Main logo

El “Piso” del Congreso

Un recorrido por el Congreso estadounidense.

Por
Escrito en OPINIÓN el

El miércoles de la semana pasada tuve la oportunidad de asistir al Congreso de Estados Unidos; es decir, lo que se le conoce como el “Capitolio”, sede de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Representantes. Como ya lo he platicado anteriormente, el Poder Legislativo es mi favorito de entre los 3 Poderes de la Unión. No es que el Ejecutivo y el Judicial no sean importantes o no sean fascinantes en algunas cosas, pero el parlamento siempre ha sido un órgano deliberativo y el piso común de la nación, en donde los intereses de todos los ciudadanos confluyen y se ponen de acuerdo. Si bien no es sencillo hacer coincidir a todos los representantes en el mismo tema y que las leyes se aprueben con amplias mayorías – aunque algunas sí lo logran – resulta vital que existan mecanismos para que todos los habitantes de un país se sientan representados y tomados en cuenta.

 

Así sucede en México y también en Estados Unidos, en donde el sistema de división de poderes opera de una forma similar, y en el caso del Congreso hay dos cámaras que lo integran: la de diputados: que representa a la población, a los ciudadanos; y la de senadores: que representa a los estados o entidades federativas. Pues bien, el Capitolio, como la sede del Congreso de Estados Unidos, cuenta con dos inmensas áreas o alas: la que está en el norte, destinada al Senado (con 100 miembros, 2 por estado) y la de la Cámara de Representantes, en el sur del edificio, con 435 miembros. En el centro del edifico está la rotonda central (llamado “Templo de la Libertad”), en cuyo techo se ubica la cúpula del edificio, tan conocida por todos. La estatua sobre la cúpula es una representación de la libertad; de allí deriva de su nombre la rotonda. El centro de esta rotonda es el punto cero de la Ciudad de Washington, de donde parten los cuadrantes en que se divide; además, cada estado de la Unión Americana ha enviado un par de estatuas de personajes representativos de su territorio, a manera de homenaje, y éstas pueden ser de mármol o de bronce.

 

En ese sentido, lo interesante de la visita del miércoles pasado fue la oportunidad de entrar a la galería pública del Pleno de cada una de las cámaras; en Washington en lugar de “Pleno” (como se le llamaría en México) se le conoce como “Piso” (“floor” en inglés). Cuando alguien se refiere a que una propuesta llegó al piso del Senado o de la Cámara de Representantes, se refiere a que fue tramitada en el Pleno de la asamblea. Más interesante fue entonces también observar cómo se discute una propuesta de ley en ambos “pisos” y qué pasó al momento de votarla. Mis hallazgos – mismos que parten de un mero ejercicio de observación personal – son solamente una opinión subjetiva que voy a compartir en este espacio.

 

En primer lugar debo decir que me llamó la atención la diferencia entre el “piso” del Senado y de los Diputados. En la Cámara Alta las discusiones fueron lentas, un poco monótonas, y el orador se encontraba prácticamente solo en el recinto (hablándole a la cámara de televisión y quizá a quien presidía la reunión en ese momento). Cuando llegó el tiempo de votar una propuesta se fue llamando a cada uno de los senadores por su apellido para que emitieran su voto. Como no estaban reunidos, los senadores fueron llegando uno a uno para votar, y conforme votaban, se retiraban del “piso” (supongo que a sus oficinas nuevamente). La votación no tuvo un tiempo límite y más bien se esperaron a que los senadores fueran llegando a su ritmo. Esto provocó que la sesión se tornara un poco aburrida pues la votación fue muy larga. En segundo lugar debo mencionar que una vez que nos trasladamos al “piso” de la Cámara de Representantes, el ambiente cambió radicalmente. Para empezar, los miembros de ésta no tienen escritorio en su curul (a diferencia del Senado que sí tiene); la asistencia de miembros fue altísima (423 de 435) y el ambiente estaba encendido por la discusión de un paquete presupuestario que destinaría fondos a las pequeñas y medianas empresas en Estados Unidos. Mientras que los demócratas querían impulsar esta reserva, los republicanos hacían lo posible para que no sucediera.

 

La discusión se daba de pie, en dos atriles colocados al frente, y los legisladores alegaban sus razones y el pleno de la asamblea gritaba y vitoreaba a su orador o abucheaba al contrario; mientras tanto el diputado presidente hacía esfuerzos por controlar la gritería llamando al orden y pegando con un martillo de madera sobre la mesa. Cuando llegó el momento de votar la reserva de ley, primero se hizo en forma económica, y cada grupo gritó con todas sus fuerzas “a favor” o “en contra”; dado que esto no era un concurso para ver quién gritaba más, se hizo entonces en forma nominal y se abrió un tablero electrónico (como en México) con un tiempo fijo, en donde los legisladores iban anotando su voto (y un pequeño recuadro verde – a favor – o rojo – en contra – se iba iluminando). Al final de la votación la ley se rechazó por algo así como 225 votos en contra versus 198 a favor.

 

La discusión siguió, pero nos tocó después abandonar el recinto, pero el ejercicio me dio una idea bastante cercana de cómo funcionan las cosas en realidad en el Congreso. La verdad es que no es tan diferente de nuestro país y encuentro semejanzas y diferencias obvias y evidentes, como las descritas anteriormente. Lo que sí es cierto es que después de esto confirmo que el Poder Legislativo es fascinante y sigue siendo mi favorito de entre los 3 poderes.

 

@fedeling