Desde hace un año, los directivos de Citigroup decidieron que su negocio de retail en México ya no hacía sentido, lo mismo ocurrió con la Afore. En ese entonces inició una limpia al interior de la institución y de la administradora de fondos que incluyó un fuerte recorte de personal, con el objetivo -decían los funcionarios- de dejar bonita a la novia.
Lo primero que se tenía en mente era vender la Afore Citibanamex. Desde diciembre del 2020 empezó un proceso de integración y fusión en áreas clave. No es casualidad que en 2008 y a partir de la crisis de las subprime en Estados Unidos la filial mexicana decidió manejar un bajo perfil y retraer sus operaciones. En ese entonces el gigante estadounidense recibió por parte del gobierno norteamericano una inyección de capital por más de 20 mil millones de dólares y ahí las ganancias provenientes de Banamex le significaron un respiro.
Después, en 2014 estalló uno de los mayores escándalos en la historia de la banca: Oceanografía. Entonces Citigroup dio a conocer que Banamex había sido defraudada a través de esta empresa por 500 millones de dólares, proceso que culminó después de meses con el desprestigio, además de cuantiosas sanciones y la renuncia de Javier Arrigunaga, como director general del Grupo.
Pero los diversos problemas económicos de su casa matriz y los escándalos internos provocaron que poco a poco la que fue la institución más grande del país perdiera cuota de mercado y cayera de manera importante su participación en varios segmentos.
Ahora y frente al no tan sorpresivo anuncio de la venta, se manejan varios nombres de posibles compradores: el primero que levantó la mano fue el magnate de los medios de comunicación, Ricardo Salinas Pliego, después se mencionó a Banorte, Santander y los brasileños Itaú y Bradesco quienes desde hace años tienen en la mira el mercado bancario nacional por su tamaño y su alto potencial de crecimiento.
Sin embargo, aunque más callados, los que estarían dispuestos a pagar por ver son: Scotiabank, Banco del Bajío quienes desde hace tiempo tienen intención de crecer su participación en México. Tampoco se podría descartar a la familia Bailleres con Grupo Nacional Provincial (GNP), incluso, hay quien menciona a los accionistas originales, el mismísimo Alfredo Harp y Roberto Hernández Ramírez.
La decisión, nos cuentan, se tomará varias semanas y serán los accionistas del consorcio estadounidense quienes tendrán la última palabra; en esta operación el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no tiene ninguna injerencia, aunque han reiterado que lo deseable es que Banamex quede en manos de mexicanos.
Hace 20 años, en mayo de 2001 también de forma sorpresiva Citigroup anunció la compra de Banamex. En una operación secreta que se negoció en una de las haciendas de Roberto Hernández en Yucatán, se convino que la entidad debía convertirse en un negocio global para hacer frente a la competencia con BBVA. Dos décadas después las cosas cambiaron.
Y hace 20 años también se cuestionó con severidad el destino del acervo cultural de Banamex. En ese entonces, Roberto Hernández, presidente de Banamex, dijo con ironía que no había planes de convertir el Palacio de Iturbide en un McDonald´s. Ahora, el siguiente dueño es un misterio que se revelará en los siguientes meses o semanas.
Así las cosas…