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El Joker vive en Chile

Sigue vivo, sigue saliendo a las calles en disconformidad con la brecha social que ha marcado la vuelta a la democracia. | Consuelo Reyes

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Escrito en OPINIÓN el

A principio de octubre fui al cine a ver el Joker. No soy seguidora de los comics, pero me pareció una buena idea ir motivada por los comentarios de la gente. No sé qué opinar de la trama, pero me llamó la atención el abandono que vivía el Joker y el enojo que ardió como leña seca en las calles de Ciudad Gótica. A los pocos días, Chile, el país de donde vengo, se transformó en Ciudad Gótica.

Según las cifras entregadas por el Banco Mundial, rescatadas por la Fundación Sol, el 1% de las personas más ricas en Chile, concentran el 33% de los ingresos que se generan en el país anualmente. A este grupo de elite, pertenece Piñera y su familia. En este caso, el Thomas Wayne del Cono Sur, llegó a gobernar poniendo por delante -como ha sido tradición en el Chile neoliberal post dictadura- al empresariado, haciendo crecer el sentimiento de abandono en el joker: los chilenos de clase media y baja.

Después de 30 años -tras la vuelta a la democracia- no sólo se siguió replicando la Constitución elaborada en dictadura, sino que se volvió sólido el modelo neoliberal haciendo de Chile el paraíso para inversionistas y empresarios, pero acrecentando año tras año la brecha económica. Claro, como declaró el Presidente Sebastián Piñera días antes del estallido social “Chile era un oasis en Latinoamérica”, pero más bien era el espejismo de un oasis que escondía tras las millonarias ganancias corporativas, una realidad donde el salario mínimo es de $7,900 pesos y donde un 50% de trabajadores ganan alrededor de $9,800 pesos -un gran porcentaje menos- en un país donde el promedio de gasto mensual supera los $11,000.

Ante esta realidad, en Chile existen -según la Fundación Sol- 11.5 millones de endeudados de un total de 19 millones de habitantes. Lo más grave de esa cifra es que la fuerza laboral asciende a 8.5 millones de personas. Es decir, hay 4.6 millones de deudores que no tienen cómo pagar las mensualidades. ¿En qué se endeuda la gente en Chile? No sólo en satisfacer sus necesidades básicas, también en educación, salud y justicia. En el oasis de Latinoamérica, si no pagas simplemente no estudias o puedes morir esperando un turno de atención en un hospital público.

En Chile la educación es un bien de consumo, por tanto, tiene un costo. Para estudiar, muchos jóvenes recurren al Crédito con Aval del Estado (CAE), préstamo al que han accedido más de 870 mil estudiantes quienes terminan pagando por 20 años una carrera que dura 5. En dictadura no sólo se privatizó la educación, también la salud. Todos los trabajadores están obligados a cotizar el 7% de su sueldo en planes de salud, puede ser en sistema público o privado. El primero sufre de colapso y falta de disponibilidad para la atención, el segundo tiene planes discriminatorios por género y cuenta con un excesivo costo por consulta y procedimientos.

¿Qué decir de las jubilaciones?, bordean los $3,500. Suma y sigue, las colusiones de las farmacéuticas para promediar los precios y con ello presentar los costos en medicamentos más altos de Latinoamérica -en promedio $540 por medicina- la colusión del papel higiénico, sí del papel higiénico, la venta a extranjeros y privados de los recursos naturales, la explotación de los mismos afectando directamente a las comunidades aledañas, el alto coste de los servicios básicos y el aumento en el pasaje de metro.

Este último punto fue la mecha que prendió al Joker chileno. Teniendo uno de los transportes más caros de la región, el Presidente anunció a comienzos de octubre una nueva alza, estimando que el valor de un pasaje en metro quedaría sobre los $20. Declaraciones desafortunadas del entonces Ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, quien señaló que “el que madrugue puede ser ayudado con una tarifa más baja”, caló hondo en la rabia de los chilenos.

¿Acaso un Ministro puede estar tan alejado de la realidad del país para el que trabaja? ¿No sabe que gran parte de los trabajadores demora al menos 2 horas en trasladarse en la región metropolitana? Estas palabras despertaron al Joker a través de los estudiantes secundarios -preparatoria- quienes convocaron a una evasión masiva del metro. Desde ahí hasta hoy ha pasado un mes. Un mes donde las manifestaciones no han cesado, un mes donde el Gobierno remeció la memoria de muchos sacando los militares a la calle, un mes donde se han violado los derechos humanos a través de una dura represión que cuenta con 23 muertos, más de 2 mil heridos y 6 mil detenidos.

En tanto, el ego del Thomas Wayne de Latinoamérica ha sido tan grande que a pesar de todo el clamor de la gente, a pesar de las más de 1 millón de personas que se congregaron en la marcha más masiva que se tenga registros, ha tenido una respuesta lenta y confusa. Fue el parlamento quien decidió discutir la idea de Asamblea Constituyente, la petición base de los distintos sectores sociales. Una carta magna que destruya los cimientos construidos en dictadura y que libere un poco a Chile del desgarrador neoliberalismo que hunde a quien no tiene dinero.

Los diputados y senadores acaban de acordar -el viernes pasado- una “Convención Constitucional” con miras a reescribir desde cero el documento escrito en el periodo de Pinochet. En primera instancia habrá un plebiscito para determinar si será 100% representación de delegados electos democráticamente o si será mixta, compuesta por 50% de delegados y 50% de parlamentarios. La primera opción se parece mucho más a lo que pide la ciudadanía en este punto, pero en política siempre hay una letra chica.

El alza de pasaje de metro fue congelada y hay un avance para lograr un acuerdo en materia constitucional, pero de salud, educación, pensiones dignas, recursos naturales aún no hay respuesta. Mientras los políticos siguen dirimiendo cómo se llevará a cabo el proceso constitucional, el Joker chileno sigue vivo, sigue saliendo a las calles en disconformidad con la brecha social que ha marcado la vuelta a la democracia. Chile despertó es la consigna, Chile despertó y no va a volver a dormir. Dejé mi país hace 7 meses y sin duda, cuando vuelva voy a encontrar una realidad distinta, espero que a favor de los ciudadanos. En tanto, seguiremos pendiente de esta trama que volvió realidad la fantasía de los comics.

Consuelo Reyes es periodista y fotógrafa chilena radicada en México. Con más de 7 años de experiencia en temas de sustentabilidad y relaciones públicas. Ha escrito para medios de Latinoamérica y Europa acerca de energía renovable y sustentabilidad.