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El mito del presidencialismo estadunidense

Lo importante es hacer un recuento de cómo nació este “exitoso” modelo presidencial en las Américas y de dónde salió.

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Escrito en OPINIÓN el

Para todos aquellos que gustan de estudiar los fenómenos políticos, los sistemas y regímenes de gobierno, así como otras circunstancias aledañas a ese elemento del Estado moderno que llamamos “Gobierno”, sabrán que desde la fundación misma de los Estados Unidos, el sistema presidencialista fue concebido tal y como hoy en día lo conocemos. ¿Cuáles son los elementos más importantes que se definieron desde entonces? Pues los estadunidenses están muy orgullosos de haber puesto en práctica un modelo de “pesos y contrapesos” en donde el poder recae en 3 ramas distintas: ejecutiva, legislativa y judicial. Por supuesto que ello no lo inventaron en Estados Unidos, pues desde la época de Montesquieu ya existían estas categorizaciones.

 

No obstante lo anterior, vamos a decir que el presidencialismo de pesos y contrapesos, con 3 ramas de gobierno fue – como ya lo dije antes – puesto en marcha en los albores de la fundación y establecimiento de la Unión Americana. El modelo fue tan exitoso que los países de América Latina decidimos copiar el modelo. En el caso de México, también somos una República, representativa, democrática y federal. Inclusive nos llamamos igual, pues nuestro nombre oficial es “Estados Unidos Mexicanos”. Ya luego tendremos oportunidad de abundar del “falso federalismo” en México, pues en mi opinión, nuestro país es absolutamente centralista. Pero ya hablaremos de eso más adelante.

 

Por ahora lo importante es hacer el recuento de cómo nació este “exitoso” modelo presidencial en las Américas y de dónde salió. Y quisiera opinar al respecto, dado que recuerdo muy vivamente que durante mis estudios de licenciatura, los maestros referían que el único presidencialismo que funcionaba es el de sus inventores: Estados Unidos. Decían que el resto de los presidencialismos – y ponían el caso latinoamericano – no durarían mucho y citaban a Juan José Linz (politólogo español que murió recientemente) acerca de la “quiebra de las democracias”, cuya tesis sostiene que los presidencialismos son tan inflexibles, que acaban por quebrarse y por caer.

 

Pues bien, tenemos muchos casos que abundan en el continente respecto de lo anterior, pero ahora mismo quiero que desmitifiquemos aquello que los profesores solían decir: que solo el sistema de los Estados Unidos era funcional. Yo opino que no, y también opino que sí. Me explico: el sistema presidencial genera una serie de incentivos perversos para que aquellos que están en la oposición (especialmente cuando son mayoría en el Congreso) bloqueen todas las iniciativas del Ejecutivo. En la medida en que el Presidente pierde, la oposición gana. Es un juego de “suma cero” (gana todo o pierde todo). Cuanto más cuando los legisladores no pueden reelegirse, entonces, no tienen nada que perder y se lanzan con todo contra el presidente (me refiero a los de oposición, y bueno, a veces hasta los del mismo partido). Se supone que este presidencialismo no ocurría en Washington, pero la realidad indica lo contrario. Vamos a poner dos ejemplos.

 

El primero de ellos fue el famoso “Shutdown” o cierre del Gobierno Federal, debido a que el Congreso no se pudo poner de acuerdo para aprobar el presupuesto. Es más, debemos decir y mencionar que desde que el Presidente Obama tomó el poder, no ha sido posible aprobar un proyecto de presupuesto propio, sino que se sigue operando con las bases que Bush dejó en 2008. Ahora bien, recientemente el Presidente Obama anunció también que habría de expedir una “resolución ejecutiva” (que es algo así como un decreto) para avanzar en el tema de la migración, puesto que el Congreso sigue sin poder ponerse de acuerdo para aprobar un proyecto coherente que regularice la situación de millones de personas, y les ofrezca una ruta alternativa de solución viable. Los diputados y senadores no logran un consenso para tales efectos y el mismo titular del ejecutivo anunció que habría de “saltarse las trancas” y dejar de lado al Legislativo para solucionar el problema.

 

¿Dónde está entonces la solución que el presidencialismo de Estados Unidos ofrece?, ¿es cierto que el sistema washingtoniano funciona, a pesar de los perversos incentivos que la oposición tiene para bloquear absolutamente todo? Como dije al inicio, yo opino que el presidencialismo no funciona, pero en el caso de Washington sí (un poco) debido a la fortaleza de sus instituciones y al servicio profesional de carrera. Estos dos elementos, aunados a un fuerte y sólido estado de derecho, logra que incluso las complejidades del presidencialismo inflexible sean superadas. Lo grave es cuando estos elementos no se encuentran presentes, y entonces, el presidencialismo y la democracia misma comienza a resquebrajarse. Hemos visto muchos casos en el continente, así que debemos poner atención al nuestro. Por cierto, ¿ya vieron la encuesta que hizo el INE respecto a qué forma de gobierno – democrática o autoritaria – se prefiere en México? Échenle un vistazo y se sorprenderán de las respuestas a favor del autoritarismo per se.

 

@fedeling