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¿Dignos de México?

“Nada puede liberarnos de nuestro deber”: Churchill.

Por
Escrito en OPINIÓN el

Pocas veces a esta generación, camarada de tantas crisis, había puesto el destino prueba tan delicada y difícil como la actual.

 

Sólo el que no quiera verla, osará negarla.

 

Seca está la pradera, al cielo lo cruzan rayos y centellas; los demonios placen a sus anchas.

 

Tlatlaya, Ayotzinapa, Iguala y Chilpancingo escalan en atrocidad, mientras las fosas clandestinas se suceden en argamasa que atormenta nuestra capacidad de asombro e indignación.

 

El cometa del politécnico levanta en cauda movimientos e intereses variopintos, unidireccionalmente enderezados a la desestabilización. La lapidación del edificio de la Procuraduría General de la República, antecedida por la de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y sabrá Dios seguidas por qué otras tantas, no son un precedente tranquilizador. El propio 68 jamás se acercó a estos extremos de anarquismo.  El gobierno, mientras tanto, juega al ping pong de incompetencias. Del otrora escritorio de Vasconcelos nada puede esperarse que no destaque de ineficacia.

 

Michoacán, Oaxaca, Tamaulipas, con sus paisajes y paisanajes de violencia, no ceden salvo en terciarse la nota roja.

 

La economía, por más reconocimientos internacionales a su responsable, no remite en el desasosiego y martirio de Juan Pueblo.

 

Los precios del petróleo caen en fatídica asincronía con nuestra tardía apertura.

 

El entorno internacional es de desencuentros refractarios a las inversiones anunciadas con las reformas estructurales.

 

Amenazas pandémicas nos recuerdan lo endeble de nuestra vanidad disfrazada en fortaleza.

 

El ecocidio global deja huella globalizada sin que la depredación de nuestro modelo de desarrollo acuse recibo de su responsabilidad.

 

En casa ha dado inicio el proceso electoral con más hartazgo y desconfianza que entusiasmo ciudadano. El envilecimiento, tan propio y fecundo para nuestra partidocracia, pronto habrá de regir la de suyo conflictuada convivencia. Nada nuevo veremos en esta entrega de democracia de mediocridad y terror.

 

La lista la podemos crecer hasta el infinito. Lo importante es hacernos cargo del explosivo ambiente que vivimos.

 

No es un problema de pactos cupulares, tampoco de descabezar poderes fácticos o institucionales que hayan dejado de ser funcionales, menos de representar apariencias sin raíz en la realidad, o controlar medios, o manipular humores públicos.

 

Desgraciadamente para nuestros políticos y partidos las crisis son oportunidades para construir candidaturas, chantajear por espacios y prebendas, y jugar sucias guerritas. Sin embargo, la crisis que se vislumbra está muy por arriba de sus ligas llaneras. Poco vivirá el que así no lo compruebe.

 

El tiempo y sus retos demandan de las mejores artes de la política y de políticos genuinos. Es momento de estadistas en la conducción y responsabilidad compartida en el pueblo.

 

Nuestra circunstancia marca la diferencia entre poder llegar, tipo Fox, y verdaderamente gobernar; entre ser papalote al viento o timonel en la tormenta; entre jugar a la política y ser parasito de ella, y construir Nación.

 

Pero los estadistas no se dan en maceta, ni por inseminación artificial. Tampoco es algo que se consiga en estantes de supermercado. Y, peor aún, todo estadista demanda de contraparte a un pueblo maduro y responsable, dispuesto a hacerse cargo de su destino y a pagar los costos que haya menester.

 

Ojalá y como pueblo estemos a la altura de nuestra circunstancia para que de nuestras entrañas surjan los liderazgos que, en sincrónica participación política con la ciudadanía, conduzcan la nave nacional por los procelosos mares que cimbran nuestro existir.

 

Los momentos por venir son para ciudadanos, partidos y gobernantes epónimos. El circo, la simulación, los pescadores de río revuelto, los mercaderes de favores y los personalismos providenciales pertenecen a un vodevil que no es para momentos definitorios.

 

Si, como suele ser costumbre, nuestros sedicentes políticos y sus partidos de pacotilla juegan al pay per view, pretendiendo sacar raja de esta tormenta que se antoja perfecta, serán los primeros en ser barridos de la cubierta y arrasados a la profunda oscuridad que les merece.

 

Se acercan los tiempos de la verdad. Veremos de qué están hechos los prohombres de todas nuestras banderías.

 

Probaremos si somos dignos de México.

 

@LUISFARIASM