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El extraño color de la Ciudad de México después de las elecciones

La extraña mezcla de colores, por ahora, no es tan azul ni tan roja, bien manejada, podría abrir la puerta hacia la construcción de alianzas. | Norma Loeza*

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Escrito en OPINIÓN el

–“El color (…) era casi imposible de describir; y sólo por analogía se atrevieron a llamarlo color.”

“El color que cayó del espacio” de H.P. Lovecraft.

Pasadas las elecciones intermedias del presente año 2021, y una vez contados los votos, celebrados los triunfos y/o asumidas las derrotas, el resultado es que –como ya se esperaba– tenemos nuevos mapas políticos regionales, locales y nacionales en el país. 

Los resultados nos muestran avances territoriales para algunos partidos y alianzas, gubernaturas que cambian el color del partido en el gobierno, votos de castigo en diferentes entidades, y en general, puestos de elección que se definieron de formas diversas en medio de la muy poca o nula propuesta política mostrada durante las campañas.

El caso quizás más significativo es la evidente nueva división entre las alcaldías de la Ciudad de México, capital del país y en donde la polarización y división de opiniones encontró quizás la mejor expresión gráfica en la actualidad.

No tardaron en salir todo tipo de imágenes –incluso las que apoyaban mensajes clasistas y discriminatorios– en donde la CDMX se veía claramente dividida entre el azul, color asignado a las alcaldías ganadas a la Alianza PAN, PRD y PRI y rojo como el color de las alcaldías ganadas por Morena y sus aliados del PVEM Y PT. 

A primera vista, los colores claramente se asocian a los partidos líderes de esas alianzas: el PAN y Morena. También ejemplifican el conflicto entre izquierdas y derechas, o de dos partidos hegemónicos, como sucede con el partido Republicano y el Demócrata en Estados Unidos. 

Sin embargo, analizando más fino –y más allá de los memes, por supuesto– la verdad es que la idea de que sólo existen dos colores y dos opciones de cómo hacer política, no resulta tan fiel a la realidad. El triunfo de la alianza opositora, de hecho, no sólo se compone de color azul. Aquí habría que resaltar que lo que sobrevive en la capital del país de los antiguos movimientos sociales que vivieron al amparo del PRD y del PRI –como la Asamblea de Barrios o sectores de las organizaciones de vendedores ambulantes–, también fueron importantes para lograr la mayoría del voto, además del de castigo y el abiertamente opositor en algunas alcaldías.

Un voto entre azul, amarillo y tricolor resultó efectivo para capitalizar el descontento por el manejo de la pandemia y el derrumbe de la línea 12 del metro, sumándolo además al voto ciudadano que no dudó en manifestarse en contra de la actual administración.

Y no hay que olvidar tampoco, que en lugares como la alcaldía Cuauhtémoc, fue el “fuego amigo” entre morenistas lo que le da el triunfo a la alianza Va por México. La costumbre del antiguo PRD de formar “tribus” parece ser lo que llevó a una candidata cercana a Monreal a ganar una de las alcaldías más importantes y emblemáticas de la Ciudad, defendiendo los colores de la alianza opositora cuando le fue negada la candidatura por Morena.

Además de ello, en la otra mitad, el voto rojo para Morena también tiene tonalidades de sus aliados, e incluso algunas amarillas, provenientes de algunos perredistas que cambiaron de bando. 

Es claro que al final, no sólo es un tema de cómo uniformar o matizar los colores. Es un asunto de cómo cambia el mapa de las fuerzas y las correlaciones políticas, poniendo sobre la mesa las prioridades de los distintos grupos y las dificultades que ello entraña, ya que, de inicio, dichas prioridades se antojan difíciles de conciliar, aun cuando esa unión haya sido determinante para lograr el triunfo.

Es así, que el temor a una “derechización” de la ciudad, se desvanece un poco ante el mosaico de colores que están implicados en esta elección. Sabido es que, en la agenda panista, no están las demandas de la población LGBTTTIQ, el derecho a decidir de las mujeres, o la atención integral a las poblaciones callejeras frente a la gentrificación, por ejemplo. Y si bien Morena no era garantía de avance, tampoco representa hoy por hoy una visión de izquierda para los grupos discriminados de la Ciudad de México.

Sin embargo, el peligro real de la convivencia entre proyectos políticos no es el peligro de perder derechos, recordemos que las Alcaldías no tienen facultades para desconocerlos. Se requeriría para ello, una serie de modificaciones de la Constitución local, y por el momento, Morena conserva la mayoría en el Congreso capitalino, lo que dificultaría el avance de reformas anti derechos, si es que ese fuera el objetivo por alcanzar.

En realidad, lo preocupante serán las graves luchas internas que enfrentarán los diferentes bloques para echar a andar gobiernos en donde las carteras y comisiones se repartan sin dejar fracturas, lo cual se antoja muy complicado en virtud de los usos y costumbres que le conocemos a las diferentes corrientes políticas del país.

Sabemos que la clase política mexicana no es afecta a construir planes en colectivo, y si bien en estos momentos las alianzas fueron útiles y exitosas, será difícil negociar agendas comprometidas entre aliados partidistas que no necesariamente las comparten, y que además tienen compromisos con sus bases de votantes que no siempre son fáciles de conciliar.

La extraña mezcla de colores, por ahora, no es tan azul ni tan roja, y en realidad, bien manejada, podría abrir la puerta hacia la construcción de alianzas que no sólo sirvan para ganar puestos y curules, sino para echar andar propuestas colectivas e incluyentes. Esa sería la gran posibilidad que se puede ir de las manos en el momento en que no haya propuestas concretas, ni modo de frenar las luchas por el control político entre partidos, tribus y corrientes internas.

No habiendo certeza de cuál será el camino por tomar, la verdad es que se avizoran años intensos en el golpeteo político donde el bloqueo y la parálisis se pueden considerar riesgos posibles. Y es ahí cuando ya no haremos análisis de los colores o sus mezclas, sino –nuevamente– de las oportunidades perdidas para la democracia en México. 

*Norma Loeza 

Educadora, socióloga, latinoamericanista y cinéfila.  Orgullosamente normalista y egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Obtuvo la Medalla Alfonso Caso al mérito universitario en el 2002. Fue becaria en el Instituto Mora. Ha colaborado en la sociedad civil como investigadora y activista, y en el gobierno de la Ciudad de México en temas de derechos humanos análisis de políticas y presupuestos públicos y no discriminación, actualmente es consultora. Escribe de cine, toma fotos y sigue esperando algo más aterrador que el Exorcista.