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El hackeo de la mente

“No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo”: Oscar Wilde.

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Escrito en OPINIÓN el

 

Hoy más que nunca se habla de un tema en el que todas las personas tienen una postura dependiendo de lo que uno u otro perciba del mismo: las redes sociales digitales.

 

Nadie parece haber encontrado la fórmula mágica para el manejo del social media, y es que nunca como ahora hemos estado más individuos participando de esta gran red en la que lo mismo compartimos estados de ánimo como grandes decisiones.

 

Los supuestos gurús de las redes han desarrollado una serie de Do´s and Dont´s (que si y que no)  del ciberespacio, como si la humanidad estableciera un sistema de reglas para su expresión. Hablar de un correcto comportamiento en redes sociales digitales es hablar, sí de reglas de etiqueta, pero también el intentar constreñirlo es desear acallar las expresiones individuales de seres que lo mismo atraviesan una crisis de cualquier tipo como quienes, aun fuera de este mundo no se atreven a participar por el temor a ser criticados.

 

La actualidad presenta ante nuestros ojos varios planteamientos como la desaparición de la línea que dividía la vida pública de la privada, hablando de medios de comunicación la era digital ha ayudado a crecer en fama y popularidad mas a individuos que a medios y hoy vemos, a diferencia de antes, cada vez más casos en los que un autor se ayuda a través de las redes para llevar su mensaje, de suyo más inmediato, al público.

 

El ecosistema cibernético nos permite escuchar voces que antes, sin el apoyo de las redes no hubieran conocido lectores o seguidores. El surgimiento de personajes que antes no hubieran conocido la fama sin la ayuda del mass media es cada vez mayor, sin embargo asícomo las generaciones acortan el surgimiento de la brecha entre ellas gracias a la adolescencia y la madurez prematuras, asítambién es pasajera y efímera la fama de quienes gracias a las redes han encontrado un canal y un beneficio, ya sea para el bolsillo o para el ego.

 

La realidad es que ahora más que nunca la noticia empieza a ser más posicionamiento que nota, prejuicio antes que imparcialidad, postura sin análisis, pero asítambién la noticia es efímera, sin permitir al hecho que la provoca el tiempo refractario necesario para su digestión, análisis y lo que resulta más delicado: su enseñanza.

 

Vivimos sin duda una era que bien podría identificarse como niñez digital, somos infantes sin adultos que descubrimos día a día lo que un comentario puede ocasionar en nuestras redes. Víctimas de una publicidad que nos hackea la mente a través del deseo o del gusto nos convertimos poco a poco en consumidores irresponsables de los productos hablados, es decir, dejamos en manos de otros nuestras opiniones, nuestra creatividad, nuestra imaginación.

 

Todo estádigerido y no hay tiempo para analizarlo.

 

Tal vez la herencia más importante que la Generación X deje como legado a la historia sea la misma y repetida breve reflexión: la absoluta carencia de identidad que se suple por las opiniones, los productos y las tendencias de la masa. Nos encajonamos, como generación, entre Noam Chomsky y Aaron Swartz, ninguno perteneciente a la generación del hombre light.

 

Nunca como ahora una generación ha experimentado la nostalgia por el futuro, vivimos una realidad cotidiana que nos ha vendido la mentira más grande de todos los tiempos: creemos que somos dueños del tiempo. Y más alláde las presuntuosas implicaciones filosóficas que plantea esta realidad un hecho es cierto y se repite cada vez que estamos más y más interconectados: estamos tratando de ganarle al tiempo viviendo ideológicamente en el mañana.

 

Las noticias que ayer surgieron en las redes mañana serán encabezados de los diarios y también nota muerta; viejo acontecimiento que, contadas excepciones, nadie discute ni analiza. Decidimos estacionarnos en lo que nos divierte y nos hace sentir parte de una comunidad sin expresión ni voz propia.

 

“No era penal”. 

 

Decidimos convertirnos en activistas de escritorio porque aunque nos espante la realidad injusta y monstruosa que a veces nos recuerda el mundo en el que vivimos, el estar detrás de la pantalla nos hace sentir más seguros. Nunca salimos a tomar las calles para protestar, no votamos y cada vez damos menos abrazos.

 

Más vale malo por conocido…

 

Nuestros apegos cada vez mayores a lo material nos convierten en jóvenes ancianos que no desean aprender las nuevas formas, es la historia más vieja del mundo, lo pujante de las nuevas generaciones y la incapacidad de las anteriores de comprenderlas solo que hiperbolizada por la aceleración que experimentamos desde hace relativamente poco.

 

Somos la generación más aprehensiva de la historia, los juguetes que de niños nos divirtieron ahora son los blockbusters de verano, exigimos los productos que antes sólo imaginamos. Gran ironía serárompernos el cuello al subirnos a la patineta voladora.

 

Somos la generación del teléfono de disco y del iPhone, de la tv análoga y digital, del 8track y el mp3, de la gasolina y los coches eléctricos, nosotros sustituimos las viejas enciclopedias de la casa de los abuelos por el internet, ahora nos quejamos porque los milenials nos saben investigar.

 

Somos la generación de Maleficient, la primera decisión financiera de la industria cinematográfica que reconoce el fin de la hegemonía del hombre y el ascenso del gobierno de la mujer.

 

Nosotros inventamos los domingos de ansiedad, en donde el temor a quedarnos solos obligándonos a ver hacia adentro no nos gusta, huimos del insight. Nuestra película American Psycho, nuestracanción Fitter happier.

 

Estamos llegando a nuestra maduración y preferimos no hacerlo porque creemos que madurar es empezar a morir, no tenemos modelos ni ídolos, nunca los tuvimos, por eso adoptamos los de generaciones atrás, adoramos a James Dean y al Che Guevara, tenemos sus rostros en camisetas y posters sin embargo nunca leímos de ellos y creemos que tener clase y elegancia es escuchar a Sinatra, pasamos por intelectuales cuando hablamos de Andy Warhol.

 

Despreciamos nuestra propia voz.

 

Hemos hackeado nuestra conciencia, al no participar, al decidir no ser corresponsables de lo que hoy permitimos a los gobiernos que hagan y si bien, los medios de expresión son cada vez más y el acceso a la red es cada vez mayor desde hace tiempo decidimos convertirnos en amantes del like, caballeros del faveo, adoptantes del retweet, autómatas del sign in que “cumplen”del click para afuera con la tremenda responsabilidad de pensar el futuro y construir un legado que siente un precedente para las futuras generaciones.

 

Amantes del activismo light todo en nuestras vidas lo es, preferimos en nuestras reuniones las listas prefabricadas de spotify o cualquier cosa que sea easy listening.

 

Somos, sin duda, la generación del “cero comentarios”.

 

Discrepemos en este foro o en @_TORRESBERNAL