El mundo está cambiando. Y pobres de aquellos que siguen creyendo que México es el mismo de los 70, donde la democracia era prácticamente inexistente, la corrupción parte de la normalidad, el nepotismo una forma de hacer política, la violación de derechos humanos sistemática y la impunidad parte de la cotidianeidad. Pobres de quienes siguen comportándose así, creyendo que las sociedades no evolucionan y que seguirán callando, porque le saldrá muy caro, no será un proceso sencillo.
Sin embargo, hoy en nuestro país cada vez son más quienes se suman a la ola de ciudadanización, en algunos sectores de la población la indignación se ha convertido en acción, comprometida, de resistencia, de innovación o simplemente de denuncia. Todo ello en gran medida, gracias a que nos encontramos en la era de la sociedad de la información y del conocimiento, aunque, insisto, muchos no lo quieran entender.
La información, en este contexto, sin duda juega un papel fundamental, y quienes lo saben y detentan el poder, en auténticos actos de supervivencia, han luchado para tener el control de ésta, ¿cómo? limitando el acceso a la información a los ciudadanos, generado esquemas gatopardistas, para que estos, al no obtenerla, sigan delegando el poder a sus gobernantes. Sin embargo la realidad comienza a cambiar y los esquemas de distribución de poder comienzan a ser más horizontales y menos verticales, aunque, y perdón que insista, muchos no lo quieran entender.
Hoy, muchos de los mexicanos que cuentan con datos e información relevante que pudiera dar inicio a serias investigaciones periodísticas o judiciales, para perseguir actos de corrupción, violación a derechos humanos e impunidad, callan, por miedo, por falta de mecanismos de protección hacia sus personas y de canales viables que garanticen el uso correcto, eficiente y de manera ética y responsable de lo que se filtre.
En este contexto, sorprende y sorprende bien, el lanzamiento de Méxicoleaks, que a pocos días de su creación ya ha alcanzado un gran número de seguidores, polémica en la red, miedo en algunos y expectativa en otros. Y que pretende ser una herramienta ciudadana que funga como catalizador social para el filtrado de información mediante un mecanismo anónimo, seguro confiable y respaldado por diversos medios de comunicación. Situación que eventualmente permitirá la realización de reportajes de investigación, mediante la información proporcionada, a la que muy probablemente el periodista tenía poco o nulo acceso. Rompiendo lo que tradicionalmente estamos acostumbrados.
La suerte está echada, y el éxito de dicha plataforma que surge bajo el esquema principal de la colaboración, será el sentido de apropiación de la herramienta de parte de la ciudadanía, de aquellos ciudadanos comprometidos con la transparencia, de valientes que estén dispuestos a ser los whistleblowers que tanto requerimos en nuestra sociedad para ventilar lo que tanto sucede y de lo que muy pocos se enteran. Y sin duda de la pericia de quienes estén a cargo de esta plataforma, para en primer lugar, abrirla eventualmente al libre acceso a cualquiera de quienes estemos interesados acceder a esa información, sería un grave error mantenerla cerrada a 5, 10, o 20 medios, por independientes que sean.
Y en segundo lugar, a saber cuidarse, protegerse y respaldarse jurídicamente ante las posibles represalias a las que serán expuestos y que ya hemos visto con el reciente escándalo de Noticias MVS al despedir injustificadamente a dos de sus principales reporteros de investigación, precisamente por su presunta colaboración con la plataforma.
Cabe resaltar que dicho esfuerzo es la suma de muchas partes, y para que fuera posible el desarrollo de Méxicoleaks se contó con el apoyo de las ONG Free Press Unlimited y de la Associated Whistleblowing Press.
A mí me emociona y mucho lo que puede desencadenar Méxicoleaks, no sé a ustedes…