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¿El peor trimestre del sexenio?

Un escenario que se repite a sí mismo en acciones y resultados.

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Escrito en OPINIÓN el

Con base en la información del número de carpetas de investigación iniciadas en procuradurías y fiscalías de los estados, la incidencia delictiva parece seguir al alza, sin que existan políticas que logren frenar este fenómeno.

Comparando las tasas por cada 100 mil habitantes reportadas por el secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) del 1er trimestre 2016 contra las del 1er trimestre 2017, podemos observar que todos los delitos analizados mensualmente en el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) -homicidio doloso y culposo, secuestro, extorsión, robo con violencia, de vehículo, a casa habitación, a negocio, a transeúntes y violaciones- aumentaron.

Estos datos asumen una connotación más grave si vemos que la tasa de homicidio doloso aumentó 28.18%, la de robo a negocio 45.94%, robo con violencia 30.97%, robo a transeúnte 30.36%, la extorsión aumentó 28.25%, los secuestros 14.81%, robo de vehículo 11.96%, homicidio culposo 11.44%, violación 4.68% y robo a casa habitación 2.14 por ciento.

Preocupa que mes tras mes debamos insistir si el actual fue el peor en término de violencia de los últimos años.

Iniciando el año hablamos de cómo enero 2017 había sido el enero con más homicidios del sexenio; cuando obtuvimos los datos de febrero analizamos si el bimestre 2017 era el peor de esta administración federal, comparado contra los mismos periodos del año. Ahora con los datos de marzo, hacemos lo mismo con el trimestre.

Lo cierto es que el panorama es complejo, el país vive una crisis de violencia mientras las causas que la detonan siguen siendo las mismas que por años se han escuchado:

·  La lucha que los grupos de delincuencia organizada dan entre sí y contra el Estado por controlar los territorios locales.

·  La debilidad institucional para combatir el delito.

·  La corrupción de autoridades, mandos e incluso sociedad que favorece o entrega territorios a los cárteles de la droga al paso que desfalca las finanzas públicas afectando capacitación, equipamiento, infraestructura, salarios, prestaciones, desarrollo y motivación de policías, ministerios públicos y peritos.

·  La poca capacidad y resultados en perseguir el lavado de dinero.

·  La relativización y minimización con la que las autoridades responden a las evidencias del aumento de inseguridad, delincuencia y violencia. 

Es innegable que quien desata la violencia son los delincuentes, los enemigos de la sociedad. Sin embargo, tampoco se puede negar la carencia de una estrategia y un compromiso real de las autoridades de poner todos los esfuerzos del Estado en la mejora de las condiciones de seguridad.

La información de incidencia delictiva del mes de marzo de 2017 pone más en evidencia que las acciones implementadas por nuestras autoridades carecen de efectos positivos en términos de mejorar la calidad de vida de cada uno de nosotros. 

Cada vez se vuelve más difícil tener una visión fresca ante el cúmulo de repeticiones de acciones ineficientes que el Estado implementa en respuesta a la violencia; cada vez es más difícil decir algo nuevo sobre por qué estamos sumidos en esta violencia, cómo poder resolverlo, en un escenario que se repite a sí mismo en acciones y resultados.

Mientras el combate a la corrupción y lavado de dinero sea una simulación, mientas las autoridades no rindan cuentas de su actuar, mientras no se reconozca la profunda crisis institucional que se vive y la necesidad de cumplir cabalmente con lo que la ley mandata, los mexicanos viviremos este escenario donde periódicamente nos preguntaremos ¿este fue el peor trimestre del sexenio?

@frarivasCoL

@ObsNalCiudadano