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El delicioso feminismo de Nina Paley

Sus obras son exquisitas. Un entrecruzamiento entre el pasado remoto, el pasado menos remoto y el presente. El feminismo. | María Teresa Priego

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Escrito en OPINIÓN el

Tengo muchas dudas para seguir a mi musa, cuando mi musa me guía por senderos extraños. Pero también sé que, si hago algo sólo porque pienso que la gente va a aprobarlo, eso no va a ayudarme como artista”. –Nina Paley.

Nina Paley vivía con su esposo en San Francisco. Él recibió una invitación para trabajar seis meses en la India. Se va y ella se queda en el hogar en común. Pasado ese tiempo, le hace saber a Nina que su contrato se prolonga por un año. Nina llora, se deprime y deciden que lo alcance. El recibimiento –en el aeropuerto – es gélido, como el tiempo que sigue. Nina es invitada por una semana a Nueva York, él la anima a realizar el viaje. Una vez allá Nina abre su computadora y se encuentra el siguiente (¡tan valiente y empático mensaje!): “Querida Nina, no regreses. Con amor, Dave”. Esta es la parte autobiográfica de la película de animación. La del abandono y la del duelo.

Ante la “traición”, el fuego toma la escena y el personaje femenino danza entre las llamas. Arde en ellas. Pero, “Sita canta el blues” es también la historia que corre paralela; el “Ramayana” y sus personajes: Rama que destierra a su esposa porque su pueblo (y, él mismo, quizá) sospecha que es “impura”. ¿Cómo se pasa del “no puedo vivir sin ti” al destierro? La pregunta de fondo. ¿Cómo pueden los cánticos celebrar la bondad y la perfección de Rama si expulsó a su esposa de su reino? Las historias se van entrelazando.

Paley es una artista estadounidense (nacida en Illinois) dedicada a la animación. Sus obras son exquisitas. Un entrecruzamiento entre el pasado remoto, el pasado menos remoto y el presente. El feminismo. El cuestionamiento al patriarcado y sus mandatos. Las religiones (y el lugar en el que colocan a las mujeres), la historia, la mitología, la música y la danza. Es también una activista por la defensa de la “propiedad común”, por sobre “el derecho de autor”, sus obras circulan en internet con la libertad de ser reproducidas de manera legal. “Sita canta el blues”; música de jazz de los años veinte, la voz y las canciones de Annette Hanshaw. Dos mujeres, la de la realidad (la autora misma) y la de la mitología comparten una misma historia de dolor y de abandono. Pero, Paley no es dramática, sus obras están llenas de ingenuidad, de sutilezas, de humor.

En “Paroles, Paroles”, Nina retoma la famosísima canción (interpretada en su primera versión por Dalida y Alain Delon), pero la voz masculina proviene de un ser de cabellos y barbas blancas, cabeza coronada. El patriarca infalible. El Gran Sabio. Las respuestas desde la voz femenina la ofrecen figurillas animadas de Diosas. Y mientras ese Dios promete y jura, una silueta femenina danza con movimientos muy suaves y a su alrededor cruzan palabras en cantidad de escrituras diferentes. Cuando el autoritarismo llama (cualquiera que sea la lengua): “paroles, paroles, paroles”.

Nina inventa a un Moisés que no para de caer desmayado. “’Seder-Masoch’ trata del libro del Éxodo de la Torah/Biblia e, indirectamente del Corán… mi interpretación del Éxodo es que es la creación del patriarcado y la eliminación de cualquier veneración restante a diosas de tiempos antiguos”, citada por Global Voices. La película comienza con un homenaje (delicioso) a las Diosas. Aparece Moisés cuidando a sus animalitos en el campo y un letrero nos anuncia: “Escrito por Dios, Moisés, o una serie de hombres patriarcales dependiendo de a quién le preguntes”. Moisés se desmaya. Su cuerpo al caer hace ¡plop!. La celebración de las Diosas. Una reivindicación de las femineidades y un cuestionamiento continuo de la desigualdad entre hombres y mujeres. El absurdo de los mandatos patriarcales. El amor y el desamor. La educación de las mujeres dirigida a que aprendan a colocarse en un lugar de incondicionalidad hacia su pareja –pase lo que pase– desde Sita en el “Ramayana”, hasta la autora en San Francisco. Una invitación a analizar la indefensión aprendida.

Le preguntan a Nina: “¿Te consideras una feminista radical?”, “Uso el término Feminismo Radical para distinguir una línea de pensamiento con respecto al Feminismo Liberal. El Feminismo Liberal ‘es la variedad del feminismo que trabaja dentro de la estructura de las tendencias dominantes de la sociedad, para integrar a las mujeres a esa estructura’. El Feminismo Radical cuestiona la estructura en sí misma, especialmente los roles de género”.

Una incursión en el delicioso trabajo de Nina Paley:

Parole, Parole

You gotta believe

Sita sings the blues

Seder-Masochism