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¡El amor-odio de AMLO a empresas!

La venganza contra Valentín Diez Morodo, contra el Grupo Modelo y su socio global, Constellations Brands. | Ricardo Alemán

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Escrito en OPINIÓN el

El Itinerario Político del 23 de noviembre de 2017 –entonces para Milenio, durante la precampaña presidencial de López Obrador–, lo titulamos de la siguiente manera: “¡El dictador, AMLO!”

Dijimos que según su Proyecto de Nación, Obrador amenazaba con la designación de “un fiscal carnal” para llevar a cabo una feroz venganza contra críticos y adversarios, al mejor estilo de las dictaduras de Cuba y Venezuela.

Así lo escribimos. “Es decir, cuando Obrador sea presidente, iniciará una feroz persecución de adversarios y enemigos políticos, ya que la Fiscalía estará bajo su mando directo y unipersonal.  ¿Y qué dicen los aplaudidores de AMLO, del “fiscal carnal” que promete su candidato?” Fin de la primera cita.

Como imaginan, la paliza en nuestra contra, en redes, fue brutal. Lo menos que nos dijeron es que estábamos locos.

Luego, el 13 de agosto de 2019 –cuando Obrador contabilizaba 10 meses de gestión presidencial–, titulamos la entrega del Itinerario Político, de esa fecha, de la siguiente manera: “Venganza, violencia y terror, signos del gobierno de AMLO”.

Así lo explicamos: “La venganza, la violencia y el terror han sido, en la historia de la humanidad, signos característicos de las tiranías de todos los tiempos. Por ejemplo, el fascismo italiano, del que siguieron el fascismo alemán y el fascismo español, tuvieron en Benito Mussolini al tirano por excelencia; dictador que mantenía “el orden” mediante venganza, violencia y terror extremo, con grupos paramilitares llamados “camisas negras”.

 “Durante las dictaduras latinoamericana –en Argentina, Chile y aún hoy en Venezuela–, la venganza, la violencia y el terror han sido y siguen siendo los principales instrumentos de represión y control social”.

Luego, enumeramos las venganzas que había iniciado López Obrador contra Rosario Robles, Carlos Ahumada, Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle; contra Alonso Ancira, Juan Collado y Emilio Lozoya, además de los grupos empresariales que financiaron el documental “El Manual del Dictador”, en donde AMLO es comparado con dictadores latinoamericanos. 

Y concluimos así: “¿Quién defenderá a los ciudadanos mexicanos de las venganzas, la violencia y el terror si, precisamente, el signo del gobierno de Obrador es la venganza, la violencia y el terror?” Fin de la segunda cita.

Hoy, cuando han pasado 16 meses del gobierno de AMLO, no sólo se ratifica lo que aquí dijimos en noviembre de 2017 y en agosto de 2019, sino que no existe quien defienda a los mexicanos del dictador López Obrador.

Todos saben, por ejemplo, que mediante un “fiscal carnal”, AMLO llevó a cabo una feroz venganza contra adversarios políticos, empresariales y mediáticos. Y todos saben que siguen la venganza, la violencia y el terror contra las empresas, los empresarios y los opositores, sean políticos, sean ex funcionarios públicos o sean periodistas y críticos.

¿Y qué dicen hoy “los demócratas” mexicanos de esa persecución, de esa venganza y del terror desatado por Obrador contra la sociedad toda?

¿Teníamos o no razón?

Pero el mejor ejemplo, de que siguen vivos el terror y la venganza es el cierre arbitrario de negocios como la empresa cervecera de Mexicali.

Y es que –como también lo dijimos en la más reciente entrega de Al Tiempo, en Contrapeso Ciudadano–, detrás del cierre autoritario e ilegal de la planta cervecera en Mexicali –decreto presidencial disfrazado de encuesta–, está la venganza contra Valentín Diez Morodo, contra el Grupo Modelo y su socio global, Constellations Brands.

¿Y por qué la venganza?

Porque, entre otros, Diez Morodo se negó a financiar las campañas de AMLO, se negó a promover el voto a favor del tabasqueño y fue parte de quienes financió el documental “El Manual del Dictador”, que enfureció a Obrador, ya que lo comparaba con Nicolás Maduro, el dictador venezolano.

Pero del odio a empresas y empresarios, López Obrador pasa al amor, sin mayor dificultad. Y es que, si bien metió a todos, o casi todos, en el saco de la llamada “mafia del poder”, luego los perdonó, una vez que apoyaron sus proyectos políticos.

Los casos más escandalosos –por el inmoral oportunismo de las partes–, son los regiomontanos Alfonso Romo y Ricardo Salinas Pliego, quienes con AMLO en el poder, pasaron de lo más parecido a “demonios neoliberales” –y miembros de la mafia del poder–, a mansas ovejas que regresan al redil, una vez que, con cañonazos de dinero, apoyaron las ambiciones de poder del humilde líder populista.

Así, los empresarios que se doblan, tienen justicia y gracia del reino de Obrador, mientras los que se oponen son perseguidos por los ilegales decretos del reino, disfrazados de consultas populares.

Y si, no hay quien salve a México del tirano.

Al tiempo.