentación, el empleo.

 

No tenemos clara una propuesta para terminar con la corrupción y hacer efectiva la rendición de cuentas, construir nuevas formas de vigilancia y participación ciudadana, renovar y mejorar el trabajo legislativo, transparentar y abrir a los partidos. Hoy no todos los perredistas estamos comprometidos con el avance de las libertades, de las mujeres a interrumpir el embarazo, de poder casarse con una persona del mismo sexo, con garantizar a los jóvenes el libre desarrollo de su personalidad y tomar decisiones informadas en temas sexuales y otros más polémicos como el consumo de drogas.

 

Carecemos de una propuesta de seguridad ciudadana que se convierta en una exigencia por no permitir daño alguno a los derechos humanos en la acción de militares y políticas, que se base en la protección de las personas como su principal prioridad. Tenemos que retar todo el paradigma, el que privilegia el combate al tráfico de drogas sobre cualquier otro fin, el que le importa más atrapar capos célebres que evitar una matanza, el que a pesar de miles de millones de pesos en inversión no ofrece resultados.

 

El reto es construir un partido de izquierda que corresponda a lo que la sociedad exige y la realidad mexicana establece. Uno que se basé en la participación social, que atraiga militancia real, no solamente para votar en las internas, que sea riguroso en las propuestas y tenga claro los objetivos. Un partido de izquierda que reivindique el rol del Estado en la economía y como instrumento de cambio social, pero evaluado, eficaz, que rinda cuentas. Mientras esas no sean nuestras preocupaciones nuestros pleitos, por grandes que sean serán pequeños, no tendrán mayor relevancia para la ciudadanía. Cuando comencemos a discutir y ocuparnos de una propuesta alternativa y viable  para el país, terminará nuestra crisis, la del PRD. No lo veo en el corto plazo. Por ahora lo importante es como unos se apoderan del partido y otros tratan de evitarlo, si que las ideas o las ideologías jueguen papel alguno.

 

@vidallerenas