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El Nobel de la Paz

"Los talibanes pensaron que acabarían con mi determinación. Pero sólo una cosa ha cambiado en mí: murieron la debilidad, el miedo y la desesperanza para dar lugar a la fortaleza, el empoderamiento y la valentía: Malala Yousafzai

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Escrito en OPINIÓN el

La entrega del Premio Nobel de la Paz en este 2014 se otorgó a una joven paquistaní de credo musulmán, Malala Yousafzai, y a un indio de credo hindú, Kailash Satyarthi. Ambos galardonados están en contra de la opresión infantil y a favor del derecho de todos los niños y jóvenes a la educación.

 

El galardón resalta del ímpetu  de los dos activistas, quienes originarios de países permanentemente enfrentados y con credos diferentes, ofrecen desde su visión  una lucha común y mensajes de esperanza para todos los niños y jóvenes del mundo.

 

La Organización del Nobel, con la entrega de este premio, envía un mensaje a la comunidad internacional, señalando que es urgente que niños y jóvenes vayan a la escuela y dejen de ser económicamente explotados.

 

Según la medición 2012 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a nivel mundial 168  millones de niños de 5 a 17 años de edad están en situación de trabajo infantil, es decir, “realizan actividades que suponen una amenaza para la salud, la seguridad o el desarrollo moral, y se encuentran en condiciones de trabajo forzoso”.

En México, según el Inegi, en la actualidad poco más de 3 millones de niños, niñas y adolescentes realizan  trabajo infantil y casi el 40  no asiste a la escuela.

 

Malala Yousafzai, quien recién cumplió 17 años, es la persona más joven en recibir el Nobel de la Paz, y alcanzó notoriedad el 9 de octubre de 2012, cuando los talibanes, extremistas islámicos expulsados por el ejército pakistaní del Valle del Swat, molestos con su activismo intentaron asesinarla dándole un tiro en la cabeza.

 

Una vez recuperada en Gran Bretaña, donde fue acogida con su familia, Malala ha seguido con su activismo para promover  el derecho a la educación de las mujeres. El año pasado recibió el premio Sajarov de la Unión Europea; también habló ante la Asamblea General de la ONU. Su libro, Yo soy Malala, ha sido un éxito mundial, a pesar de que las escuelas privadas de Pakistán lo prohibieron “por no ser respetuoso con el islam”, argumentan.

 

Por su parte, Kailasti Satyarthi (India, 1954) dejó su trabajo de  ingeniero electricista en 1980 para dedicarse a ayudar a los niños víctimas de la explotación laboral. Su Organización, Movimiento por la Salvación de la Infancia, ha cambiado la vida de unos 80 mil menores en más de 160 países.

 

Satyarthi,  se considera un seguidor de la filosofía pacifista de Mahatma Gandhi, afirma que los niños son explotados por ser la fuerza de trabajo más barata y porque son los más vulnerables.

 

El activista y su organización son reconocidos por informar a la Policía de la ubicación de casas de seguridad donde se recluye a los menores para su explotación. 

 

Este reconocimiento premia el coraje de ambos y es una señal a la comunidad internacional; el 60% de la población del Tercer Mundo está por debajo de los 25 años, lo que hace necesario que los derechos de los niños y los jóvenes sean respetados como prerrequisito para lograr la paz global y el desarrollo. Es un mensaje de esperanza para todo los jóvenes”. Dijo el presidente del Comité Noruego del Nobel, al hacer el anuncio de la nominación.

 

Malala ha persistido en la educación para niñas y niños, mientras que Satyarthi no ha cejado en sus denuncias contra la explotación laboral a los infantes.

 

El ejemplo de lucha y tenacidad de los, ahora  Nobel, debe servirnos para romper el silencio ante la arbitrariedad, el abuso, el maltrato y la falta de educación de miles de niños  mexicanos, en momentos en que la ignominia parece querer adueñarse del país, precisamente por nuestra omisión para no llamarle negligencia.

 

Lo deseable es que el reconocimiento a ambos activistas se vuelva en un grito de paz y libertad que no puedan callar ni fundamentalistas ni mucho menos integrantes de grupos violentos del crimen organizado.

 

Y si usted, lectora, lector querido, no tienen inconveniente, muchas gracias por sus amables comentarios y aportaciones, nos leemos el próximo jueves.

 

 

Facebook: Pedro de Leon Mojarro

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