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Disposición vs Situación

El hombre no es malo ni bueno por naturaleza, lo que existen son disposiciones y situaciones.

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Escrito en OPINIÓN el

Hace un par de meses, el presidente de la República dijo que “el Estado mexicano está domando la naturaleza humana con las reformas de transparencia y anticorrupción que se han implementado en el país”. Y en esas estamos, en el país de los domadores. Solo que al parecer, el látigo ha resultado minúsculo frente a la bestia.

 

La insinuación es cuando menos delicada, por su contenido subyacente y lo que refleja como idea del presidente respecto al país. Ello, a partir de dos premisas. Por un lado, que corresponde al Gobierno rescatar a los ciudadanos de sí mismos. Por el otro, que la corrupción y su maldad, se encuentran implícitas en la persona. Como consecuencia, los humanos somos incapaces de reprimir nuestros instintos, pues la maldad está en nosotros. Por ello, necesitamos de un poder magnánimo que nos dome como colectividad –e individualmente– ante nuestra naturaleza corrupta.

 

Más allá de la ausencia de legitimidad social del presidente, que lleva a dudar de entrada que sea su gobierno quien encabece la doma de la naturaleza humana, en casos de corrupción y transparencia (exoneración de la casa blanca dixit), es significativo y representativo la forma en que el titular del Ejecutivo percibe a México y a sus ciudadanos.

 

Pudo bien tratarse de un lenguaje coloquial y poco reflexivo. Sin embargo, es probable que haya sido una articulación cuidada y con los mensajes preparados, en tanto que lo pronunció en la Instalación del Consejo Nacional de Transparencia. Es de suponerse, entonces, que llevaba un discurso preparado con cuidado. Máxime al tratarse de un tema tan delicado en tiempos recientes.

 

El hombre no es malo ni bueno por naturaleza, lo que existen son disposiciones y situaciones. Hay fondo y forma. Hannah Arendt, Stanley Milgram y Philip Zimbardo han analizado la naturaleza del mal (Eichmann en Jerusalén, Obediencia a la Autoridad y el Efecto Lucifer) y la conclusión es que la situación es la que puede condicionar al individuo en su actuación. Raras veces existe una disposición natural hacia el mal. Son las circunstancias las que hacen que un determinado individuo actúe de tal o cual manera, de ahí la banalidad del mal.

 

La corrupción tan de moda y la impunidad su hermana, han saltado al escenario como la gran bestia nacional que debe vencerse. Esa que debe domarse. Sin embargo, no es la persona ni su naturaleza la que se debe de subyugar. Pretender domar la naturaleza del hombre, va en contra de esa naturaleza. Aristóteles definió al hombre a partir de su diferencia específica y su género próximo, de ahí que seamos animales racionales. Se puede domar al animal, pero a la razón se debe de convencer, instruir, persuadir, interesar, educar.  

 

Dicho de otra forma por Ortega y Gasset, “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Se trata entonces de salvar la circunstancia o domar la situación. No a la persona o su disposición. Lo que se requiere es alterar el orden de las estructuras en las que los ciudadanos interactúan. Lo que se debe dominar, es el esquema de actuación en donde la sociedad se desenvuelve. Es decir, el estado de derecho y las instituciones que lo hacen efectivo.

 

Ello pasa inexorablemente por el fortalecimiento del Estado hoy fragilizado. Instituciones débiles, atomizadas, con normas de actuación desarticuladas y con la certeza que la impunidad otorga para no cumplir la ley, hacen que el ciudadano (incluidos los que ejercen el gobierno) tenga incentivos para actuar en contra de la ley. Es el Estado el que debe ser fortalecido y, en su caso, domado. El látigo es el estado de derecho, la solidez de las instituciones, el marco normativo y un sistema de responsabilidades eficaz. El problema no es de naturaleza, es la debilidad del Estado mexicano.

 

Pretender domar la naturaleza humana, más allá de consideraciones sociopolíticas, no es el remedio. Las leyes y sistemas nacionales para prevenir la corrupción y fomentar transparencia, deben de eliminar las situaciones y circunstancias que permiten que las personas tengan incentivos para actuar ilegalmente. Es decir, eliminar la situación para prevenir la disposición.

 

El presidente equivoca el diagnóstico, esperemos que el remedio sea útil.