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El Papa reabre el caso Barros en Chile

Por lo pronto escuchará a las victimas | Fred Álvarez Palafox

Por
Escrito en OPINIÓN el

El Papa Francisco dispuso el pasado martes 30 de enero que Mons. Charles J. SciclunaArzobispo de Malta y Presidente del Colegio para el examen de los recursos en materia de graves delitos (delicta graviora) en la Sesión Ordinaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, viaje a Chile para reunirse con las tres víctimas que aseguran tener pruebas del presunto encubrimiento de abusos por parte del Obispo de Osorno, Mons. Juan Barros.

La Oficina de prensa de la Santa Sede anunció la decisión papal quizá porque se encontraron algunas evidencias que podrían cambiar el rumbo de las cosas. La semana pasada escribí en este espacio sobre el tema, subrayando que creemos en la explicación dada por el papa Francisco de que no hay evidencias suficientes (hasta ese momento) para condenar al obispo chileno del delito de encubrimiento; incluso Francisco dijo que estudió una y otra vez  el caso y no encontró  nada por lo que no le aceptó la renuncia al obispo Barros por una acción de justicia, pero  también dijo. 

Pero si viene una persona y me da la evidencia, yo soy el primero en escucharla. Debemos ser justos en esto, muy justos...

Las reacciones del anuncio papal son varias. De entrada, el Presidente en ejercicio de la Conferencia Episcopal Chilena, Cristián Contreras Villarroel, señaló que “este nombramiento demuestra que el paso del papa por Chile, además de sus luminosos mensajes y homilías, ha significado para él una actitud de verdadera de escucha y cercanía hacia la realidad y desafíos de la sociedad chilena y de la Iglesia”.

Las víctimas han guardado silencio, empero Juan Carlos Cruz retuiteó:

 

O sea, espera al fiscal para hablar largamente con él, Cruz ha sido muy duro con el papa Francisco, en parte tuvo razón y en parte no, hizo acusaciones muy graves contra él sin esperar respuestas.

-¿Ustedes le pidieron una audiencia al Papa en Chile?-, le preguntaron.

- Sí, pero nos mandaron a decir que tenía la agenda completa. Se reunió secretamente con algunas víctimas, que no sabemos quiénes son. Me parece bien, pero ojalá que no quede en pura oración y llanto. Que la Iglesia entregue a los abusadores y encubridores.

El pecado de Francisco fue el no haberse reunido con ellos, no sabemos de quién fue la culpa, y también, haber empleado una palabra inadecuada. Recordemos lo que dijo en una entrevista banquetera la mañana del jueves 18 de enero antes de iniciar el servicio religioso en Iquique, en la Playa Lobito:

El día que me traigan una prueba contra el Obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra. Todo es calumnia ¿está claro?

El tono fue inadecuado.


¡Y de ahí vinieron las críticas! 


Esa misma tarde lo primero que hicieron las víctimas fue convocar a una rueda de prensa donde no se aceptaron preguntas.

Juan Andrés Murillo, Juan Carlos Cruz y James Hamilton leyeron una declaración de 15 puntos.

“Hoy el papa llama calumnias a las acusaciones de encubrimiento. Una calumnia es la imputación de un hecho grave. Esto es malo y no podemos aceptarlo”

“El papa Francisco desaprovechó una gran oportunidad de escuchar a la comunidad de Osorno. El papa ha desoído todos estos hechos y nos ha acusado de faltar a la verdad y decir calumnias”

El mensaje es muy duro. 

Tres días después, el papa dio una amplia explicación a los medios sobre el caso.

Le pregunta Matilde Burgos de CNN en Chile: ¿Por qué para usted el testimonio de las víctimas no es una evidencia?

“El testimonio de las víctimas siempre es una evidencia. Siempre. En el caso de Barros no las hay: no hay evidencias... Yo no he escuchado a ninguna víctima de Barros. No vinieron, no han dado las pruebas para el juicio”

El papa reconoce que no sabía que le habían pedido una cita.

Y por eso envía a Monseñor Scicluna a Chile, para reparar la falta de  "no haberlos atendido". El clérigo estará en Chile lo antes posible, y escuchará –como siempre– con atención y disponibilidad a todos los que quieran decir algo sobre el caso.

¿Quién es Monseñor Charles J. Scicluna?


Hijo de padres malteses, pero nacido en Toronto, Scicluna, tiene 58 años, es Licenciado en Teología Sagrada y titulado en Derecho Civil, además es Doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma.

En 2015 fue nombrado por Francisco como arzobispo de Malta y también es el promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo que en la práctica significa que es el fiscal que investiga los delitos considerados más graves por el Vaticano: contra la Eucaristía, contra la santidad del sacramento de la penitencia y el delito contra el sexto mandamiento: "No cometerás actos impuros".

El caso Maciel


Scicluna es quien se ocupó de la investigación a fondo sobre el fundador de los Legionarios de Cristo, el padre Marcial Maciel Degollado.

