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El comienzo

Que este espacio sea para reconocer las luchas, las resistencias y las dignidades; que sea un espacio para llevar la voz y la crítica | Rafael Castelán

Por
Escrito en HIDALGO el

Éste es un comienzo. Uno que espero se convierta en una posibilidad de reflexión, de denuncia, de crítica y de diálogo. Espero que, al interpelar desde una posición crítica a las mayorías, a quienes ostentan el poder, y por qué no, también a quiénes han estado bajo el yugo de la dominación, ser interpelado; que me ofrezcan otros argumentos, otras críticas porque sólo en el diálogo y la discusión tendremos más claridad para tener mejores decisiones.

Hoy más que nunca son necesarias otras voces, otras más críticas, más radicales; desde otras posiciones, desde la alcantarilla. Hoy, cuándo el sistema político y social está dando vuelcos, encontrando sus nuevas formas, sus nuevos acomodos, surgen discursos de aparente justicia, con demandas de exigencia, de lucha por los derechos humanos, que son bienvenidas, pero que también invisibilizan, a esas voces les decimos que tenemos historia y tenemos memoria. No se trata de darse baños de pureza, se trata de reconocer lo que ha pasado y todos los intereses que en ocasiones allí se mueven.

La historia y la memoria son dos elementos que han dado forma al título de esta columna; comenzando por mi historia de vida  como un sujeto discriminado, violentado, que estuvo (o está) al margen, en la alcantarilla; pero reconociendo las historias de otras personas que están allí también, otras que han levantado la voz, que están enfrentando en procesos jurídicos las injusticias, que luchan por su tierra, por su territorio; de personas que están defendiendo el medio ambiente, el derecho a recibir educación en su propia lengua; personas que día con día se levantan para exigir la dignidad, 

Comencé este andar por la defensa de los derechos humanos desde hace casi 20 años, cuándo militaba en las filas del Frente Popular Revolucionario (FPR). Acudía a las colonias populares de Tulancingo a gestionar el arreglo de calles, hacía oficios para introducir el agua potable, el drenaje. Fui obrero y buscaba la organización sindical alternativa al “charrismo”; promoví los derechos humanos en DERHGO y fui expulsado de una Iglesia por buscar introducir la Teología de la Liberación en el grupo de pastoral juvenil.  

Estuve en el Frente Zapatista de Liberación Nacional, pertenecí a la Otra Campaña, y seguí el consejo del Sub Marcos en su visita por Hidalgo en 2006, comentó que no necesitábamos ir hasta Chiapas para defender a los pobres, que teníamos que voltear a nuestro lado, en nuestra colonia, en los márgenes de nuestra comunidad y que teníamos que evaluar esa realidad. A su paso, la poca sociedad civil organizada quedó dividida, algunos construyendo desde abajo y a la izquierda y otros se volcaron en apoyar la lucha por la vía electoral. 

Seguí luchando al lado de camaradas, colegas y amistades que consideramos seguir construyendo la organización y la defensa de los derechos y también ejerceríamos nuestro derecho al voto. Pero no fue suficiente. Comenzó la guerra contra el narcotráfico con Felipe Calderón y éste fue un antecedente para conformar una organización defensora de los derechos humanos, que con el tiempo se consolidó en lo que es ahora SEIINAC.

Desde este espacio nos hermanamos con otros centros de derechos humanos como el Centro Pro, el Frayba, Tlachinollan, Católicas por el Derecho a Decidir, Centro de Derechos de las Mujeres, Codehutab, el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, entre otras organizaciones con las que crecimos, aprendimos e identificamos las formas de defensa y exigencia de los derechos humanos, desde aquellas que están en las montañas, defendiendo los derechos culturales, acompañando comunidades, hasta aquellos que estaban llevando al Estado mexicano ante tribunales internacionales.

Todas estas anécdotas y vivencias han fortalecido esta experiencia, que desde ahora pondré al escrutinio con opiniones y reflexiones en esta columna; la posibilidad de no aceptar que las cosas son así por un mandato de poder, sino reconocer que “deben ser” desde una posición ética, de justicia, de igualdad, de dignidad, de ver por las otras personas, por las excluidas; que no es una acción aislada, hay un gran número de personas que luchan por la libertad y la dignidad, en distintos lugares, desde distintas posiciones, construyendo resistencias.

Que este espacio sea para reconocer las luchas, las resistencias y las dignidades, de quienes casi nunca se ven, que sea un espacio para llevar la voz y la crítica, con toda mi alegría, mi entusiasmo y la esperanza en la humanidad, hoy comenzamos con esta columna en la LSR Hidalgo #DesdeLaAlcantarilla y que sean muchas más o hasta que el covid u otro acto inoportuno lo permita.