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El conflicto con Irán

Es poco probable que EU busque una tercera invasión a Iraq; en cambio, las probabilidades de que la presencia de EU se reduzca en Iraq son mayores. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Una vez más el presidente Donald Trump muestra la ambigüedad entre lo que dice y lo que hace pues, a pesar de sus repetidas declaraciones de abandonar el Medio Oriente, los ataques con aviones no tripulados que el propio Trump ordenó perpetrar en la capital de Iraq el 2 de enero pasado, no sólo llevan a una escalada en las tensiones en la región sino a cuestionar la lógica de esta decisión.

Desde finales de diciembre, las tensiones en Iraq aumentaron después de que las Fuerzas de Movilización Popular iraquíes atacaron a militares estadounidenses, los cuales respondieron en represalia. Le siguieron manifestaciones y ataques bien orquestados contra la Embajada de Estados Unidos en Bagdad de las que el gobierno de Donald Trump responsabilizó a Irán. En respuesta, vinieron los ataques con drones ordenados por Trump que, aunque el Pentágono calificó de actos disuasorios contra Irán, mataron a Qasem Soleimani, jefe de una de las unidades de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, y a Abu Mahdi al-Muhandis, jefe de las Fuerzas de Movilización Popular de Iraq vinculado a la Guardia Revolucionaria Islámica.

Lejos de disuadir a Irán, la muerte de ambos líderes, en particular la de Soleimani, provocó no sólo las amenazas directas del líder iraní Alí Jamenei, sino también el aumento del sentimiento antiestadounidense, el abandono de Irán de los compromisos asumidos en el acuerdo nuclear de 2015 y el ofrecimiento de una recompensa de 80 millones de dólares por la cabeza del presidente Donald Trump.

La reacción iraní advierte que ahora Estados Unidos enfrenta el riesgo real de una escalada en los enfrentamientos con Irán en Iraq y en el resto de la zona, así como el aumento de las hostilidades, no en vano la advertencia de la Embajada de Estados Unidos en Bagdad para que todos los ciudadanos estadounidenses abandonen Iraq o no viajen a ese país.

Aunque los posibles enfrentamientos entre Estados Unidos e Irán serán asimétricos dadas las capacidades bélicas de cada país, Irán ha invertido en acrecentar su capacidad de acción indirecta, mediante operaciones de inteligencia y recursos cibernéticos que bien pueden causar daños a economías con infraestructuras complejas como la estadounidense, de ahí el estado de alerta máxima en Estados Unidos y el reciente despliegue de 3,500 soldados a Medio Oriente. Por otra parte, Irán aprovechará la agitación política que prevalece en Iraq para buscar la expulsión de las fuerzas estadounidenses de territorio iraquí.

No obstante, el Medio Oriente en general e Iraq en particular son demasiado importantes para la retirada militar estadounidense en estos momentos. Irse de la región significa dejar un extremismo efervescente en Estados considerados “fallidos” como Libia, Siria, Líbano y Yemen, a los que Argelia y Túnez podrían sumarse, y que, si bien a los ojos del presidente Trump estos países son una prioridad terciaria en términos estratégicos, la retirada de Estados Unidos representa ceder un alebrestado Medio Oriente a Irán, Rusia, China y Turquía y, por supuesto, dejar solo a Israel.

Por otro lado, no hay que omitir que Estados Unidos depende del buen funcionamiento de la economía mundial la cual, lamentablemente, depende mucho de las exportaciones de petróleo del Medio Oriente. En este sentido, no existe una independencia energética como la que pregona Trump. El rol de exportador de petróleo de esquisto y la forma en la que hoy Estados Unidos interactúa con el mercado global del petróleo y sus derivados hacen a los estadounidenses más dependientes del flujo constante de los hidrocarburos, que a su vez requiere de estabilidad en la principal zona petrolera del mundo y en la que Iraq es una parte clave, pues sus más de 147 mil millones de barriles de reservas probadas de petróleo equivalen al 9% del total mundial.

Pero las reacciones iraquíes, en especial las del presidente y del primer ministro, que vieron los ataques estadounidenses en Bagdad como una violación de su soberanía y una amenaza a su seguridad nacional y regional, han dejado claro que Estados Unidos tendrá una capacidad menor a la que ya tiene con una embajada en Iraq que opera al mínimo y que le imposibilita reconstruir su imagen en el país y brindar ayuda a los iraquíes. En todo caso los desafíos críticos para la administración Trump son lidiar con las divisiones en Iraq, los restos del ISIS y aquellos grupos plantados por Irán.

Es poco probable que Estados Unidos busque una tercera invasión a Iraq, pues el mismo Donald Trump así lo ha manifestado; en cambio, las probabilidades de que la presencia estadounidense se reduzca en Iraq son mayores, ya sea por la presión iraquí o por orden del presidente Trump; no obstante, este escenario hace que Irán trate de sacar el mejor partido a esta confrontación pues, a final de cuentas está defendiendo sus intereses en su región, no así el presidente Donald Trump que ya había empezado la retirada oficial de Iraq y Siria, cumpliendo así sus promesas de campaña de 2016, pero dejando una gran interrogante sobre de sus decisiones en este año electoral.