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El falso dilema aeroportuario

Creo que los grandes proyectos de infraestructura pueden o deben consultarse con la población, pero sí y sólo sí la consulta se basa en un planteamiento serio. | Leonardo Martínez

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Escrito en OPINIÓN el

Imagínense que están enfermos y que un equipo imparcial y honesto de médicos les pide escoger entre dos intervenciones quirúrgicas alternativas para mitigar los síntomas de su enfermedad.

El grupo médico les explica las diferencias básicas entre ambas alternativas: las intervenciones se hacen desde diferentes partes del cuerpo; los efectos sobre los tejidos y los órganos del entorno de cada intervención son distintos; los conocimientos que se tienen sobre los métodos de intervención y los efectos correspondientes son muy diferentes; y los costos de cada una, así como de los tratamientos postoperatorios, difieren significativamente.

Una vez que les han dado toda esa información, los médicos les piden que escojan a cuál de las dos alternativas prefieren someterse y les ayudan a sintetizar la información que les han dado en un dilema muy simple: ¿prefieren irse por la operación más cara o por la más barata?

Aunque hasta aquí todo parece indicar que ustedes como pacientes cuentan con la información completa para tomar una decisión crítica sobre su estado de salud en los próximos años, la verdad es que les están pidiendo que tomen una decisión importante con base en un falso dilema porque los médicos no les han explicado lo más importante de todo: que los alcances de ambas alternativas, en términos del número de años durante los cuales podrían mejorar su estado de salud y su bienestar general, son muy diferentes y por tanto las diferencias en los costos están directamente relacionadas con las diferencias en los beneficios futuros.

Esto último tiene implicaciones cruciales para poder tomar una buena decisión, pues abre la puerta a la posibilidad de tener diversos escenarios de decisión. Puede ser que en uno de ellos la relación entre los costos totales y el número esperado de años con una mejoría del estado de salud favorezca a una opción, pero también puede ser que en otro escenario la relación favorezca a la otra alternativa. En todo caso la obligación ética del equipo médico es plantearles el dilema en estos términos, de manera transparente y sin ignorar ni dejar fuera ningún elemento que sirva para tomar la decisión que mejor les convenga.

En el ejemplo que pongo, sin prejuzgar sobre la honestidad o sobre cuales pudieran ser las intenciones de fondo del equipo médico, el énfasis se pone en los costos absolutos tanto de la intervención como del tratamiento que deberá seguir el paciente, sin dimensionar esos costos con relación a los beneficios que ofrece cada una de las intervenciones.

Otro ejemplo parecido se daría si fuéramos a comprar un coche y el vendedor nos presenta dos opciones: la primera opción es más cara y presenta el inconveniente de que el total de los costos de mantenimiento a lo largo de la vida útil del automóvil es mayor que en el caso de la segunda opción, que es a todas luces más barata que la primera. Pero si el vendedor no nos aclara que la vida útil del auto “caro” es de, digamos 15 años, y que la vida útil del auto “barato” es de 5 años, de manera que los costos de mantenimiento de la primera opción son más altos porque se siguen pagando durante los 10 años de diferencia de las vidas útiles de los autos, entonces caemos en el mismo tipo de falso dilema del ejemplo anterior porque no se está tomando en cuenta que la corriente de beneficios netos que nos ofrece el auto “caro” es mucho mayor que la que nos ofrece el auto “barato”.

Dicho de otra manera, y juntando los dos ejemplos, una vez que se restan todos los costos de todos los beneficios obtenibles entonces los beneficios netos o la rentabilidad neta de la operación “más cara” y del auto “caro” serían mayores a los obtenibles de las opciones vendidas como “más baratas”.

Incluir y estimar todos los costos y beneficios

Estos ejemplos retratan un esquema de decisión típico en México y que cae perfectamente en la descripción que hizo recientemente la revista inglesa The Economist del tipo de procesos mediante los cuales se toman las grandes decisiones en nuestro país: éstos son desaseados, incompletos y apresurados. Sin duda, uno más de los factores que nos atan al subdesarrollo.

Sirvan pues los ejemplos anteriores para tratar de aclarar porqué una buena parte de la discusión pública sobre el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México se ha enfocado erróneamente, pues a veces se enfoca sobre algunos aspectos y otras veces sobre otros, cuando una evaluación correcta debe incluir simultáneamente, siempre, todos los aspectos del proyecto.

Un aeropuerto internacional es una obra de infraestructura inserta en uno de los ecosistemas complejos más sofisticados que se han creado, con efectos importantes en el país sede pero que también pueden alcanzar a una gran multitud de usuarios y no usuarios en otros países.

El punto que me interesa aclarar primero es que el ecosistema tiene dos dimensiones críticas que se relacionan biunívocamente, es decir, que su funcionamiento y su desempeño dependen de las relaciones entre las dos partes: la aérea y la terrestre.

El espacio aéreo es un recurso, como el suelo o como la mano de obra, que se puede aprovechar eficiente o ineficientemente y se define a partir de variables como la topografía de la región. Por ejemplo, una región plana permite contar con un espacio aéreo mayor que una montañosa, y si dejamos fuera por el momento la parte terrestre del aeropuerto, el número de aviones que puede volar simultáneamente y por minuto depende de las características del espacio aéreo.

En cuanto a la parte terrestre, el suelo se utiliza para construir las pistas, las terminales y toda la infraestructura de apoyo. La capacidad instalada, dejando fuera por el momento al espacio aéreo, depende de factores como el número de pistas y de si éstas están dispuestas de manera que puedan efectuarse despegues y aterrizajes simultáneos. Pero el desempeño de un aeropuerto no se puede modelar correctamente si no se incluyen simultáneamente los dos sistemas críticos: el aéreo y el terrestre.

Dicho lo anterior, el primer error recurrente en la mayoría de las discusiones sobre el aeropuerto es que las partes aérea y terrestre se abordan por separado, por ejemplo: por un lado se habla de los riesgos de colisión de los aviones y por otro se habla de los costos de mantenimiento y de los impactos ambientales, cuando los escenarios para evaluar el funcionamiento y los impactos sólo son válidos cuando se incluyen simultáneamente las dos dimensiones, la aérea y la terrestre.

Diferentes combinaciones de espacios aéreos con infraestructuras terrestres generan una gran cantidad de escenarios, todos con capacidades, costos, beneficios y vidas útiles distintas. La comparación entre proyectos alternativos sólo es válida cuando se comparan escenarios completos, nunca cuando se toman unos aspectos de uno para compararlos con otros aspectos de otro.

Claro que en un proyecto como el de un aeropuerto internacional uno de los retos es incluir y estimar, sensata y creíblemente, todos los costos y beneficios que éste ofrece, muchos de los cuales no están claros para la mayoría de la gente como se ha podido constatar con la avalancha de comentarios y opiniones en los medios y en las redes sociales. Y esto se debe sin duda a que los defensores de las dos opciones de ubicación no han sabido presentar, de una manera completa, sencilla y comprensible, los costos y los beneficios, directos e indirectos, que diferentes escenarios incluyen tanto para usuarios como para no usuarios del aeropuerto.

En suma, yo sí creo que los grandes proyectos de infraestructura pueden o deben consultarse con la población, pero sí y sólo sí la consulta se basa en un planteamiento serio, completo y escrupulosamente elaborado. Si no es así, como en los ejemplos de la intervención quirúrgica y de la compra del automóvil, un falso dilema incrementa la probabilidad de tomar una decisión en donde “lo barato” salga mucho más caro de lo que nos imaginábamos.

La planeación epidérmica de la ciudad

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