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El ascenso de Trump

The Economist coloca una eventual presidencia del “magnate” Trump como uno de los 10 riesgos más grandes para el planeta.

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Escrito en OPINIÓN el

La ciudad tiene un aire mucho más primaveral. A excepción de este fin de semana cuando la temperatura volverá a bajar un poco, el florecimiento de los cerezos está en puerta y se aprecian ya los árboles con algunas flores en la superficie. El clima parece mejorar y las personas están de mejor humor. La capital estadunidense se prepara para recibir a miles de turistas que vendrán a presenciar – como cada año – el “cherry blossom”, pero esto no hace mejor el ambiente político en los Estados Unidos. El ascenso de Trump y la tensión social que se respira en todos los ámbitos se hace sentir y notar, y nos preocupa a varios. Nos preocupa mucho.

 

Donald Trump (y quizá un poco Ted Cruz) ha amenazado con desaparecer las visas de trabajo (eso quiere decir que empezando por mí, habría que regresar a México) y que deportará a millones de inmigrantes. Pero además, amenaza con guerras nucleares, con guerras comerciales y su enorme histrionismo ha desatado la preocupación en todo lo largo y ancho del planeta. La posición del autonombrado “hombre más poderoso del mundo” no debería estar sujeta ni abierta a que gente del calibre de Trump pueda acceder a ella. El mundo tendría algo que decir al respecto. Pero no. Parece que el ascenso de Trump es inevitable.

 

Si uno va a cortarse el pelo, el cliente de al lado habla con su estilista sobre Trump, Cruz, Hillary Clinton y otros. El mío también. Ambos, inmigrantes, vemos con preocupación como la división social se ahonda cada vez (y eso que vivimos en Washington, DC donde más del 90% del electorado es demócrata; recordemos que la capital es una ciudad profunda y absolutamente liberal). ¿Pero qué se va a hacer? En su edición más reciente, The Economist coloca una eventual presidencia del “magnate” Trump como uno de los 10 riesgos más grandes para el planeta. Y el susodicho no pretende ocultarlo: ha desatado la cultura de la violencia, de la guerra, de la división. Y parece estar feliz con ello.

 

Pueden pasar varias cosas. Veamos. Lo primero es que Trump se convierta en el candidato republicano a la Presidencia (cosa que es lo más probable). El GOP (Partido Republicano) está profundamente preocupado que esto pueda suceder. Eso abre la puerta a que finalmente decidan llevar a cabo una convención abierta en donde otro candidato se lleve la nominación; pero el magnate ya amenazó que, de no ser el candidato, habría levantamientos (al más puro estilo López Obrador de “o yo o nadie”). Si Trump compite por la Presidencia con las siglas del GOP, puede ser que radicalice aún más el discurso para intentar ganar con su voto duro, o bien que se mueva al centro si eso le asegura votos (siempre y cuando no sea muy tarde para convencer a la gente que su posición es moderada). Esto segundo no se antoja fácil y mucho menos probable.

 

Pero más allá de los escenarios descritos anteriormente, lo que está en juego es justamente la solidez de la que se supone es la democracia más sólida del planeta. Las semejanzas entre Trump y Hitler, como dijo el Presidente Peña Nieto, no son difíciles de encontrar y la presidencia de Trump sería un desastre para todo el mundo. Sin embargo lo más preocupante aún es el surgimiento de una clase política y de un segmento del electorado que piensa exactamente así. Que no tiene idea de lo que está haciendo (porque está poco educado o se deja llevar por el fenómeno populista que representa ideológicamente Donald Trump) y que no le importa perder prestigio y reputación frente a otras naciones y ante la comunidad internacional.

 

Es evidente para quienes vivimos en Estados Unidos, que la inmensa mayoría de “americanos” no considera siquiera la posibilidad de salir de viaje a otro país, porque en verdad piensan que no hay otra cosa más que ver en el mundo. Es triste. La eventual candidatura de Trump y un posible triunfo del republicano (si acaso lo es verdaderamente) dejan abierta la puerta para hacer un análisis político-electoral sobre la composición de los votantes estadunidenses y de sus razones. Y allí es donde verdaderamente está el motivo de preocupación: Donald Trump es solamente la punta del iceberg, pero en caso que Trump no gane la nominación o la presidencia, tenemos mucho más de que preocuparnos de la ola de discriminación que se ha encendido en Estados Unidos, y que amenaza con arrasar todo a su paso, empezando por México. Por el bien de todo el mundo (sin afán de usar una metáfora), ojalá que Trump no gane. Aunque de poco sirve en los hechos frente a un electorado polarizado, mucho importan las señales.

 

@fedeling

@OpinionLSR