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Diez cosas que nadie te explica en la carrera de Derecho (I)

Por: Miguel Carbonell.

Por
Escrito en OPINIÓN el

Primera parte.

 

El pasado 31 de agosto de 2015 tuve el honor de darles una conferencia a los estudiantes de la carrera de derecho de la FES-Aragón. Quise ofrecerles un breve elenco de algunas cuestiones que son del todo relevantes para su futuro profesional (y para el de cualquier estudiante de derecho) pero que, de forma bastante inexplicable, es del todo probable que nadie se las explique a lo largo de su carrera.

 

Son las siguientes:

 

  1. Aprende un idioma poco común.

 

Doy por hecho que el inglés es indispensable para la vida personal y profesional en el siglo XXI. No hace falta insistir en ello. Quien no lo entienda y lo tenga claro simplemente está desperdiciando su presente y poniendo trabas a su futuro.

 

Pero lo que considero que puede ser un poderoso activo en su formación como futuros abogados es dominar un idioma extranjero diferente del inglés. Eso les va a abrir muchas puertas en el campo profesional. Consideren que México tiene una de las economías más abiertas del mundo. Son muchas las empresas que vienen a México a hacer negocios y que requieren de asistencia jurídica en múltiples aspectos.

 

Por otro lado, tenemos fuertes inversiones extranjeras en temas como el turismo, la energía (petróleo, gas, electricidad), el sector automotriz y el transporte. Tendremos mucha ventaja sobre nuestra competencia si nos podemos comunicar con nuestros clientes en su propio idioma.

 

  1. Especialízate.

 

La época de la práctica jurídica “generalista” llegó a su fin. Por una parte, es muy complicado dominar todos los temas jurídicos con cierta profundidad y solvencia; la información en cada rama del derecho es tan amplia que si no nos especializamos nos vamos a quedar en la superficie de todo, pero no vamos a dominar nada. Por otro lado, los clientes buscan abogados que les garanticen que dominan los temas sobre los que les van a prestar asesoría o en los que los que van a defender en juicio.

 

Nosotros hacemos lo mismo cuando contratamos cualquier tipo de servicio. Pensemos en un ejemplo un tanto obvio y hasta banal: si queremos comer una buena pizza, ¿iremos a un restaurante en el que sirven pizzas, carnes, ensaladas, comida japonesa, comida china, tacos y hamburguesas o iremos a un restaurante que se especializa solamente en servir pizzas y dedica todo el tiempo y el talento de sus cocineros en hacerlas lo mejor posible? La respuesta es obvia para el caso de la pizza; debe ser igualmente obvia para el caso de la prestación de servicios jurídicos.

 

La especialización es una de las claves del éxito y nos debe llevar incluso a descubrir pequeños nichos de oportunidad en el que seamos los mejores o tal vez hasta los únicos que ofrecemos servicios jurídicos.

 

  1. Aprende a cobrar por tu trabajo.

 

A todos nos ha pasado en algún momento; tan pronto nuestros familiares o amigos se enteran que estamos estudiando derecho, te consultan cualquier tipo de cuestión que se les ocurra, por extravagante o extraña que sea. Eso sí, les tienes que dar asesoría jurídica gratuita, ya que piensan que no te cuesta nada poner a su servicio tus conocimientos.

 

Pero lo cierto es que sí cuesta aprender derecho. Y cuesta mucho. No solamente porque tenemos que invertir tiempo de nuestros mejores años en formarnos (y tendremos que seguir estudiando a lo largo de toda nuestra vida), sino porque además tenemos que comprar materiales para el aprendizaje del derecho y pagar la colegiatura en caso de que asistamos a escuelas privadas.

 

El derecho es una actividad profesional como cualquier otra. Ganar dinero con la práctica profesional de la abogacía es algo legítimo. No hay que regalar nuestro trabajo u ofrecer de forma gratuita nuestros conocimientos tan duramente aprendidos.

 

Puede ser que algunos abogados se dediquen a prestar servicios gratuitos para su comunidad o que funden una ONG para representar a personas pobres. Son personas ejemplares, que se guían por la bondad y el desprendimiento. Pero todos los demás profesionales de la abogacía tienen derecho a cobrar por sus conocimientos, asesoría o patrocinio de asuntos, sin sentir vergüenza o sin pedirlo con pena.

 

  1. Cuida tu imagen.

 

Cuando uno es estudiante y tiene que despertarse muy temprano para llegar a la primera clase del día, pasando a veces largos ratos en el transporte público que viene siempre lleno, es normal que se quiera vestir con cierta comodidad. Yo he tenido muchos alumnos que llegan a la Facultad de Derecho vistiendo ropa deportiva, en chanclas o pantalones cortos. No me molesta para nada. Pero ese no es el tipo de imagen que se requiere en el ámbito profesional.

 

Hace poco unos colegas profesores discutían en Facebook si utilizar corbata añadía o no algo a la calidad profesional de los abogados. Se trata de un asunto que ni siquiera tendría que ser discutido: si quieres llevar asuntos que de verdad valgan la pena o relacionarte con clientes que te permitan pagar la renta de tu despacho, desde luego que debes usar corbata (en el caso de los caballeros) o trajes sastre (en el caso de las damas).  No lo necesitas si tu vida consiste en dar clases de filosofía del derecho, pero cuando aspiras a hacerte cargo de asuntos que llegan hasta la Suprema Corte más vale que además de saber mucho derecho, lleves un atuendo que te haga parecer abogado.

 

Recuerda que nunca se puede ser ni elegante ni educado en exceso. La buena educación y la buena imagen nunca sobran. Por el contrario, te pueden abrir muchas puertas y abonar al éxito profesional. Cuida tu imagen, pues a partir de ella –nos guste o no- las demás personas se forman una primera impresión (que suele ser la más duradera) de nosotros.

 

  1. Desarrolla una capacidad que te permita diferenciarte de los demás (para bien).

 

Como ya se lo podrán imaginar los estudiantes de derecho, la carrera que eligieron es una de las más demandadas del país. Desde hace muchos años, un número considerable de estudiantes elige formarse como abogado, pensando que con ello podría estar asegurando un buen futuro profesional.

 

Lo cierto es que la obtención de un título de licenciado en derecho no te asegura ni que consigas trabajo ni que ese trabajo (cuando lo consigas) sea bien remunerado.

 

Por eso debes desarrollar alguna capacidad o competencia que te permita destacar por encima de los demás. Sea el dominio de un idioma, la facilidad de palabra, una red de contactos, el dominio de la jurisprudencia interamericana, el conocimiento del derecho comparado, una gran capacidad de escritura, lo que sea. Desarrollar una habilidad que te permita brillar dentro del gran número de personas con las que vas a competir en el terreno profesional.

 

(El próximo lunes, la segunda parte)

 

@MiguelCarbonell