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Educación para la democracia: 206 años de transformación

La realidad democrática se transforma, pero también se construye con las nuevas generaciones que necesitan ser más participativas y responsables.

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Escrito en OPINIÓN el

Hace 206 años, nuestro país tomó un estandarte de ideales para pelear por sus derechos, por el reconocimiento de cada habitante, con el reclamo y la aspiración de poder ser llamados ciudadanos, y por ende obtener los derechos que esto conlleva.

 

En las currículas educativas actuales, el concepto de la democracia se va definiendo teóricamente en las materias de civismo e historia, sin embargo, no se hace un trabajo de experiencias que permitan a los alumnos aprender el acercamiento a consultar sus derechos o ejercer el voto.

 

El Instituto Federal Electoral realiza las consultas infantiles y juveniles desde 1997 con la finalidad de emplear mecanismos de participación y acercamiento a las voces de niños y niñas de los 6 hasta los 17 años.

 

Según la UNESCO, la democracia se construye con información, principia los derechos y responsabilidades de cada ciudadano, pero también se nutre de la participación en todos sus niveles, es la acción colectiva llamando a los movimientos sociales con responsabilidad. http://bit.ly/2c9QhGc

 

La educación y los derechos humanos tienen un rol decisivo en la construcción de las instituciones democráticas, el respeto a la libertad de expresión, y sobre todo, para la representación en la toma de decisiones concernientes a la comunidad y su bienestar.

 

Sin embargo, ha disminuido la participación activa de los ciudadanos, en un país donde la democracia es relativamente joven, los años de lucha y los sacrificios hechos parecieran dilucidarse paulatinamente, quedando no en la historia, sino en el olvido.

 

La formación ciudadana es una estrategia que atiende también, a la creciente problemática de violencia, exclusión, marginación e indiferencia presente en la descomposición social, aunado a la creciente escalada de conflictos sociales, no sólo guerras, también de los atentados al estado de derecho.

 

En perspectiva, la educación por la democracia se torna fundamental para la edificación, no sólo de un modelo de civilidad, también es el cimiento para el cambio de las sociedades posmodernas, atendiendo a la necesidad de las nuevas generaciones para tomar las decisiones que serán vitales ante el futuro incierto que nos espera.

 

La apatía ha permeado en la participación política, a su vez, los efectos negativos se resienten en las instituciones públicas, cuya responsabilidad radica en el bienestar social, han faltado a su compromiso con la ciudadanía, lo que ha exaltado la corrupción y la impunidad.

 

La escuela democrática debe consistir en disminuir las desigualdades que se manifiestan en la participación social, así como contrarrestar las condiciones que la propician, mediante los procedimientos educativos, en todos los ámbitos, desde los sistemas escolares hasta en las familias.

 

El concepto de la educación democrática carece de acción, más no de sustancia, sólo desde el entendimiento, comprensión y adopción de los valores civiles, se podrá abrir una nueva etapa para retomar el ejercicio ciudadano, más allá de las votaciones o protestas, sino en el acercamiento a los gobernantes y la exigencia de rendición de cuentas.

 

Pluralidad es la clave, hay una marcada tendencia de focalizar la educación democrática a los niños y jóvenes, pero en el caso de los adultos, llegan a quedar relegados, porque a veces se asume que la mayoría de edad o el hecho de ser votante, implica ser ciudadano.

 

Dos siglos después, la paz se ha visto trasgredida por una nueva lucha, con una dimensión compleja, desde lo global a lo local, se está transformado el significado de educación cívica por el de educación democrática, un concepto que dotará a los ciudadanos la capacidad de transformar los espacios sociales.

 

Para construir las relaciones formales entre ciudadanía e instituciones, los proyectos educativos con base en la inclusión y respeto, serán lo que conminen a la reflexión, el principio de dialogo, y la capacidad de llegar a acuerdos.

 

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