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El nacimiento del estado laico mexicano

Will Fowler explora las vicisitudes sociopolíticas que permitieron el estado laico y el inicio de una nueva etapa en la vida política nacional. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

El 5 de febrero de 1857 fue un día que propició un giro en la historia sociojurídica de México. Por primera vez, después de casi tres décadas de vida independiente, se promulgó una constitución política de corte totalmente liberal, con una visión social amplia, producto de un espíritu de renovación de ciertos sectores políticos.

Uno de los cambios más radicales contenidos en dicha Constitución fue que no establecía a la religión católica como el culto oficial del Estado mexicano, un hito si se toma en cuenta que todos los documentos constitucionales anteriores, advertían sobre la vocación confesional católica del gobierno mexicano.

El giro propiciado por la promulgación de dicha Constitución fue totalmente inesperado en muchos sentidos, pues diversos sectores sociales cuestionaron su vigencia, validez y oportunidad. Incluidos, algunos de sus impulsores, quienes consideraron que, su cumplimiento podría representar un desafío para la sociedad decimonónica de aquel entonces, fuertemente influenciada por un clero que perneaba en todas las esferas políticas y públicas, y acostumbrada a la inestabilidad gubernamental, a una política basada en la proclama de planes de gobiernos por parte de diferentes facciones políticas, derrocamientos presidenciales, guerras intestinas e inestabilidad. 

Si bien, las pugnas habían sido constantes desde 1821, debido a la sed de poder de las diferentes facciones políticas, lo que ocurriría entre finales de 1857 y principios de 1861 representaría un hecho inusitado, en el sentido de que las batallas no sólo se libraron en los yermos y campos de la República Mexicana, sino también en el terreno de las ideas, de las leyes y de la estrategia política.

Considerado por el historiador británico Will Fowler como un período histórico olvidado debido al poco análisis sociohistórico del mismo, la Guerra de Tres Años ha sido uno de los episodios más sanguinarios de la historia mexicana en el siglo XIX, y probablemente de todo el devenir histórico del país, y del cual surgió una de las principales características que regirán, al menos en el papel, al Estado mexicano, su carácter laico.  

Resultado de un trabajo de investigación de más de una década, recién se publica “La Guerra de Tres Años. El conflicto del que nació el Estado laico mexicano” (Crítica, 2020), un texto elaborado por Fowler en el que se rescatan del olvido los sucesos que marcarían la trayectoria del Estado mexicano, separándolo, hasta hoy en día, de la Iglesia, y que por tres años, entre 1858 y 1861, provocaría una polarización de la sociedad mexicana, dividida por la disyuntiva de apoyar a un gobierno conservador, que apostaba por un gobierno central, mantener los privilegios de la Iglesia y del Ejército, o a un gobierno liberal, que optaba por una forma de gobierno federal, la separación de la Iglesia y el Estado, y el impulso de una serie de leyes, denominadas de Reforma.

Para el historiador británico, este olvido es el resultado de haber sido una guerra interna, con un alto índice de muertes por parte de ambos bandos, ambos mexicanos, de la difícil situación a la que se enfrentó el gobierno de Juárez a cambio de apoyo por parte del gobierno de Estados Unidos mediante la firma del tratado McLane-Ocampo, que podía haber conducido a ceder otra parte de territorio mexicano o el gobierno de Miramón, que también buscaba lograr acuerdos con algunos gobiernos europeos que deseaban impedir el expansionismo estadounidense.

Así, el especialista en historia de México se planteó el objetivo de rescatar este período histórico a través de una narrativa sobre lo que sucedió y que busca entender cómo fue posible que la situación política del país degenerara hasta llegar a un conflicto civil de esta magnitud, en el que hubo miles de muertes y muchas comunidades del país se dividieron en dos bandos, quienes estaban a favor de la Iglesia y quienes en contra.

Mediante un relato sincrónico, el autor de “El Escritor  y el Caudillo; Latinoamérica desde 1870” se da a la tarea de comprender el contexto y las ideas predominantes que encausarían el conflicto, así como de elaborar un recuento de los sucesos a través de la visión de ambos bandos, muy volátil, en el sentido que el rumbo del suceso cambiaba de manera constante, obligando a sus líderes a tomar decisiones esenciales para la vida política del país.

Además, el también biógrafo de Santa Anna hace la separación de la Guerra de Tres Años con la Guerra de Reforma, por que está última abarca del período de la Intervención Francesa e implica un conflicto armado con facciones militares extranjeras, mientras que la Guerra de Tres Años significa un conflicto civil, uno de los más grandes vividos en nuestro país.

Otro aspecto que pretende desmitificar es el de la existencia de un bando de buenos y uno de malos, de un grupo triunfante de “buenos mexicanos” y de uno derrotado, conformado por “traidores”. Igualmente, desincentivar la idea de que ambos bandos eran estructuras homogéneas, sino por el contrario, al interior de ambas facciones hubo serias diferencias que en ciertos momentos se subsanaban, y en otros, se acrecentaban, poniendo en entredicho su propio proyecto político. 

La conmemoración de los 214 años del natalicio de Benito Juárez, uno de los principales artífices políticos de la laicidad del Estado mexicano, es un motivo para reflexionar sobre la vigencia de la misma, su valor en la sociedad mexicana contemporánea, los debates alrededor de ella, su vínculo con los derechos humanos, su normatividad y la amplitud del concepto, por lo que el texto de Fowler representa una opción para conocer los orígenes del Estado laico, las vicisitudes sociopolíticas que permitieron su instauración y el comienzo de una nueva etapa en la vida política nacional.