Es un comentario que un buen amigo me hizo hace unos días. Debo aclararles lectora, lector queridos, que él es un “chiva de corazón”, como así me lo hizo ver, y bueno, con razón o no, coincidiendo con mi amigo, mismo que en materia de futbol sabe todo, hay motivos de sobra para no estar contentos con una selección nacional que no sé si ya se terminó de conformar, a unas horas del primer partido.
Sin embargo, el artículo de José (Pepe) Woldenberg me hizo caer en la cuenta de que: primero, no hay que apasionarse; y segundo, el futbol es eso, una competencia, como son las Olimpiadas y en donde los triunfadores son, sin lugar a dudas, los mejor preparados.
Desafortunadamente, este no es el caso de nuestra selección, los jugadores sufren igual que nosotros las complicaciones y la tragedia del país en que vivimos.
No obstante, tenemos que apostarle a la oncena nacional y desear fervientemente que ganen y que se traigan la copa. ¿Por qué no?; si en algo se vale soñar y tener esperanzas, es en las competencias deportivas, y en este caso, en el futbol.
Soñemos sin apasionarnos, con nuestros pies muy bien puestos en la tierra y convencidos de que esta vez vamos a dejar solo al Ángel de la Independencia. A final de cuentas no pasa nada, ganará quien deba ganar y yo espero, curándome en salud, que por lo menos sí gane el equipo al que los mexicanos siempre terminamos apostándole, el de Brasil, o ya de perdida, aunque no me gustan mucho, los argentinos.
Todo está listo para que este día inicie el Mundial 2014, la copa del mundo que se disputa cada cuatro años.
Abstraernos del tema es casi imposible, la ceremonia programada a las 2 de la tarde de hoy (hora de México), seguramente atraerá la atención de gran parte de los mexicanos y no dudo que incluso, en diferentes sectores de la sociedad, se suspendan actividades para estar pendientes del arranque mundialista y de los días 13, 17 y 23, que es cuando jugará el representativo nacional. No sé si vayan a ganar, ojalá que sí, pero los que no dejarán de ganar son los bares, que estarán abarrotados sirviendo copas al por mayor por el triunfo o la derrota de la selección.
Nos guste o no, es la selección de México y hay que apostarle a que gane.
Desde hoy y hasta el 13 de julio hay que dejarse envolver por el ambiente, como dice Woldenberg: “hay que ver los partidos con el ánimo de quien acude a una fiesta, como quien se apresta a tomar un avión para unas felices vacaciones”.
En las canchas de Brasil no se jugará el honor de nadie, ni la dignidad de la Nación y mucho menos se canjeará la Patria.
Se trata sólo de ganar y perder metiendo o recibiendo goles, disfrutando la máxima expresión del mejor futbol del mundo, sin caer en la exageración de algunos de legisladores que estuvieron a punto de declararse en recesión y propusieron dejar para después la discusión de las Leyes secundarias de las Reformas Energética y de Telecomunicaciones, bajo el argumento de que el Mundial de Brasil será un distractor que permitirá la aprobación de Leyes a modo que sólo beneficiarán a unos cuantos y no a todo el país.
Y si usted, lectora, lector querido, no tienen inconveniente, muchas gracias por sus amables comentarios y aportaciones, nos leemos el próximo jueves.
PD: La pregunta de cada Mundial es: “¿Pasará México a la siguiente ronda?”.
Aunque la historia ha favorecido al equipo Tricolor en los últimos seis mundiales en los que ha participado, estadística de la que no pueden presumir escuadras como Francia o Argentina, en esta edición la primera fase de la eliminatoria se antoja complicada. Las características en cómo se integró el cuadro mexicano y la actitud mostrada por la oncena nacional durante la eliminatoria, nos hace exclamar ¡sólo en sueños lograremos avanzar!
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