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El dilema del aeropuerto

Desde luego que la consulta sobre si continuar o cancelar el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México está fuera de la ley. | Ricardo de la Peña

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Escrito en OPINIÓN el

Desde luego que la consulta sobre si continuar o cancelar el proyecto de Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México está fuera de la ley. Desde luego que es preocupante la oscuridad que rodea el origen y monto de los recursos destinados a su realización y a los “voluntarios” que colaborarán con ella. Desde luego que es insultante el ocultamiento que se hace sobre cómo se tomará una decisión al respecto, si es que se toma, y sobre si existe o no una encuesta paralela, quién la realiza y qué peso tendrá en el resultado. Desde luego que es alarmante la violación a los derechos de protección de datos personales, práctica sistemática del futuro gobierno en todas sus acciones.

La pregunta a consulta

Pero dejando de lado todos esos aspectos que provocan que la consulta no pueda tomarse como un ejercicio serio, aunque sean posiblemente muy serias sus consecuencias, habría aspectos técnicos que no dejan de ser preocupantes.

La pregunta formulada es aparentemente equilibrada, una redacción de las muchas posibles, aunque supone un nivel de información y conocimiento del votante muy superior al que existe en realidad y la batería de ventajas y desventajas que se listan no solamente es demasiado larga y compleja, sino confusa, profusa y difusa. Es de esperarse que la mayoría de quienes concurran a sufragar lo hagan por la opción que tengan decidida desde antes, con la escasa y factiblemente sesgada información que hayan podido obtener previamente.

La mecánica de la consulta

Más preocupante es ver quiénes concurrirán a la consulta. La distribución de las casillas desde luego no permitirá una cobertura universal ni equilibrada, pues de antemano está cargada a municipios que votaron mayormente por el futuro Ejecutivo federal. No se sabrá cuantas boletas existirán ni cómo se distribuirán en mesas de votación. Y ya se sabe que en este tipo de ejercicios quienes acuden y emiten su opinión no son un segmento representativo del electorado, sino un subconjunto auto-elegido que suele ser simpático con el convocante y, por ende, que tiende a votar por aquello que cree que éste prefiere como resultado, el que no será inmediato por cierto, sino que se pospondrá por días.

Al final bien pudiera surgir una decisión dividida: una consulta a favor de Santa Lucía y una encuesta proclive a Texcoco, como todas las difundidas en esta temporada, que deje la posibilidad de reiterar que el Nuevo Aeropuerto puede ir, siempre y cuando otros lo paguen. Bonita manera de eludir la responsabilidad de gobernar.

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