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El desafío de la brecha digital

Brecha digital es un indicador que incorpora nuevas dimensiones de la iniquidad y la desigualdad social.

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Escrito en OPINIÓN el

Desde la revolución industrial del siglo XVIII, no se ha dado otro fenómeno que haya impactado de manera más amplia y profunda nuestra forma de vida que el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

 

El uso de las TIC ha generado un crecimiento exponencial de la productividad, nos ha  permitido franquear los costos de las distancias y comunicarnos con otras latitudes antes inalcanzables, nos transporta directamente a un universo cada vez más vasto de fuentes de información, y nos ha permitido ahorrar tiempo y recursos de todo tipo al transformar procesos añejos en formas más eficientes de interacción.

 

A medida que adoptamos y adaptamos las TIC, se nos facilita la vida de todos los días, nos vamos haciendo más productivos e innovadores, al tiempo que creamos capital humano. Pero esta dinámica no es homogénea ni entre países, ni entre sectores o ámbitos de aplicación. Algunos sectores económicos y de la población van adoptando rápidamente el cambio tecnológico e incorporando las nuevas tecnologías a diversos procesos de aprendizaje, trabajo y a su vida diaria. Pero hay otros sectores en los que el cambio es más lento y difícil, de forma que cuando finalmente logran el acceso a las tecnologías, lo hacen de una forma limitada que no les permite explotar sus mayores beneficios.

 

La evidencia internacional nos muestra que las múltiples aplicaciones de las TIC se han convertido en una poderosa herramienta para que toda la población mejore sustancialmente su calidad de vida, brindando un acceso enriquecido a fuentes de trabajo y oportunidades de negocio, a la educación y la cultura, así como a servicios primordiales como los de salud y los financieros.

 

Es en ese contexto que surge el concepto de brecha digital,  que se refiere a las diferencias que van surgiendo entre los sectores de la población que tienen acceso a las TIC, y aquellos que no lo tienen.

 

Estas diferencias pueden medirse de varias maneras tanto entre países como entre regiones, comunidades urbanas y rurales, generaciones, estratos socioeconómicos y otras categorías.

 

La brecha digital es en consecuencia no sólo una medida de acceso a las nuevas tecnologías, sino también un indicador que incorpora  nuevas dimensiones de la iniquidad y la desigualdad social. Así, la disminución de la brecha digital no debe verse como un fin en sí mismo, sino como un medio para acceder a otros factores potenciadores del desarrollo económico y para favorecer la movilidad social.

 

La relevancia del acceso a las tecnologías dentro de las prioridades de política para los gobiernos, se aprecia en la Declaración del Milenio de la ONU[1], donde los países reunidos en su Asamblea General acordaron adoptar como una medida de desarrollo económico y erradicación de la pobreza, garantizar que los beneficios de las nuevas tecnologías estén disponibles para todos, especialmente en lo que se refiere a las TIC.

 

En México, tenemos indicadores que nos hablan de una importante brecha digital. Por ejemplo, sólo el 1.5% del decil de la población con menores ingresos tiene acceso a internet, mientras que el 73.1% del decil con los mayores ingresos sí lo tiene. En el caso de las computadoras, que es el principal dispositivo usado para acceder a internet, sólo el  2.6% del decil de menores ingresos cuenta con ella, comparado con el 79.2% para el decil de mayores ingresos[2]. Como en otros países, también se observa un mayor acceso en las zonas urbanas que en las rurales y entre las generaciones más jóvenes.

 

En su reporte sobre Libertad en la Red, Freedom House destaca que en los estados del norte del país y el Distrito Federal, en promedio el 44% de la población tiene acceso a internet, mientras que en el sur sólo se llega al 16 por ciento.[3]

 

Los principales obstáculos para que la población acceda a las TIC tienen que ver con la asequibilidad de los servicios, la cual depende de aspectos como el ingreso de las personas y los precios de los servicios relacionados con las TIC, principalmente en lo que se refiere a las tarifas de acceso a internet móvil o fijo y a los precios de los dispositivos requeridos: computadora, tableta o teléfono inteligente.

 

Muy relacionado con estos factores está el de la disponibilidad de los servicios de internet, considerando tanto su cobertura geográfica como su capacidad, ya que las conexiones a internet a velocidades bajas limitan las posibilidades de utilizar diversas aplicaciones para servicios valiosos como los financieros, de educación y salud.

 

Un paso imprescindible y de particular relevancia para disminuir esas barreras y por lo tanto reducir los costos de acceso, es impulsar la competencia y la libre concurrencia en los servicios de telecomunicaciones, abriendo oportunidades para nuevos inversionistas bajo distintos esquemas de negocios, así como crear las condiciones que faciliten el despliegue de infraestructura y la utilización de espectro radioeléctrico.

 

La competencia es la manera más eficaz de lograr que exista mayor oferta y menores precios de los servicios de internet, lo cual debe reflejarse tanto en una ampliación de la cobertura geográfica como en una mejor calidad y mayor capacidad de los servicios.

 

El reforzamiento de las medidas que impulsan el acceso a las TIC facilita la inclusión de toda la población a la llamada sociedad de la información, y crea las condiciones necesarias para incrementar el desarrollo económico y el bienestar de la población.

 

Pero en lo que se refiere al caso específico de los grupos menos favorecidos de la población, la disminución de la brecha digital requiere de otras estrategias complementarias. Por ejemplo, la construcción de las habilidades necesarias para utilizar y aprovechar dichas tecnologías, es decir, el impulso de la ciberalfabetización; y el despliegue de servicios y de la focalización de apoyos específicos para grupos vulnerables, incluyendo la consideración de adaptaciones para personas con diferentes capacidades y el uso de tecnologías idóneas para los servicios rurales, como las satelitales.

 

A todo esto, no está por demás recordar que otra de las bondades del acceso a las TIC es la de ser un transformador de la sociedad al facilitar el acceso diverso y enriquecido a un cúmulo de fuentes de conocimiento, información y opinión de toda índole, fenómeno que fortalece la participación de la sociedad civil en la vida democrática.

 

En suma, el acceso pleno a las TIC es un reto que presenta oportunidades extraordinarias para impulsar el desarrollo del país y sus regiones, así como para incluir a todos los sectores de la población en una dinámica de mayores oportunidades de bienestar, movilidad social y vida democrática. Es por por ello y para ello, que el objetivo de ir cerrando la brecha digital debe guiar consistentemente las políticas de desarrollo del sector de las telecomunicaciones y la radiodifusión.

 

@elenaestavillo

 

[1] Organización de las Naciones Unidas, resolución adoptada por la Asamblea General el 8 de septiembre de 2000 http://www.un.org/millennium/declaration/ares552e.htm

[2] Datos del Inegi (ENIGH) para 2012.

[3] Freedom House: Freedom on the Net Mexico 2014. https://freedomhouse.org/report/freedom-net/2014/mexico