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El PAN se diagnostica

Se acusa a los medios de un complot que difícilmente se puede demostrar y, con ello se abre un conflicto con la prensa justo al inicio del proceso electoral.

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Escrito en OPINIÓN el

La elección interna del PAN resultó insuficiente para contener el conflicto entre grupos o al menos para definir un impasse ante el contexto de las elecciones intermedias de 2015. No deja de ser sorprendente la capacidad que ha desarrollado el PAN para deteriorar su imagen pública, generar escándalos y, lo que es peor, alimentarlos y hacerlos crecer. El fuego amigo, habría que hablar más bien de incendio amigo, convertido en denominación de origen.

 

En las últimas semanas dirigentes destacados del PAN han ofrecido diagnósticos muy diferenciados sobre lo que ocurre en el partido. Incluyendo a Vicente Fox, quien señaló que al PAN lo domina el interés por el dinero, aunque difícilmente puede tener autoridad moral sobre el tema, cuando él mismo y su familia han sido acusados de los mismos vicios por líderes de opinión de todas las tendencias y colores.   

 

Para el presidente nacional del PAN, Gustavo Madero, la crisis de imagen que enfrenta el partido es producto de "una falsa narrativa" estructurada por los medios de comunicación. Si bien reconoce que como toda organización el PAN enfrenta diversos problemas internos, advierte que es la “falsa narrativa” estructurada por la prensa, la que exagera casos de corrupción, divisiones internas o escándalos de militantes, buscando "engañar con pedazos de verdad".

 

El diagnóstico implica que si bien “en toda comunidad humana” existen “actos de corrupción o comportamientos individuales licenciosos”, el tema central es la forma en que los medios de comunicación los enmarcan y maximizan para alimentar la política como espectáculo. El problema de esta interpretación, es que reduce los escándalos a actos individuales aislados y convierte a  la cobertura informativa en una estrategia coordinada intencionalmente contra del PAN.

 

Hay muchas cosas mal en este diagnóstico, lo más obvio: Se acusa a los medios de un complot que difícilmente se puede demostrar y, con ello se abre un conflicto con la prensa justo al inicio del proceso electoral. Lo más grave: Independientemente de la tendencia que pudieran tener los medios por el espectáculo, se olvida que el espectáculo lo han dado militantes panistas y ha sido evidenciado y difundido por otros militantes panistas. Se cierra los ojos a la gravedad de los escándalos mismos y se acusa la forma en que son presentados por la prensa. 

 

El coordinador de los diputados del PAN, José Isabel Trejo, presenta otra perspectiva. En su caso reconoce que hay una problemática interna que requiere ser discutida por el partido: “Esta crisis no debe pasar desapercibida, sería un error no contemplar lo que pasa y analizarlo". Mientras que Madero destaca la falsa narrativa mediática ante hechos individuales aislados, el diputado reconoce puntualmente la existencia de una crisis en el partido. Argumentos muy distintos.

 

Sin embargo, desde su enfoque esta es una discusión que debe darse dentro de los espacios del propio partido, pues "discutir los problemas internos del partido en los medios de comunicación es trasladarle a la sociedad problemas que no tiene por qué saber". El reconocimiento del problema deriva en una propuesta de solución muy poco democrática: La sociedad no tiene por qué enterarse de los problemas partidistas. La ropa sucia siempre se lava en casa, sin importar qué tan cochina esté.

 

Se pierde de vista que los partidos son entidades de interés público y que en México son financiados con recursos públicos. Esto implica, al menos de acuerdo con principios democráticos mínimos, que deben rendir cuentas públicamente de sus actos. Por otro lado, si bien puede argumentarse que hay conductas de militantes y representantes electos que corresponden a su vida privada y otros a la vida interna del partido (frontera porosa en muchos casos), lo que es indudable es que cuando se involucra escándalos relacionados con uso indebido de la función o los recursos públicos, estamos ante situaciones que la sociedad tiene derecho a saber y el partido la obligación de explicar.

 

Para el senador Ernesto Cordero "hay un problema serio en el interior del PAN. Ese desmoronamiento moral que hemos señalado desde hace muchos meses, no es más que consecuencia de eso de una falta de liderazgo en la conducción del partido". Declive moral que supone falta de “una conducción ética, honesta, responsable y transparente” en la conducción del partido. Este diagnóstico pone el acento con mayor claridad en problemas que afectan la credibilidad pública del PAN, como la transparencia y la honestidad, pero los entiende como resultado exclusivo de la conducción y el liderazgo de Madero al frente del PAN.

 

Esta lectura no puede separarse del proceso de sucesión interna y el conflicto entre grupos. Ante lo cual es inevitable preguntarse si este “declive moral” se limita a la gestión de Madero o refleja una problemática detonada desde la incapacidad misma para resolver relaciones partido-gobierno en su momento. De igual forma, no es evidente que la crisis del partido se pueda reducir a una pérdida de valores morales y principios partidistas, o si por el contrario es resultado de las formas en que actualmente los diferentes grupos al interior del PAN hacen política y compiten por el poder. Referir a la moral como origen de vicios y escándalos de los militantes puede funcionar como discurso intrapartidista, pero al final termina por asemejarse a explicar la corrupción como un fenómeno cultural.

 

La reflexión más crítica es realizada por Luis Felipe Bravo Mena, presidente del PAN entre 1999 y 2005. Desde su óptica, “al partido se le quebró el alma y está en riesgo de perder toda su esencia panista para convertirse en sólo unas siglas o un membrete hueco, ya sin la mística y cultura política que construyó a lo largo de 75 años”. Estamos ante una perspectiva multi-causal que incluye sucesivas crisis internas, la forma como se ha ejercido el poder, liderazgos con agenda contraria a los intereses de la organización, al igual que un proceso de degradación ética.

 

El diagnóstico de Luis Felipe Bravo incluye una advertencia, tal vez el PAN pueda al final sobrevivir a sus crisis y conflictos, pero lo hará transformándose en un partido sin más representación que los intereses de los grupos triunfadores de las batallas internas en turno. Como reflexión de los problemas partidistas presenta el enfoque más completo y la reflexión más profunda. Lo que en todo caso queda como pregunta es si en el fondo este es un dilema que enfrenta el PAN o si es algo que está ocurriendo en nuestro sistema de partidos en su conjunto. 

 

Lo único que queda claro por lo pronto, y a pesar de los múltiples diagnósticos, es que el PAN parece decidido a continuar destruyendo su credibilidad y con ello también su viabilidad como partido democrático.

 

@ja_leclercq