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¿El movimiento obrero dónde está?

El movimiento obrero necesita renacer para que la reforma laboral tenga éxito. | Manuel Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Apenas termina mi clase de Política Laboral que imparto en la maestría de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y se repiten en mi mente las imágenes del líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo Martínez, quien encabezó uno de los movimientos más importantes en nuestro país del siglo pasado y la que viven en este momento los trabajadores.

Vallejo en el año de 1958 supo generar una inercia propia para que los trabajadores defendieran la elección de sus dirigentes mediante el voto secreto y a pesar de la represión gubernamental logró que 59 mil 758 hombres ataviados uniformados de overol azul votaran en su favor con solo 9 votos en contra.

Como me hubiera gustado ser el abogado de aquellos trabajadores de overol con tela gruesa azul y de gorra que lucían con orgullo. En las imágenes que rescato de esos tiempos, atrapo la imagen de ferrocarrileros lanzando gritos de libertad sindical cargando una manta sencilla con letras escritas a toda prisa ¡Viva Vallejo!

Esas imágenes fueron captadas en un video de blanco y negro por la filmoteca de la UNAM. Aparecían esos trabajadores con sus botas de rieleros de aquellos tiempos y con soldados tras ellos reprimiendo toda protesta. 

Ya imagino a los políticos, de camisa almidonada y cuello duro, con el ceño fruncido ordenando disolver aquellas manifestaciones. Lo hacían con gases lacrimógenos y agua a presión para que se largaran a sus casas esos disidentes, y a otros, los apresaban como si fueran delincuentes en los separos malolientes de aquella torcida justicia.

Toda protesta era considerada un delito, toda huelga, todo paro era considerado ilegal. La inexistencia de la huelga se decretó con apenas dos horas de haber estallado el movimiento y Demetrio Vallejo sufrió una prisión de 11 años 4 meses y un día. Fue un castigo severo a toda protesta obrera. 

Al movimiento obrero siempre se le ha querido encasillar en organizaciones burocráticas para disolverlo. En la historia se inventaron los sindicatos para que comandados por líderes apagaran cualquier brote de rebeldía. Así se gestaron los sindicatos corporativos con clara injerencia gubernamental y los sindicatos blancos con el control de los empresarios. Los sindicatos democráticos han sido escasos.

Se ha querido confundir al movimiento obrero con los sindicatos y estos instrumentos son diferentes en sus alcances para los trabajadores. Como lo ha expresado María Xelhuantzi López:

 “Movimiento obrero y sindicalismo no son sinónimos”. La categoría movimiento obrero remite a la dimensión política del sindicalismo fuera de los lugares de trabajo, así como a las acciones que estos desarrollan hacia afuera de los sindicatos, aún así es para fortalecer la negociación colectiva o la organización sindical. 

En su libro “101 años de control sindical en México 1918-2019” la investigadora remata:

“Puede existir el sindicalismo y no el movimiento obrero, pero el movimiento obrero no existe en realidad si no hay sindicalismo”.

En estos tiempos en que existe una reforma laboral que prioriza la participación de los trabajadores sobre los sindicatos, el movimiento obrero es prácticamente inexistente.  

Abundan los sindicatos (como entes burocratizados) a pesar de ser ellos en los que se soporta la reforma laboral, pero éstos carecen de movimiento obrero. Éste se encuentra inmovilizado y atomizado.

Los procesos de legitimación para validar los Contratos Colectivos parecen ser de mayor preocupación para el gobierno que para los trabajadores. La necesidad de que se ratifiquen con el voto secreto apenas si permea en el interés de la clase obrera.

La mayoría de los asalariados nunca ha tenido un contrato colectivo de trabajo en sus manos, no sabe cuáles son sus alcances porque históricamente fue tratado su contenido y existencia, con la complicidad de los gobiernos anteriores, como la mayor secrecía para evitar las revueltas obreras.

Las medidas adoptadas recientemente para que se respete la voluntad obrera en los escenarios del T-MEC ha representado medidas inusitadas ante el enquistamiento de opresión contra los trabajadores.

El reciente acuerdo en la empresa Tridonex subsidiaria de Cardone Industries, ubicada en Matamoros, Tamaulipas refleja el tamaño del problema. Solo la presión del gobierno de Estados Unidos logró que 154 trabajadores despedidos recibieran el pago de nueve meses de salario, lograr el voto personal, libre y secreto de sus trabajadores, con una declaración de neutralidad de la empresa y permitiendo que los inspectores gubernamentales y observadores independientes puedan acceder a las instalaciones, antes y después de una elección de representación sindical.

Se obliga a la empresa Tridonex a ser transparente en los acuerdos de negociación colectiva, y en futuras revisiones a permitir que se imparta capacitación en las instalaciones y durante las horas de trabajo a todos los trabajadores de Tridonex sobre los derechos de negociación colectiva y la libertad de asociación, y proporcionar capacitación similar de manera regular en el futuro.

El movimiento obrero necesita renacer para que la reforma laboral tenga éxito.