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El Gran Garrote en Venezuela

El manejo por parte de Trump acerca de su apoyo a Guaidó y de su administración reaviva pasajes sombríos de la historia latinoamericana. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Cuando el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, se auto declaró presidente interino de ese país, acorde con su política contra el régimen de Nicolás Maduro, Donald Trump rápidamente anunció que Estados Unidos reconocía a Guaidó. No obstante, este reconocimiento amerita una reflexión más a fondo, ya que el manejo por parte de Trump y de su administración reaviva pasajes sombríos de la historia latinoamericana del siglo pasado.

A pesar de que la crisis en Venezuela no formó parte de las prioridades de campaña de Donald Trump, en 2017 y 2018 Trump provechó la Asamblea de las Naciones Unidas para arremeter contra Nicolás Maduro y acusarlo del deterioro de la situación política, económica y social de Venezuela. Trump utilizó estos mismos argumentos para aplicar sanciones que contribuirían a empeorar la situación económica de la población del país, la cual comenzó a emigrar masivamente como consecuencia de las sanciones que originalmente estaban dirigidas al régimen de Maduro.

A pesar de que en septiembre de 2017 la administración de Donald Trump se unió al Grupo de Lima para dar seguimiento y buscar una salida pacífica a la crisis venezolana, la intervención militar ha formado parte de las opciones para algunos miembros del gabinete de seguridad de Trump, quien a mediados de 2017 fue disuadido de tomar acciones militares contra el régimen de Nicolás Maduro.

Fue hasta la entrada de Mike Pompeo como secretario de Estado y de John Bolton como consejero de Seguridad Nacional en abril de 2018, que la presión estadounidense al régimen de Maduro parece tornarse más dura. Inclusive en septiembre de 2018 un rotativo estadounidense publicó que miembros del gobierno de Donald Trump sostuvieron reuniones secretas con militares venezolanos para discutir los planes de un golpe de estado. Sin embargo, debido a la impopularidad histórica de las injerencias estadounidenses en América Latina y que el uso del presupuesto es cosa seria para el presidente, aunado a de que la idea de salvar al mundo no va con Trump, éste optó, en ese momento, por las sanciones económicas y por el apoyo político a la oposición venezolana.

¿Solución militar?

No obstante, una solución militar no ha sido del todo descartada para Estados Unidos, como lo reveló el incidente de la semana pasada de las notas de Bolton sobre el envío de efectivos militares a Colombia y que ha reavivado el temor de resucitar la política del Gran Garrote que ya había quedado atrás.

Si bien el reconocimiento de Estados Unidos al gobierno interino de Juan Guaidó busca justificarse en razones humanitarias, en la necesidad de restablecer la democracia y cuestiones de seguridad y estabilidad regional, la posición estadounidense no está exenta de riesgos, principalmente porque Nicolás Maduro tiene el poder de facto, reclama autoridad legal y cuenta con el apoyo de una parte de la comunidad internacional.

Hay que tener presente que el reconocimiento directo de Donald Trump a Juan Guaidó como autoridad en Venezuela provocó que Nicolás Maduro anunciara la ruptura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, y ordenó a los diplomáticos estadounidenses abandonar Venezuela en 72 horas. Por el contrario, Juan Guaidó dio la bienvenida a los diplomáticos para permanecer en el país. Las líneas opuestas de Maduro y Guaidó situaron a los diplomáticos estadounidenses en una disyuntiva ya que, de negarse a abandonar territorio venezolano por la supuesta falta de autoridad legal de Maduro, éste podría forzar su salida con el respaldo de las fuerzas de seguridad de Venezuela con las que cuenta. Ante esta posibilidad, el siguiente paso fue de Mike Pompeo quien abiertamente declaró que Estados Unidos no considera que “Maduro tenga la autoridad legal para romper relaciones diplomáticas con Estados Unidos o declarar a diplomáticos personas non grata” y aprovechó para “pedir a las fuerzas militares y de seguridad de Venezuela proteger a los ciudadanos venezolanos, estadounidenses y de otros países”. Las declaraciones de Pompeo han puesto a las fuerzas del orden venezolanas ante el dilema de decidir a quién deben lealtad, si a Guaidó o a Maduro, disyuntiva compleja ya que Pompeo expresó que Estados Unidos tiene la intención de apoyar a quienes se alinean con Guaidó.

En la misma línea dura, en su discurso ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Mike Pompeo dejó claro que el reconocimiento estadounidense a Guaidó no era simbólico, sino que se basaba en el marco legal que la Constitución de Venezuela le otorga a Guaidó para autonombrarse presidente interino e hizo un llamado a las demás naciones para seguir su liderazgo. En estas circunstancias es cuando el cambio en el reconocimiento a un nuevo gobierno que carece de la capacidad para llevar a cabo las funciones del estado por sí solo puede precipitar una crisis política y de seguridad para Venezuela.

Es un hecho que Guaidó aún no ejerce el control de facto sobre Venezuela, aunque Estados Unidos y otros estados crean que es el representante idóneo para el pueblo venezolano, lo cual convierte al país en una bomba de tiempo que debe desactivarse en el corto plazo mediante fórmulas de compromiso que involucren a todas las partes y que, tarde o temprano, deben resolverse en las urnas.

En este sentido, la posición neutral de México y Uruguay apuesta por apoyar un mecanismo de diálogo entre los partidarios de Maduro y de Guaidó que privilegia dar una salida política a esta difícil situación. Hay que tener presente que la única solución al conflicto es que el pueblo de Venezuela manifieste su voluntad sufragando. De ahí la importancia de que Maduro y Guaidó alcancen un acuerdo para convocar elecciones libres, justas y verificables.

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