Main logo

Discutir el Congreso

Generalmente la viabilidad de una iniciativa se determina en función de quien la propone. | Agustín Castilla

Por
Escrito en OPINIÓN el

A unas semanas de que concluya la LXIV Legislatura, un grupo plural de diputadas que se auto denominan como rebeldes, y que lamentablemente no fueron reelectas para la siguiente legislatura a pesar de su destacado desempeño -quizá justo por eso, por su independencia y proactividad no fueron consideradas por sus partidos-, se dieron a la tarea de organizar un seminario para detonar la discusión sobre el papel que debe jugar el Congreso en el contexto actual.

Durante décadas el entonces partido hegemónico detentó la mayoría calificada en las dos Cámaras -salvo algunas excepciones como la elección de 1988 en que sólo obtuvo la mayoría absoluta- y el Poder Legislativo prácticamente se había convertido tan sólo en una ventanilla de trámites del Ejecutivo, ya que aprobaban sin mayor discusión las iniciativas que enviaba el presidente quien en los hechos definía la agenda legislativa, situación que se modificó en 1997 cuando la oposición en su conjunto alcanzó un mayor número de diputaciones iniciando así la etapa de gobiernos divididos que imprimió una nueva dinámica congresional en la que se abrió la discusión de los temas nacionales y se volvió necesaria la búsqueda de acuerdos.

Sin embargo, falta un buen trecho por recorrer para que podamos contar con un Congreso mucho más deliberativo, profesionalizar el trabajo legislativo, fortalecer la representación popular, la fiscalización de la gestión pública y la rendición de cuentas e, incluso, se advierte cierta tendencia para que el Poder Legislativo se convierta de nuevo en una oficialía de partes al servicio del Ejecutivo, lo que significaría una regresión inadmisible.

Son muchos los temas que ameritan una reflexión profunda, y este seminario convocado por Martha Tagle, Verónica Juárez, Lorena Villavicencio y Laura Rojas, con la participación de Porfirio Muñoz Ledo es una muy buena oportunidad para ello. Por ejemplo, generalmente la viabilidad de una iniciativa se determina en función de quien la propone y no de sus méritos, su análisis y discusión es muy superficial -cuando los hay- y se sigue imponiendo el mayoriteo, lo cual dista mucho de ser lo óptimo. De igual forma, los ejercicios de parlamento abierto que habían registrado algunos avances en recientes legislaturas, se han reducido a foros en los que especialistas, organizaciones, representantes de sectores emiten sus opiniones, pero no son realmente tomadas en cuenta.

Entre otras cuestiones que considero se deben abordar, está el dilema entre la disciplina partidaria así como el control que ejercen los grupos parlamentarios, y la responsabilidad de las y los legisladores frente a sus electores -que no siempre coinciden-, o los perfiles de quienes presiden e integran las comisiones, que no pueden basarse únicamente en el reparto de espacios entre las bancadas. También habría que revisar los criterios para evaluar el desempeño legislativo, que actualmente se centran más bien en aspectos cuantitativos como el número de asistencias a comisiones y al Pleno -es la mínima obligación con que deben cumplir-, iniciativas y proposiciones con punto de acuerdo presentadas o la participación en tribuna, pero pocas veces se analiza la calidad y alcances del contenido de las propuestas así como de las intervenciones.

En la inauguración del seminario “El Congreso que México necesita, una reforma urgente” se tocaron dos temas de la mayor relevancia: las reglas de la reelección consecutiva para que deje de ser sólo una prerrogativa de los partidos que discrecionalmente deciden a quienes postular para un nuevo periodo -por cierto el Congreso incurrió en omisión legislativa al no emitir la regulación correspondiente-, y que la integración de las Cámaras sea directamente proporcional al número de votos obtenidos por cada partido político eliminando la sobre representación del 8%, atendiendo a la pluralidad del país. Habrá que estar atentos a las siguientes sesiones que se llevarán a cabo los días 15, 20, 21 y 22 de julio, y esperemos que este esfuerzo se traduzca en una necesaria reforma al Poder Legislativo para que esté en mejores condiciones de responder a lo que le demandan estos tiempos.