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El combate a la trata y sus dilemas

En los últimos años se han hecho grandes esfuerzos por denunciar y hacer visible un tema sumamente grave que por décadas había sido ignorado tanto por autoridades como por la propia sociedad, la explotación sexual y laboral principalmente de mujeres y niños, lo que poco a poco se ha ido traduciendo en la emisión de leyes y en programas destinados a su prevención y combate

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Escrito en OPINIÓN el

Aunque insuficientes, no se pueden desestimar los logros alcanzados a pesar de las resistencias que se han tenido que enfrentar debido a las grandes ganancias que esta actividad ilícita reporta a la delincuencia organizada –y que de acuerdo a algunos estudios representa una de sus principales fuentes de ingresos quizá tan sólo por debajo del narcotráfico y del tráfico de armas-, pero también a una arraigada cultura machista en la que se sigue concibiendo a la mujer como un objeto de placer.

Es de reconocer que en el caso del Distrito Federal, se han intensificado los operativos en contra de la trata de personas lo mismo en zonas en donde históricamente se ejerce la prostitución como Sullivan o el Callejón de Manzanares, que en hoteles, salas de masaje o antros de “table dance”, en los cuales se han rescatado a decenas de mujeres que eran obligadas a prestar servicios sexuales y se han detenido a sus presuntos explotadores.

No obstante, aún y cuando todo haría suponer que estas acciones serían ampliamente reconocidas, lo cierto es que han provocado múltiples reacciones algunas de las cuales claramente son incitadas por quienes ha visto afectados sus oscuros intereses, pero también se han acusado excesos y posturas moralinas de un gobierno que se asume como progresista.

Debo decir que las manifestaciones que se han realizado en la PGJDF para protestar contra los operativos y defender las fuentes de trabajo que generan lugares como el Cadillac, el Calígula o el Men´s Club, me recuerdan mucho a las que atestiguamos recientemente en algunas ciudades de Sinaloa tras la captura del Chapo.

Tampoco son muy creíbles las declaraciones de mujeres que niegan que hayan sido explotadas sexualmente e incluso muestran indignación, pero siempre bajo la mirada vigilante de siniestros personajes.

Por supuesto no se puede generalizar, es un hecho que hay mujeres que debido a sus circunstancias deciden libremente dedicarse al trabajo sexual y sus derechos tienen que ser respetados, de la misma manera que no dudo que en los operativos pudieron haber detenido a personas inocentes por el solo hecho de trabajar en ese tipo de establecimientos lo que es una gran injusticia que se debe corregir.

Pero lo que no podemos pasar por alto, son los testimonios de decenas de víctimas de trata que describen como son enganchadas por los padrotes, la violencia física y psicológica que padecen por quienes se encargan de “cuidarlas” (que muchas veces son los mismos meseros, taxistas o los empleados de seguridad), y sobre todo el modus operandi de las redes delincuenciales.

Bien se ha dicho que la trata es la esclavitud moderna y eso es algo que simplemente no admite justificación. ¡Por ello, no nos dejemos engañar y por el contrario redoblemos los esfuerzos!

@agustin_castilla