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Diversidad familiar y derechos humanos

En México, en los últimos años ha habido una visibilización creciente de la variedad de estructuras familiares. | Edgar Iván Zazueta Luzanilla

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Escrito en OPINIÓN el

La diversidad ha logrado un lugar importante en nuestro tiempo actual. Esto lo podemos observar desde las miradas transdisciplinarias que hoy en día se necesitan para la comprensión de cualquier fenómeno social, hasta la diversidad sexo-genérica presente en la naturaleza humana que se ha logrado explicar desde las teorías de género, la performatividad y el feminismo contemporáneo.

Por su parte, los derechos humanos también se han convertido actualmente en una directriz del desarrollo humano que contrarresta los excesos del consumo ambiental y frena el poder del mercado y, aunque el equilibrio es quizás una utopía, las interrelaciones son cruciales para lograr un desarrollo más integral e inclusivo apoyado en una ciencia que se complejiza cada vez más y que exige mayor pluralidad y democracia. Lo humano se posiciona en el centro del desarrollo, sus necesidades se tornan en igual importancia y ninguna necesidad es mejor que otra ya que todas están en igualdad de relevancia. En este sentido, hablar de diversidad familiar y de la comprensión de su dinámica tanto a nivel de las relaciones intrafamiliares como de las influencias interdependientes de su entorno implica una mirada trandisciplinaria del conjunto de las teorías sociales y de un reconocimiento de los derechos humanos.

Variedad de estructuras familiares

En América Latina, en particular en los ámbitos urbanos, se han observado cambios en la conformación, la organización y la dinámica de las familias desde hace aproximadamente seis décadas. En México, en los últimos años ha habido una visibilización creciente de la variedad de estructuras familiares, debido a múltiples transformaciones sociodemográficas y culturales. De acuerdo con INEGI (INEGI, 2010) existen hogares familiares y hogares no familiares. En los hogares familiares al menos uno de los integrantes tiene parentesco con otro miembro del grupo, el parentesco puede ser de consanguinidad, de afinidad o civil, y en los hogares no familiares no existe parentesco entre las y los miembros del grupo familiar. De acuerdo a esta clasificación existen, al menos, estos tipos de hogares: familias de parejas jóvenes sin hijas (os), familias de padres y/o madres mayores de 60 años (también se le conocen como “nido vacío), familias compuestas, reconstituidas o ensambladas (conformadas por padre o madre divorciada (o) y con hijas (os) de uniones anteriores, familias LGBTTTI+ (en algunos estudios también se les llama como familias no heterosexuales, familias de padres o madres del mismo sexo, “familias diversas”, familias homoparentales, familias lesbomaternales o familias trans, según el caso), familias unipersonales (también llamados “hogares unipersonales”, constituidos por una persona), familias uniparentales o unimarentales (constituidas por un padre o un a madre y sus hijos (as) respectivamente, familias extensas o extendidas (constituidas por cualquier estructura de parentesco, además de la papá, la mamá y/o hermanos (as), suelen ser tías (os), abuelas (os), etcétera), familias de migrantes y familias nucleares (constituidas por el padre, la madre e hijos e hijas). Las familias pueden considerarse como tal, aun si no existe reconocimiento legal o religioso, ya que lo prevalece en su definición es el tipo de vínculo y/o el parentesco.

Derecho de identidad

Todos los hogares necesitan de un reconocimiento que tome en cuenta sus problemáticas socioculturales, económicas y ambientales, este reconocimiento es un derecho de identidad que cada familia tiene a partir de sus características propias y por las cuales se identifica y diferencia de las demás, negar este derecho es limitar su propio desarrollo y el de una sociedad que está ávida de inclusión social e igualdad.

La incipiente investigación que existe en torno a cómo las transformaciones socioculturales han impactado las dinámicas y funcionamiento de la diversidad familiar es notoria, sabemos muy poco acerca del nuevo papel que están teniendo hombres y mujeres ante los cuidados humanos y socioambientales, o sobre las repercusiones que tiene la doble y triple jornada laboral en la organización y salud de las familias desde una perspectiva interseccional, menos conocido aún es el lugar que están teniendo las conformaciones familiares surgidas por procesos de adopción LGBTTTI o a través de nuevas tecnologías de reproducción asistida, por mencionar tan solo algunos ejemplos.

Lo anterior nos lleva a replantearnos, al menos dos cosas, el papel que están teniendo las instituciones ante estas “nuevas realidades” y la efectividad de las políticas públicas que intentan proteger el desarrollo y bienestar de ¿todas las estructuras familiares?... En alguna parte leí que el cambio era la única constante en el desarrollo de las sociedades y de nuestras vidas, esto puede ser tan cierto como la idea de que la naturaleza humana es fundamentalmente diversa, el papel de la ciencia y el Estado debe ser dar reconocimiento a esta evolución y constatarlo en los hechos.

@Edgarivanzaz

Dr. Edgar Iván Zazueta Luzanilla

Profesor-investigador del Instituto Mora, es Doctor en Ciencias, con especialidad en Desarrollo Regional por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A. C., pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y a la Red Conacyt “Género, Sociedad y Medio Ambiente (GESMA).

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