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El periodismo no debe ser una actividad de alto riesgo

El trabajo de los periodistas debe motivarnos a construir un país donde cometer un delito sea más peligroso que informar de él

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Escrito en OPINIÓN el

Este año El Heraldo de Chihuahua cumplió 90 años y junto con el organismo garante de transparencia de ese estado me invitaron a participar de los festejos con la conferencia “El periodismo como instrumento para la transparencia”.

Ser periodista en este país es una actividad de riesgo. De acuerdo con Reporteros Sin Fronteras, México es uno de los países más peligrosos para ejercer este trabajo. Durante el sexenio actual se han registrado 37 homicidios de periodistas mientras cumplían su labor y solo en 2017 han asesinado a 11. Según un reportaje de Animal Político, en el primer semestre de este año hubo 276 agresiones contra miembros de la prensa, esto equivale a uno cada 15.7 horas. Además, solo el 6% de los asesinatos de periodistas han sido resueltos. En palabras de John Gilber:

¿Cómo puede ser que en México sea infinitamente más peligroso informar sobre un asesinato que cometerlo?

La violencia contra periodistas no solo afecta a las víctimas y a sus familiares, también afecta a la sociedad. Genera un clima de temor entre quienes ejercen esa profesión y coacciona la libertad de expresión. Los periodistas cumplen con la función de “perro guardián” del gobierno. Gracias a su trabajo ha sido posible identificar casos de corrupción y violaciones a derechos humanos, alertar y movilizar a la opinión pública y desatar procesos de rendición de cuentas. Cada ataque contra ellos debilita la libertad de expresión, el derecho de los ciudadanos a contar con información plural y su capacidad para hacer responsable a las autoridades de sus acciones.

En un país donde la independencia de los medios de comunicación es cuestionada, el papel del periodismo es fundamental para fortalecer la transparencia y la rendición de cuentas. El trabajo de la prensa posibilita que la información pública sea identificada, procesada, difundida y comprendida por la población en general. Gracias a esto, los ciudadanos se empoderan y están alerta de las acciones de la autoridad. Hay que reconocerlo: solicitar información pública no es fácil. Los ciudadanos muchas veces no tienen el tiempo, la experiencia o el interés para conseguir información clave y comunicarla. Los periodistas, en cambio, tienen conocimiento, tiempo y recursos para esperar una respuesta que puede no ser satisfactoria, impugnarla ante el respectivo órgano garante de transparencia, esperar la resolución y, en su caso, recurrir ante una autoridad judicial.

Cuando un periodista es amenazado o asesinado, la información pública permite a la población evaluar las medidas de protección y las investigaciones. Por eso disentí con el pleno del INAI cuando se solicitó a la PGR acceso a la carpeta de investigación del homicidio de Javier Valdez, periodista del Semanario RioDoce. Para mí, el interés público vencía la reserva de la información. Nuestro objetivo es que la transparencia y el acceso a la información pública sean insumos que ayuden a disminuir el actual contexto de peligro para los periodistas y contribuyan a que se investiguen adecuadamente los ataques y no queden impunes.

Hay otras formas en que la información pública también contribuye a crear un ambiente propicio para la libertad de expresión. Por un lado, ayuda a conocer el gasto que los gobiernos destinan a publicidad oficial. Los mensajes que emite y paga el gobierno deben ser para difundir la existencia y garantías de derechos y no deben ser usadas para cooptar los contenidos ni limitar las líneas de investigación de los periodistas. Por otro lado, la información pública ayuda a saber si se abusa de las atribuciones en materia de seguridad nacional para usar sistemas digitales para intervenir las comunicaciones de periodistas y activistas, en lugar de vigilar al crimen organizado. Gracias a ella se conoce si se ha adquirido este tipo de tecnologías.

Hoy más que nunca es necesario construir un país seguro y sin impunidad donde los miembros de la prensa puedan ejercer su profesión en libertad. El periodismo no puede seguir siendo una actividad de riesgo. Insisto, las vidas de los periodistas son invaluables no solo para ellos y sus familias, sino para el conjunto de la sociedad. Un país no puede tener una prensa libre si no hay seguridad para quienes informan a la población y denuncian los abusos del poder. Los periodistas son personas que dan la vida por un México justo, más libre y mejor informado. Su trabajo debe motivarnos a construir un país donde cometer un delito sea más peligroso que informar de él.

@joelsas | @OpinionLSR | @lasillarota