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Duarte y Karime

Todo indica que la esposa de Duarte desempeñaba un papel muy activo en este complejo entramado criminal.

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Escrito en OPINIÓN el

No son pocas las historias de políticos en nuestro país en que, una vez concluidos sus encargos, se empiezan a dar a conocer sus inmensas e inexplicables fortunas, el abuso y frivolidad con que ejercieron el poder o las complicidades incluso con los carteles de la delincuencia organizada.

 

Sobran los casos de personajes como el ex Presidente José López Portillo, Arturo Durazo Moreno, Antonio Toledo Corro, Mario Villanueva, Arturo Montiel, Elba Esther Gordillo y un largo etcétera que han ensombrecido la vida pública en México. Sin embargo, difícilmente alcanzo a recordar alguno con las dimensiones del ex mandatario de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, quien se ha colocado como uno de los más destacados exponentes de una generación fracasada de políticos jóvenes supuestamente bien preparados pero sobrados de ambición y carentes de todo sentido de responsabilidad y decoro.

 

Su periodo como gobernador estuvo marcado por los escándalos. Desde la detención de dos funcionarios de su administración transportando 25 millones de pesos en efectivo que presumiblemente estaban destinados a financiar campañas -aunque nunca se aclaró del todo su origen y destino-, la persecución, desaparición y muerte de periodistas que provocaron que Veracruz fuera considerado como el estado más peligroso para ejercer esta importante actividad, o los altísimos niveles de inseguridad y violencia que tuvieron uno de sus momentos más dramáticos con el asesinato de 35 personas cuyos cuerpos fueron arrojados frente al edificio donde se realizaba un Encuentro Nacional de Presidentes de Tribunales de Justicia y Procuradores.

 

Ya casi para terminar su gestión, se empezó a revelar la adquisición de ranchos y casas en lujosos fraccionamientos de Estados Unidos -principalmente en Houston y Miami-, así como la existencia de empresas fantasma que recibieron pagos millonarios, ante lo cual la PGR tuvo que girar una orden de aprehensión por delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita que llevaron a Duarte a pedir licencia y darse a la fuga. Adicionalmente, la Auditoría Superior de la Federación ha presentado 60 denuncias por el desvío de 60 mil millones de pesos tan sólo de recursos federales.

 

Al paso de los meses, siguen surgiendo crónicas de terror relacionadas con fraude en tratamientos médicos, el descubrimiento de 112 cuentas bancarias o de inmuebles en los que se encontraron cajas de cartón repletas de dinero en efectivo -23 millones de pesos- obras de arte entre muchas otras cosas, así como los diarios de Karime Macías en los que detalla el modus operandi de la extensa red de corrupción que armaron.

 

Todo indica que la esposa de Duarte desempeñaba un papel muy activo en este complejo entramado criminal, pero lo que llama la atención es que la avalancha de comentarios y memes en redes sociales sea en torno a la frase escrita por ella, al parecer como una especie de mantra o decreto que repite un sinnúmero de veces en planas completas: “sí merezco la abundancia”, que denota su obsesión por la riqueza.

 

Entiendo que se puede tratar de un desahogo o catarsis colectiva en esta costumbre tan mexicana de reírnos de nuestras propias desgracias, pero hubiera sido mucho más pertinente se tradujera en un reclamo a las autoridades exigiendo que se terminara con el pacto de impunidad que prevalece entre buena parte de la clase política, y que permitió que Duarte y sus cómplices contaran con el tiempo suficiente para “desaparecer”.

 

Seguramente esta ignominiosa historia dará todavía mucho de que hablar, pero lo que nos debe importar es que se haga justicia y no quede tan sólo como una mas de las anécdotas que nos recuerdan el profundo nivel de descomposición que vivimos como sociedad.

 

@agus_castilla

@OpinionLSR

 

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