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El idealismo subversivo de Topol

Jáchym Topol ha vivido involucrado en la clandestinidad artística y política.

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Escrito en OPINIÓN el

A finales de 1989, Checoslovaquia sufrió una de las transformaciones más interesantes que país alguno dentro del bloque de la Europa comunista tuviese hacia un proceso de democratización, al introducir una economía de mercado y reincorporarse a Occidente tras La Revolución de Terciopelo que produjo la caída de este aliado soviético.

 

Sin embargo, el movimiento tiene su antecedente en 1977, cuando un grupo de intelectuales, siguiendo la línea del espíritu de la Primavera de Praga, publicaron un manifiesto en el que expresaban su disidencia con el régimen establecido, conocida como la “Carta 77”.

 

En este documento histórico, se pueden encontrar firmas de apoyo de artistas, intelectuales, políticos, líderes sociales y jóvenes virtuosos que vislumbraban un mejor futuro para Checoslovaquia y sus habitantes, que dicho por muchos de ellos, ha tenido importantes avances, aunque queda mucho en qué seguir trabajando.

 

De los firmantes de la “Carta 77”, el disidente más joven en hacerlo fue Jáchym Topol (1962), una de las voces checas más valientes y vibrantes que surgieron en el plano literario desde la Revolución de Terciopelo en 1989 y quien posterior a éste suceso, ha vivido involucrado en la clandestinidad artística y política.

 

Y es a partir de su experiencia durante la revolución, que construye una novela magistral, lúcida y admirable: Sestra, que comienza con el relato de la huida de Praga de los refugiados de Alemania Oriental; donde a través del narrador y protagonista Potok, somos testigos de los diversos matices que tiene este hombre durante su periplo.

 

Al estilo dantesco, Topol recrea una Checoslovaquia semidestruida en la que Potok se encuentra recluido y buscando a su hermana –y en medio de las caóticas calles de Praga–, él y los pocos habitantes que aún subsisten se ven en la apremiante necesidad de crear medios de supervivencia “temporales”, que los llevan a incurrir en faltas y violaciones a las deterioradas e inexistentes leyes checas de la época.

 

Sestra, representa un reto difícil al lector no familiarizado con la cultura de este país de la Europa Central, en la que por medio de una construcción coherente de la historia europea, vislumbramos pasajes oníricos de cortante realismo social, sucesiones alucinadas y alegorías enigmáticas que bien se pueden leer como la declaración de independencia de la moderna imaginación checa.

 

La incertidumbre de los habitantes de lo que fue ulteriormente la República Checa y Eslovaquia, se ve reflejada en esta novela, ya que la preocupación en temas sociales, morales, religiosos, económicos, políticos e incluso lingüísticos no se dejan esconder en sus páginas.

 

Sestra, que en checo significa: Hermana, es quizá de las pocas obras literarias en la que los sucesos posteriores a la Revolución de Terciopelo son de gran interés y mantienen un enfoque primordial, asimismo, es también una de las primeras en utilizar a plenitud el checo coloquial, donde el autor hace gala de su inventiva con el argot y las irreverencias de un lenguaje reprimido por décadas de ocupación.

 

Al adentrarnos a esta sofisticada novela, nos damos cuenta de lo frágil que se presenta el ser humano en la persona de Potok, que sirve de referente para explicar el decadente sistema político que deja atrás el comunismo.

 

Finalmente, Potok encuentra a su hermana y así accede a la reivindicación social, moral, familiar y nacional.

 

Jáchym Topol, escritor y poeta subversivo de admirable talento que trasciende las fronteras de muchos sistemas político

 

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