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El discurso de la evasión

La indignación y la protesta ante el horror, la cuestionamientos frente a los conflictos de interés y la incompetencia son entendidas como actos que destruyen, dividen y debilitan a las instituciones.

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Escrito en OPINIÓN el

 

El mensaje presidencial navideño es una ventana a la forma en que nuestras autoridades entienden y procesan la crisis política nacional. Cuatro párrafos de evasión política pura.

 

“A lo largo de nuestra historia nacional, los mexicanos jamás nos hemos rendido ante la adversidad. Hemos demostrado, una y otra vez, que somos una sociedad con dignidad, con valor, unidad y solidaridad”.

 

El presidente convoca a los mexicanos a no rendirse ante la adversidad, como si la crisis política que atravesamos, y que se ha agudizado por errores y escándalos gubernamentales, fuera un accidente, un desastre natural o un shock externo. Una tragedia o golpe del destino que debemos superar para poder seguir adelante.

 

"Hoy, que nos encontramos reunidos con nuestras familias y nuestros amigos; rodeados de armonía y felicidad, reafirmemos el propósito común de enaltecer, todos los días y en cada momento, el verdadero carácter y determinación de los mexicanos”.

 

Ante lo que la Presidencia califica como una adversidad, de esas que hemos superado tantas veces en el pasado, pareciera que basta con invocar y enaltecer la capacidad de pueblo para actuar con “dignidad, con valor, unidad y solidaridad”. Lo que el discurso omite es que ante la crisis política más grave de las últimas décadas, “todos los días y en cada momento” las autoridades han demostrado una ausencia absoluta de liderazgo y sentido de responsabilidad política.

 

No deja de ser curioso que hace unos cuantos meses explicara la corrupción en México como un fenómeno cultural y que ahora se invoque “el verdadero carácter y determinación de los mexicanos”. Si la Presidencia piensa que la corrupción es parte de nuestra cultura, ¿entonces cuáles son los valores que conforman “el verdadero carácter y determinación de los mexicanos”?

 

“Éste es el momento de construir, no para destruir; el momento de unir, no para dividir. El momento de fortalecer nuestras instituciones, no para debilitarlas; el momento de pensar en soluciones y de trabajar por México”.

 

Este párrafo sintetiza el diagnóstico y la visión del gobierno en el otoño de 2014.  La indignación y la protesta ante el horror, la cuestionamientos frente a los conflictos de interés y la incompetencia son entendidas como actos que destruyen, dividen y debilitan a las instituciones. Llamados a la unidad y a trabajar con México que evaden cualquier referencia a la responsabilidad del gobierno en el debilitamiento de nuestras instituciones.

 

Lo que la Presidencia no ha sido capaz de entender, es que esto piden justamente los mexicanos: que las autoridades dejen de destruir o permitan la violencia destructiva; que el gobierno deje de debilitar a las instituciones a través de la impunidad, corrupción y los conflictos de interés; que ante la magnitud de la crisis y la violencia, los partidos y líderes políticos asuman su responsabilidad y piensen en soluciones democráticas para México.  

 

“Por la entereza, grandeza y fortaleza de nuestra Nación, el camino de México debe ser el de la paz, la unidad y el desarrollo. ¡Felices fiestas!”.

 

Ni una sola mención a la corrupción y la impunidad que están en el corazón de nuestra crisis. Ningún reconocimiento a los errores o escándalos cometidos desde el gobierno y que explican el descrédito. No hay espacio para la autocrítica, menos para la voluntad de cambio: lo que enfrentamos a final de cuentas se reduce a una adversidad que se enfrenta invocando “el verdadero carácter y determinación de los mexicanos”.

 

Esta semana Felipe VI ha dado su primer mensaje navideño como Rey de España. Su discurso analiza los grandes problemas de España: corrupción, desprestigio institucional, Cataluña, crisis económica y desempleo. También invoca el carácter de los españoles, llama a la unidad y a seguir trabajando por un mejor futuro. Pero antes que nada representa el reconocimiento abierto de graves problemas nacionales que exigen responsabilidad política del gobierno y la oposición, en especial para enfrentar la profunda corrupción  que afecta a toda la clase política.

 

Diferentes tipos de liderazgo sin duda. Distintas formas de diagnosticar y responder ante la crisis nacional. En el primer caso se asume la responsabilidad política ante la crisis, en el segundo se invoca el carácter nacional para superar la adversidad. En uno se destaca la voluntad de reconocer y enfrentar políticamente los problemas de raíz, en el otro simplemente se evade la realidad bajo un enfoque más propio de la superación personal.

 

@ja_leclercq