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Días de guardar

Ya por estos días la gente está fastidiada de la dureza de lo cotidiano; de los altibajos y los frecuentes ires y venires que los humanos hacemos de nuestras vidas.

Por
Escrito en OPINIÓN el

De la lucha por sobrevivir, por sobrellevar el empleo o el desempleo, por amar y ser amados, por estar aquí y estar con alguien, por los dolores y los quebrantos que sólo se sobrellevan con la esperanza de ser felices y saber que lo somos, digo: nos lo merecemos.  

 

El fastidio de estos días se nota en la locura por llegar pronto a donde sea para salir, pronto, de ese donde sea, para quién sabe dónde: el asunto es alejarse, marcar distancia, mirar otras voces y otros ámbitos, que dijera Capote…

 

Muchos preferirán quedarse y guardar silencio, cerrar puertas y ventanas y dejar que la vida fluya afuera mientras que en el espacio interior se detendrá para tomar un respiro, para sentir que se está y para esperar a que un suspiro aparezca de pronto y entonces levantaremos el vuelo.

 

Hace tiempo, en mi tierra oaxaqueña, estos días eran, ciertamente, de guardar. Prácticamente el mundo se detenía: no se hacía nada: se dedicaba a la oración y al duelo. Nada más pesado para los que éramos niños y había que estar a tono: ‘silencio, que están durmiendo, los nardos y las azucenas.’…

 

…Eran días en los que el silencio del pueblo contrastaba con aquellos otros días en los que los hombres del campo iban y venían de la labor y las mujeres apuraban el paso para ayudar en las mismas labores: nadie se estaba quieto, nada más estos días…

 

Y para que esto fuera así, los curas contribuían a que todos nos viéramos bien portaditos. El Canon 1249 dice: “Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia…”

 

“Abstinencia”… “Abstinencia”… El ayuno ya me lo conocía; pero eso de la “abstinencia” como que no… Y preguntaba por aquí y allá y, para sorpresa de mis sorpresas, nadie sabía de qué se trataba… Le preguntaba a los señores y a las señoras y nada de nada: “Abstinencia”…  Me indignaba no saber de qué se trataba mientras me comía mi manzana verde con sal…

 

Muchos años después… ‘frente al pelotón de fusilamiento’, me enteré de aquello y de que por eso todos se miraban al soslayo y calladitos porque se veían más bonitos. Eran días de guardar. Propicios para la reflexión y el aburrimiento, ejem.

 

Pero ya no. No y no. Se acabaron aquellos días así. Digo. Sobre todo en las grandes ciudades, en las grandes capitales de los grandes estados de esta gran República Mexicana. Está bien.  Hay razones:

 

El agobio cotidiano. El ver cómo, con mucha frecuencia, el país entero está sacudido por el terror, por la violencia y por el agravio de los odios y rencores que inyectó en muchos una larga historia de pobreza, de abandono, de abusos y de encuentros sin solución.

 

La mala educación nos cobra facturas ya. Los muertos de cada día por crimen organizado, por quienes nos defienden del crimen organizado y la muerte de miles que no tenían vela en el entierro: todos nos duelen y nos aterrorizan.

 

El cotidiano de la lucha por el poder en el que quien quiere mandar sobre vidas y bienes está dispuesto a permanecer ahí: El enemigo público número uno de la democracia es el gobierno en el poder, ya se sabe, y hay que luchar contra ese engolosinamiento…

 

La izquierda mexicana perdida en su laberinto sin fin. La derecha mexicana no se encuentra cómoda y se rasca los ardores de su tersa piel azul cristal sin recuperar terreno. El partido en el poder sorbiendo su nieve de limón. La inenarrable pobreza de millones de mexicanos en un país rico en su macroeconomía, según se dice desde las ‘esferas del poder’…  

 

Con mucha frecuencia, en la ciudad de México la mirada de unos a otros, de unas a otros… son duras: metálicas: aberrantes: agresivas… La sonrisa pierde su encanto cotidiano para ser excepción grandiosa. ¿Qué le vamos a hacer?...

 

Caigo en cuenta de que por estos días hablar de lo trascendente de la política nacional, choca con las trampas de la fe y del solaz. Aun los hombres de mirada superaquilina habrán de cerrar los ojos por estos días para hacer cuentas de las pérdidas o ganancias…

 

Como quiera que sea: el descanso es apetecible. Muchos lo necesitan. Es sano. Disfrutar un poco del resultado del trabajo procura olvidos. Bien. Acaso muchos se entreguen, como antes, a los días de guardar, de pe a  pa. Bien también…

 

Por estos días todos a lo suyo, a su medida, a su alegría o recogimiento. Sexar o no sexar: he ahí el dilema… No importa… Si importa que el lunes será otro día y que habremos de recomenzar el camino empedrado. Pero será entonces. Por ahora, apenas un guiño y un finjamos que somos felices, que ‘en el mar, la vida es más sabrosa; en el mar, te quiero mucho más…’.

 

Twitter: @joelhsantiago

jhsantiago@prodigy.net.mx