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Efectos colaterales de la pandemia covid-19

Los efectos negativos de la pandemia tienen que ver con las consecuencias de las medidas adoptadas como el “quédate en casa”. | Susana Pedroza*

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Escrito en OPINIÓN el

De acuerdo con el Comunicado Técnico Diario covid-19 México, publicado por la Secretaría de Salud, el 10 de mayo último, lamentablemente han sumado 3,465 defunciones por covid-19; sin embargo, dicha cifra continuará incrementándose para mala fortuna de miles de personas infectadas, pero, además, al dato anterior habrá que agregar los números derivados de los daños colaterales por esta enfermedad. 

¿A qué daños colaterales nos referimos? En particular, a todos aquellos que, sin ser ocasionados por la infección directa del covid-19, si han venido generando las condiciones propicias para que las personas padezcan consecuencias igualmente graves o nocivas para la salud por dicha patología.

En otras palabras, me refiero a los efectos derivados, de un lado, por las medidas determinadas o recomendadas por las autoridades sanitarias, para evitar o reducir al mínimo los niveles de contagio de la enfermedad en la población, tales como el quedarse en casa, entre otras, y que han sido un detonante en el número de casos denunciados por violencia familiar, cuyas cifras se reflejan en más de 100 mil llamadas al teléfono 911 en las que se da cuenta de las solicitudes de ayuda, tan solo en lo que va de la contingencia por la pandemia.

Pero también, por otra parte, los efectos negativos de la pandemia tienen que ver con las consecuencias de las medidas adoptadas como el “quédate en casa”, dado que el confinamiento mismo empieza a provocar reacciones con diversas variables hacia las personas mismas y sus familiares o seres queridos con quienes viven. Reacciones psicosociales y personales que atenten contra la integridad misma o de otras personas. 

De ahí la importancia que el Estado mexicano, a través de sus tres órdenes de gobierno Federal, Estatales y Municipales, así como los Órganos Constitucionales Autónomos trabajen de manera urgente en programas especiales, para atender la contingencia por el covid-19, tendentes a garantizar el derecho a la salud de todas las personas mediante mecanismos que posibiliten una atención especializada y diferencial durante y después de las medidas de confinamiento, brindando el apoyo no sólo médico, sino sicológico y psiquiátrico que se requiera.

La puesta en marcha de programas como “La Línea de la Vida”, servicio público proporcionado vía telefónica, a través de redes sociales y presencial, dedicado a la atención y promoción de la salud mental, juegan un papel en estos tiempos de suma relevancia; sin embargo, de poco conocimiento para la sociedad, donde lo que parece que hace falta es publicitarlo aún más.

Urge la elaboración e implementación de políticas públicas de amplio alcance que tengan como propósito la atención psicológica y psiquiátrica de la población, pero no solo para los efectos reactivos, sino preventivos. 

Es tiempo de hablar, el confinamiento que vivimos ahora, debemos tenerlo claro, ha sido una experiencia no vivida por varias generaciones, de ahí el impacto de la psicosis emocional, el estrés, la ansiedad, la angustia, la depresión, el incremento en el uso de drogas y el alcoholismo, etcétera, son factores que pueden colocarse como daños colaterales a los efectos de las medidas sanitarias por la pandemia.

De los primeros efectos que se comenzaron a advertir por la aplicación de medidas como el confinamiento, como ya lo señalamos, es el agravamiento de los índices de la violencia familiar, pero, aun sin la existencia de este mal, lo cierto es que los perjuicios a la salud física y mental pueden ser devastadores en familias que, de inicio, no padecían ese tipo de violencia.

Los efectos económicos de la pandemia, sin lugar a dudas, han colocado a millones al borde de la muerte, no por la infección directa y personal de la enfermedad, sino como consecuencia de la angustia, la depresión, el estrés, la ansiedad, etcétera, ante la pérdida de empleos o ingresos suficientes para sufragar las necesidades más elementales de la familia confinada.

Finalmente, no olvidemos los efectos nocivos que pueden provocar los diversos medios de comunicación, radio, televisión, prensa, redes sociales, internet y demás, donde circula información y desinformación, violencia desmedida en tantas modalidades que, si antes no se conocían o se conocían poco, ahora familias enteras confinadas tienen minuto a minuto acceso a toda esa información, ocasionando o incrementando sentimientos de angustia, odio, violencia, depresión, etcétera. 

Por todo ello, insistimos en la necesidad de políticas integrales que no sólo entiendan y atiendan a las consecuencias, sino a las necesidades preventivas de todos esos millones de personas que ahora estamos viviendo una nueva era en los comportamientos sociales ante las pandemias, sus efectos devastadores inmediatos y mediatos, la atención reactiva, proactiva y preventiva no solo en el ámbito de la salud física, sino también psicosocial. 

* Dra. Susana Thalía Pedroza de la Llave

Investigadora titular “B” del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM; coordinadora general de la División de Estudios de Posgrado y del CIJUREP de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, e investigadora nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).