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El individualismo y el pensamiento transformador

Las ideas se polarizan sin que parezca cuál de las posturas tiene mayores argumentos para cambar a un México que vive en el agravio. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

Vivimos tiempos en los que la inmediatez es el mandato principal de la sociedad. Las voces que reclaman soluciones rápidas a una serie de pendientes del estado mexicano, se suceden cada vez con mayor vehemencia al grado de alcanzar niveles de intolerancia.

Es verdad, la sociedad mexicana está cansada y agobiada por cientos de agravios sufridos al amparo de la impunidad, la inseguridad, el abuso de autoridad, el engaño, la corrupción y un sin número de promesas no cumplidas y frustradas por factores ajenos a su voluntad.

El hartazgo de la sociedad mexicana y de cualquier otra bajo esas circunstancias, es natural y la inmediatez con la que se exigen soluciones rápidas, es una obviedad.

Quienes votaron por López Obrador tenían, y aún tienen, la intención de generar un cambio, un intento por hacer las cosas de manera diferente y de demostrar que los mexicanos tenemos la capacidad de reinventarnos.

El dilema es que como en todo cambio, el gobierno de López Obrador ha generado dudas, miedos e incertidumbre. Sobre todo entre quienes consideran que están en riesgos sus privilegios, o ya han sido trastocados.

Quienes se sienten agraviados por el actual gobierno, son históricamente sus más encarnizados detractores. Es ese mismo grupo que en su momento generó las campañas del miedo que evitaron que López Obrador llegara a la presidencia dos sexenios antes.

Seguir promoviendo el miedo ha contribuido a profundizar las diferencias de la sociedad, y las redes sociales se han convertido en el coliseo romano, en donde se exacerban las ideas de unos y otros.

Cada postura defiende sus argumentos, válidos para sí mismos. Ante lo que para unos es falta de capacidad e ineptitud del gobierno actual, para otros, es la revalorización de la sociedad y las ideas más allá del beneficio personal.

Para unos, es primordial mantener el crecimiento económico que les hizo creer que era “progreso”, para otros, ese estado de “bienestar ficticio” estuvo sustentando por muchos años en la opresión, el saqueo, la violencia y el abuso de poder.

El asunto es que los grupos que manejaron la política y la economía mexicana en los últimos treinta años, siguen utilizando el miedo como método de control social y político. Con la táctica del temor, pretenden restar credibilidad a los intentos del actual gobierno por cambiar las estructuras que privilegiaron a unos cuantos al cobijo de la impunidad y la corrupción.

La estrategia del miedo, hizo creer a un segmento de la sociedad que el bienestar individual, es el máximo privilegio que les otorga la ciudadanía, lo que para ellos, es una definición de democracia fundamentada en privilegios y componendas. Romper con esas canonjías, es atentar contra la libertad y la democracia de quienes piensan de manera individual.

En días pasados, José Mujica expresidente de Uruguay, se presentó en la Universidad Iberoamericana en donde dictó una magistral conferencia en la que entre otras cosas, dirigiéndose a los estudiantes y público asistente; recomendó alejarse del mercado de consumo. Ese que les han hecho creer a las sociedades, que tener y comprar más bienes materiales, es sinónimo de progreso y que los ha encasillado en pensar únicamente en sí mismos.