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El caso de un cura insurgente

Martín García de Carrasquedo, un eclesiástico insurgente cercano a Hidalgo. | Ismael Hernández González*

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Escrito en OPINIÓN el

La independencia de México es un tema recurrente en la historiografía nacional, no obstante, siempre es necesario analizarla bajo la luz de las reinterpretaciones. A propósito, como historiador me ha interesado investigar el papel que el clero parroquial desempeñó en ese proceso, pues a pesar de que la historia oficial ha señalado que la mayoría de los curas de parroquia apoyaron la insurgencia, estudios revisionistas han argumentado que, en la práctica, sus posturas fueron más diversas. Para comprender sus posicionamientos, es necesario analizarlos desde una perspectiva más humana y considerar sus contextos particulares para intentar observarlos más allá de las categorías de héroes y villanos, tan comunes en la historiografía tradicional. La cinematografía ya ha incursionado al respecto. Por ejemplo, el filme de Antonio Serrano, “Hidalgo. La historia jamás contada”1, intenta retratar la imagen de Miguel Hidalgo sin la sacralidad del héroe inmaculado y lo muestra como un humano que tuvo errores y aciertos. Hasta cierto punto, lo presenta como un «antimodelo» del cura ideal. Pero, ¿en realidad existieron curas disidentes como el Hidalgo que nos muestra esa cinta?

Para tratar de responder la pregunta, recurriré al caso de Martín García de Carrasquedo, un eclesiástico insurgente cercano a Hidalgo. Carrasquedo nació en  la ciudad de Valladolid, capital del obispado de Michoacán, en 1775. En ese lugar cursó sus estudios como clérigo y posteriormente se desempeñó como vicario, sacristán mayor y párroco en varios lugares de esa diócesis. En 1804 viajó a España para servir como capellán mayor de los hospitales del ejército de Galicia, lo que le ayudó a conseguir una prebenda en la Iglesia michoacana, por lo que retornó a la Nueva España en 1811. A su regreso, la insurgencia ya había estallado y algunos de sus conocidos vieron de cerca la fuerza, magnitud y violencia de la guerra. Así ocurrió con su amigo Hidalgo quien, para ese entonces, ya había sido fusilado. Carrasquedo lo conoció cuando coincidieron en la parroquia guanajuatense de San Felipe. La amistad que existió entre ambos dio pie para que la Inquisición abriera un proceso en su contra, al poco tiempo de su regreso.  

El Santo Oficio lo acusó de comportarse de manera inadecuada para un cura, de ser sospechoso de herejía y de estar confabulado con la insurgencia. A lo largo de las fojas que integran los dos juicios que la Inquisición le realizó (uno en 1811 y otro en 1817), se dan a conocer detalles más íntimos de su vida. Por ejemplo, se mencionó que desde que estaba en el seminario fue aficionado a los fandangos, bailes y juegos de azar, a pesar de ser actividades prohibidas para los eclesiásticos. También, se le acusó de escribir y representar comedias cuando fue sacristán mayor en Zitácuaro, e incluso de tener ilícita amistad con una mujer que representó algunos papeles en ellas. De la misma manera, se le culpó de no respetar los ayunos que mandaba la Iglesia, de negar algunos pasajes de la Biblia como el del diluvio, y de decir que rezar sin hacerlo de manera consciente era solo gastar saliva. Tanto Hidalgo como Carrasquedo fueron partidarios de una teología positiva que pretendía renovar las viejas bases de la Iglesia, al separar lo esencial de la fe católica de esquemas culturales temporales, y de falsas creencias que lograron generalizarse. Esa fue la clave para que pudieran comprender y criticar la mentalidad rezandera y pecadora de la sociedad novohispana.    

Respecto a su relación con la insurgencia, se dijo que con frecuencia se reunió con Hidalgo en su hacienda de Jaripeo a leer libros prohibidos y que durante ese tiempo lo instruyó sobre la insurrección; que era partidario del librepensamiento, porque calificó como una tiranía de la Iglesia el cobro forzoso de los diezmos, y que, aún después de la muerte de Hidalgo, continuó en contacto con otros líderes insurgentes como José Sixto Verduzco e Ignacio López Rayón. Al respecto, Carrasquedo señaló que tenía relación con ellos y fingía estar de su lado porque era un agente encubierto, aunque nunca pudo demostrarlo. También declaró que simuló aceptar la invitación que le hizo López Rayón de unirse a la insurgencia para salvaguardar su vida y poder tomar posesión de su prebenda, además dijo que los insurgentes le ofrecieron no hacerle daño a su padre, ni pedirle contribuciones forzosas. Estos pudieron ser alicientes suficientes para que decidiera unirse al movimiento. Cuando ya era prebendado, se le acusó de ordenar a los músicos de la catedral vallisoletana cantar versos a favor de la insurrección que él mismo escribió. Aunque nunca asumió ante la Inquisición ser partidario de la insurgencia, se sabe que sí lo fue.   

A pesar de lo grave de las acusaciones, Carrasquedo logró salir bien librado de sus roces con el Santo Oficio, aunque eso le costó meses de cárcel, duras penitencias y el destierro por diez años de la corte de México y de los lugares donde fungió como clérigo. Con base en el ejemplo de este prebendado, podemos afirmar que sí existieron curas divergentes como el Hidalgo que Serrano retrata en su filme. Este caso también es útil para mirar a los eclesiásticos insurgentes más allá del molde de héroes de la patria, haciéndolo desde una perspectiva más humana, analizando sus aficiones, intereses y preocupaciones. Si podemos estudiar a los curas insurrectos desde sus contextos particulares, también podremos entender de mejor manera sus posturas y acciones ante procesos trascendentales como el que representó la guerra de independencia.   

* Licenciado y Maestro en Historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Doctor en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Profesor en el Instituto Mexicano de Investigaciones Cinematográficas y Humanísticas con sede en la ciudad de Morelia, Michoacán. Líneas de investigación: Inquisición, justicia eclesiástica, prácticas religiosas y curas de parroquia (siglos XVIII y XIX). 

1. Serrano, A. (Director). (2010). “Hidalgo. La historia jamás contada” [cinta cinematográfica]. México: Imcine-20th Century Fox.