El caso se abrió por instrucciones del prefecto de la Congregación de la Doctrina, Joseph Ratzinger, al final del papado de Juan Pablo II (diciembre de 2004).

Obviamente el reabrir el caso causó una verdadera sorpresa, sobre todo a dos días de que el mismo papa le hiciera tantos homenajes y bendiciones a su amigo Marcial Maciel. 

Empero debemos decir, que, curiosamente, el caso no avanzó mientras lo tuvo en sus manos el subsecretario de la Congregación, monseñor Gianfranco Girotti.

Después, las cosas cambiaron. Las víctimas de Maciel fueron notificados de la reapertura del caso el 2 de diciembre de 2004. Un mes después, en enero de 2005 –ya muy enfermo Juan Pablo II–, y después de encabezarlos por 64 años, Marcial Maciel dejaba de ser el director general de la legión por motivos de edad.

El 19 de abril Joseph Ratzinger es nombrado papa y decide adoptar el nombre de Benedicto XVI; el 13 de mayo, nombra a William Levada Núñez nuevo presidente para la Congregación de la Doctrina de la Fe y Scicluna siguió siendo el fiscal.

De hecho, en abril de ese mismo año, cuando estaban las exequias del papa Juan Pablo II, Scicluna estaba en México entrevistando a las víctimas.

No sabemos si en el caso de Barros las cosas cambiarán. Las victimas necesitan aportar pruebas, si hay evidencias y se confirma que Barros es culpable de encubrimiento, deberá dejar el cargo de obispo. Ese será su castigo.


Posdata...


Hace años, Monseñor Scicluna le dio una entrevista al periodista italiano Gianni Cardinale del diario Avvenire, de la Conferencia Episcopal Italiana, sobre el rigor de la Iglesia en los casos de abusos. 


- Monseñor, usted tiene fama de "duro" y, sin embargo, se acusa sistemáticamente a la Iglesia católica de ser tolerante con los llamados "curas pedófilos".

- Puede ser que en el pasado, quizá también por un malentendido sentido de defensa del buen nombre de la institución, algunos obispos, en la praxis, hayan sido demasiado indulgentes con este tristísimo fenómeno. En la praxis, digo, porque en el ámbito de los principios la condena por esta tipología de delitos ha sido siempre firme e inequívoca. Por lo que respecta solamente al siglo pasado, basta recordar la famosa instrucción Crimen Sollecitationes de 1922...

- ¿Qué pasa si un sacerdote es acusado de un delictum gravius?

- Si la acusación es verosímil el obispo tiene la obligación de investigar tanto la credibilidad de la denuncia como el objeto de la misma. Y si el resultado de la investigación previa es atendible, no tiene ya la facultad de disponer en materia y debe referir el caso a nuestra congregación, donde será tratado por la oficina disciplinaria.

- ¿Quiénes forman parte de esa oficina?

- Junto a mí, que por ser uno de los superiores del dicasterio debo ocuparme de otras cuestiones, hay también un jefe de oficina (...), siete eclesiásticos y un penalista laico que siguen esos procedimientos. Otros oficiales de la congregación dan su valiosa aportación según sus diversos idiomas y competencias.

En los últimos nueve años (2001-2010) hemos analizado las acusaciones relativas a unos 3 mil casos de sacerdotes diocesanos y religiosos concernientes a delitos cometidos en los últimos cincuenta años.

-Es decir, ¿3,000 casos de sacerdotes pedófilos?

- No es correcto definirlo así. Podemos decir que, a grosso modo, en el 60% de esos casos se trata más que nada de actos de "efebofilia", o sea, debidos a la atracción sexual por adolescentes del mismo sexo; en otro 30% de relaciones heterosexuales y en el 10% de actos de pedofilia verdadera y propia, esto es, determinados por la atracción sexual hacia niños impúberes. Los casos de sacerdotes acusados de pedofilia verdadera y propia son, entonces, unos trescientos en nueve años. Son siempre demasiados, es indudable, pero hay que reconocer que el fenómeno no está tan difundido como se pretende.

- De los tres mil acusados, ¿cuántos han sido procesados y condenados?

- Podemos decir que en el 20% de los casos se ha celebrado un proceso penal o administrativo, verdadero y propio, que normalmente ha tenido lugar en las diócesis de procedencia –siempre bajo nuestra supervisión– y, solo raramente, aquí en Roma. Actuando así se agiliza el procedimiento. En el 60% de los casos, sobre todo debido a la edad avanzada de los acusados, no hubo proceso, pero se emanaron contra ellos normas administrativas y disciplinarias, como la obligación de no celebrar misa con los fieles, de no confesar, de llevar una vida retirada y de oración. Hay que reafirmar que en estos casos, entre los cuales hubo algunos de gran impacto, de los que se han ocupado los medios de comunicación, no se trata de absoluciones. Ciertamente no ha habido una condena formal, pero si a una persona la obligan al silencio y a la oración, será por algo.

@fredalvarez | @OpinionLSR | @lasillarota