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El Ejército de entonces. El Ejército de ahora

AMLO dijo que devolvería al Ejército y la Marina a los cuarteles. No fue así y se ha fortalecido su presencia con la creación de la GN. | Joel Hernández Santiago

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Escrito en OPINIÓN el

Uno de los eventos más importantes de mi vida, digo, de la parte de mi vida en la primera infancia (que es no hace mucho, ejem), era ver los desfiles militares. Sobre todo los de la celebración de la Independencia de México, que era los 16 de septiembre por la mañana, y no el 15 que se celebra el grito en la noche nomás porque don Porfirio cumplía años ese día.

Los mejores desfiles eran los que podíamos ver el abuelo y yo en el centro del entonces DF. Con cualquier pretexto nos veníamos a la capital, pero en el fondo lo que quería presenciar, y yo con él feliz, era aquella marcialidad, aquellas dignidad, disciplina, coraje, enjundia, orgullo, presencia, amor por la Patria (que viene de Padre). Todo ahí. Y nosotros al paso, a la orilla, viendo cómo avanzaban los soldados, cómo gritaban las ordenes de “¡Paaaaaaso redoblado: ya!”, “¡Firmes, ya!”, “¡Avancen, ya!” Todo era exacto, y todo era como la manecilla del reloj: en punto exacto.

Los uniformes verdes de la tropa, sus cascos, sus gorras, sus insignias, sus corbatas y fajillas, las botas relucientes que hacían vibrar aquel piso de cemento que no parecía inmutarse y sí sentirse feliz porque pasaban los hombres y mujeres que habrían de salvar a la Patria de cualquier amenaza. Ellos tendrían a la Patria ‘limpia y diamantina’.

Y nosotros, y la multitud, aplaudíamos y aplaudían, y aplaudían al paso de cada uno de los contingentes, que eran muchos y que yo, sobre los hombros del abuelo, estaba feliz porque aquello era contagioso, porque lo visto era bueno. Nada nos podría pasar con gente como aquella que marchaba vestidos con distintos uniformes y colores. Y de distintos lugares.

Había marinos también. Muy marciales ellos y ellas. De blanco con galones coloridos. Eran los hombres que cuidaban nuestro mar y los peligros que pudieran acechar ahí, y a nuestro país. Tan sólo de imaginar que aquellos hombres marineros vivían en casas flotantes, siempre sobre el mar, para acá y para allá, lejos del país, lejos de la nación mexicana… ¡era admirable!

Luego, al final los charros y las charras, montando sus cuacos orgullosos de ser charros y charras y orgullosos de ser mexicanos, de ser emblema de nuestra nacionalidad por un momento…

Era toda una fiesta de nacionalismo, de mexicanismo, de orgullo de ser, y de nuestro origen puesto en aquellos hombres que generaban nuestra confianza y, por lo mismo, nuestro cariño y admiración. Y así durante tantos años.

Las cosas cambian

Pero en 2006 el presidente Felipe Calderón (PAN) como Jefe Único de las Fuerzas Armadas de México, dio la orden de que nuestros guardianes de la nacionalidad mexicana salieran a las calles de Michoacán para perseguir a criminales organizados. A gente que hace daño sin ton ni son, pero sí con muchos intereses propios, de grupo y hasta en coalición con algunos de gobierno. Por estas alianzas criminales moría mucha gente, ya criminales o gente inocente.

Y el Ejército Mexicano comenzó a hacer las veces de policía nacional; de policía ya en contra de los criminales como de policías federales que se habían corrompido. Y fue entonces cuando la gente comenzó a verlos con alivio, porque se dijo que aquello era momentáneo…

Pero al paso del tiempo, de los meses y los años, los soldados del Ejército seguían ahí y el crimen organizado aumentaba. Dice el presidente López Obrador que aquello que hizo Calderón fue una tontería porque lo único que consiguió fue “levantar el avispero”…

Luego, a los integrantes de nuestro Ejército se sumó la Marina. Y el crimen organizado crecía como si hubiera ocurrido una poda. ¿Lo hacían bien? ¿Si? ¿No? Muchos de sus integrantes comenzaron a contaminarse de aquel sórdido mundo del crimen, la violencia, el agravio, la crueldad…

Y ocurrieron fenómenos como Tlatlaya y más en los que se presume que integrantes del Ejército estuvieron involucrados en perjuicio de los Derechos Humanos de muchos. Se argumentó que se harían juicios y en algunos casos del tipo militar, otros del tipo civil.

El Ejército y la Marina, aquellos a quienes admiramos, queríamos y agradecíamos estaban en el mundo de la lucha contra el crimen; militares convertidos en policías, en tanto que muchos policías ya estatales, federales o municipales estaban coludidos con el daño…

El candidato AMLO dijo que devolvería al Ejército y la Marina a los cuarteles. No fue así y se ha fortalecido su presencia con la creación de la Guardia Nacional, que evidentemente es militarizada, y estarán por otros cinco años en una lucha que es, también, una lucha en contra de los malos elementos que pudiera haber ahí.

Los buenos elementos serán aplaudidos. Y con honores. Como también lo será su regreso a los cuarteles una vez que su responsabilidad de cinco años haya concluido y la policía civil esté fortalecida, porque de eso se trata. Después seguirán en su responsabilidad de cuidar a la Patria.

Pero así como han muerto miles de civiles en esa extraña guerra –aunque se diga que no hay guerra–, lo que es contradicho por la Alta Comisionada de la ONU, Michelle Bachelet, que dice que aquí en México hay tantos muertos como si fuera un estado de guerra. También, se supo que de diciembre de 2006 al 1 de abril de este año, por lo menos 874 elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional fueron asesinados mientras eran francos, en tanto que 2,691 perdieron la vida en servicio al ser víctimas de agresiones u otras causas de muerte vinculadas con su desempeño. Durante el presente gobierno han muerto 31 militares –francos y en servicio-. Todo esto es grave, y también duele.

Y sí, el Ejército Nacional, la Marina Nacional, son cuerpos todavía muy queridos por millones. Y así deberá ser, porque frente a los peligros que acechan a toda nación, tenemos a estos cuerpos cuya responsabilidad es la de la paz nacional y la armonía interna exenta de peligros externos y vaivenes internacionales que pudieran afectar la soberanía y la integridad mexicana. Y para volverlos a ver con esos ojos cargados de cariño porque deberán seguir siendo nuestra fuerza y nuestro honor.

“Ya saben lo que sucede…”@joelhsantiago | @OpinionLSR | @lasillarota