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El periodismo y la sociedad transparente

Un instrumento fundamental para el control social. | Jorge Iván Garduño

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Escrito en OPINIÓN el

En una sociedad que se aprecie de serlo, son pocas las actividades encomendadas al hombre moderno donde la labor de buscar y encontrar la verdad sea tan importante e imprescindible como lo es la tarea del periodismo.

Al hablar de periodismo necesariamente debemos hablar de comunicación, ya que es ahí donde se gesta el fundamento del periodismo, en la comunicación.

Y es que, en nuestra actualidad, no hay mejor garantía para tener una buena salud de las instituciones públicas o privadas que la información. El escrutinio de la opinión pública es un elemento esencial para el perfeccionamiento de la sociedad y, sobre todo, para que los ciudadanos tomen mejores decisiones acerca de su diario vivir.

Desde las primeras culturas que florecieron en Medio Oriente, África o en toda Asia, hasta las redes sociales que florecen en nuestros tiempos por Internet, las motivaciones del hombre desde que es hombre siempre han sido las mismas: una incipiente necesidad de comunicarnos con otros seres humanos que está íntimamente ligada con la aspiración de obtener información de nuestro entorno o de nuestros congéneres con un propósito en específico, vaya, finalmente lo que conocemos como la comunicación social; y es aquí, en la frontera de la comunicación con la información, donde el periodismo surge, y se inserta de manera plena hasta ocupar el lugar vital que en la actualidad tiene con la finalidad de brindar información oportuna, fidedigna y periódica; y es en la publicación periódica de información de donde la palabra periodismo se deriva, y conlleva junto a ella una actividad regular y continua de recolección, redacción y difusión de noticias, aplicando criterios laborales y creando con ello el ejercicio profesional del periodismo.

Sin embargo, habrá que recordar que el periodismo como lo conocemos hoy en día, es muy diferente de cómo se llevaba a cabo en los nacientes medios de comunicación masivos por allá de comienzos del siglo XVII con la aparición de los primeros periódicos semanales por Europa, dirigidos esencialmente a los letrados, que en aquellos años iban en franco crecimiento entre la masa de la población y, más adelante con el establecimiento de libertad de imprenta que corrió paralelamente al progreso del liberalismo político y económico en los países desarrollados del Viejo Continente y los Estados Unidos de América, el periodismo recibiría el impulso definitivo para su desarrollo.

Inicialmente, el ser humano puso en práctica el proceso comunicativo sin siquiera tener el pleno conocimiento de ese proceso, al interrelacionarse con sus iguales fueron ideando fórmulas de comunicación dentro de sus sociedades a fin de codificar y transmitir los principios básicos que le brindara la supervivencia en su entorno y su plena identificación como individuo y como grupos. Posteriormente, en una segunda fase, y ya con una estructura definida y una organización de poder, buscaron los elementos que justificaran esa estructura y organización con la meta de mantener ese dominio sobre otros seres humanos en las distintas facetas de la vida de las sociedades humanas como: la religión, la política, la economía, el arte, la cultura, las manifestaciones populares, la guerra o la literatura; justificando las actitudes del poder, y en consecuencia del poder mismo.

Así es que, dentro de las distintas formas de comunicación se podrá encontrar en la historia antecedentes muy antiguos, pero dentro de todas las que conocemos, el periodismo es probablemente la de los antecedentes más lejanos, ya que la mayor parte de las formas de comunicación apenas si tienen cien años de haber sido concebidas, y otras en menor número, son de hace pocos siglos.

La información (la materia prima de la que se nutre el periodismo), a pesar de ser un producto intangible, es un instrumento valiosísimo y fundamental para el control social que desde las épocas remotas de Maquiavelo, Julio César o Tzun Tzu tienen el conocimiento de que es además un instrumento de unificación ideológica y política; en consecuencia, los periódicos, gacetas o toda la serie de documentos que pretenden o aspiran a que se les nombre con este título –ya sea por el tipo de información que manejan o por el simple hecho de que entre sus hojas están plasmadas las letras que forman palabras y que a su vez van conformando ideas estructuradas a manera de mensajes–, de una u otra forma, estos heraldos han entretejido una malla social en el entorno en que subsisten, un espíritu de cuerpo y orgullo profesional para quienes los crean, contribuyendo de modo decisivo a estructurar y organizar las sociedades occidentales.

De aquí la valorización del periodismo para nuestras sociedades, y quienes se jacten de ejercerlo, lo ejerzan de manera profesional y desde una formación netamente académica y práctica, y nunca desde las buenas intenciones ni la improvisación.