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El ánimo presidencial

Dentro de mis hipótesis sobre el mal humor del presidente están que ya tiene un desgaste físico a las mañaneras. | Guillermo Sesma

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Escrito en OPINIÓN el

No llevamos semanas, sino meses viendo el mal humor del presidente. En las conferencias mañaneras se le ve una nube gris sobre la cabeza, en términos prácticos está de malas. Arremete contra unos y contra otros, se vuelca en contra de los fifís donde ahora suma a las clases medias. Golpea verbalmente a los empresarios, pero en corto les dice que no hay problema. Culpa a las clases medias de su elección en la Ciudad de México. 

Su tono, postura y actitud son hostiles. ¿Dónde quedó aquel candidato que se burlaba de los submarinos rusos en Veracruz? ¿Dónde está el hombre que perseguía palomas en Guanajuato y cuyo contenido se hacía viral? Lo alcanzó la presión de gobernar. 

Dentro de mis hipótesis sobre su mal humor están que ya tiene un desgaste físico a las mañaneras. El presidente se levanta muy temprano, dicen los de su entorno que desde las 4:00 am, revisa y tiene su reunión con el gabinete de seguridad, prepara su mañanera para arrancarla a las 7:00 am en punto y dura hablando en promedio 90 minutos parado. No debe de ser fácil para nadie y menos para un hombre de su edad, en su condición física y con las presiones de su chamba. Cabe aclarar que, aunque después el presidente se toma un descanso y una siesta, físicamente no logra recuperarse, esto no puede abonar a un buen humor o ánimo.

Otro factor puede ser que le preocupa la próxima gobernabilidad del país. Morena y él ganaron 11 de los 15 estados en elección a gobernador y por eso ¡muchas felicidades!, un gran logro que pocos esperaban. Pero ahora viene lo difícil, gobernar, ¡pum! ¿Cómo le va a hacer la gobernadora electa de Guerrero, para que ese estado no se vuelva a incendiar como en el pasado? Los nuevos gobernadores enfrentan retos mayúsculos en sus respectivos estados y necesitarán de un presidente de “cabeza fría” que les ayude para no terminar siendo una decepción que complique el resultado de los próximos procesos electorales y la sucesión presidencial. 

Lo que también pueden amargar las mañanas presidenciales es el conato de conflicto entre sus allegados, sobre todo entre aquellos que se han perfilado con mayor notoriedad en la carrerilla presidencial del 2024, en pocas palabras, al presidente la chiquillada se le agarró de las greñas y hasta con información filtrada, están buscando no ser los responsables del descalabro en la Ciudad de México y no quieren ser descartados como los sucesores de la 4T.  

La animosidad presidencial está comprometida por un panorama político complicado que obliga a la negociación legislativa, algo que no estaba en sus planes ni en su voluntad, el plan maestro de empujar iniciativas como la del poder judicial y la reforma política ahora serán una moneda de cambio mucho más cara, pues, aunque es un presidente con aliados, ninguno le es incondicional. 

No podemos asegurar que gobernar “amarga”, lo que sí es innegable es que todos aquellos que han pasado por la silla presidencial enfrentan un cambio en su ánimo y carácter al pasar los años. La presión y la frustración de no poder gobernar como se pensó y respondiendo a una agenda propia vulnera aún a los más fuertes. 

A un presidente en la tercera edad la frustración lo está haciendo presa de malas decisiones y pésimas actitudes, que desafortunadamente lo adjetivan de manera inmediata y abren la oportunidad para que sus detractores le critiquen.

Los mexicanos necesitamos de un presidente con mejor actitud para enfrentar con entereza y tenacidad los retos del futuro inmediato, que busque más el acuerdo que la caprichosa confrontación.