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La detenida 78651 en Auschwitz: Simone Veil

Simone Veil, una incansable defensora de los Derechos Humanos, una de las mujeres más valientes.

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Escrito en OPINIÓN el

“Vivir se convirtió para mí en una victoria, para testimoniar contra el olvido, construir para reconciliarse”.

“Sesenta años más tarde, soy todavía acosada por las imágenes, los olores, los gritos, la humillación, los golpes y el cielo plomizo por el humo de los crematorios”. Simone Veil.


“Mi madre murió esta mañana en su domicilio. Iba a cumplir noventa años”, con estas palabras Jean Veil dio a conocer el deceso de una de las mujeres más valientes y brillantes de la escena política del siglo XX. Una incansable defensora de los Derechos Humanos. Padecía ya de un importante deterioro físico, ella, la guardadora de la memoria, perdía la memoria. Simone Veil fue la sexta mujer integrante de L’Académie Française, treinta años después de la escritora Marguerite Yourcenar. Desde la creación de La Academia han sido elegidos 708 hombres.

Nada raro para la abogada feminista que en 1974, siendo Ministra de Salud, tuvo el valor de defender su propuesta para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo (IVG)  ante una Asamblea Nacional conformada en un 95% por voces masculinas, (9 mujeres y 481 hombres). “Quisiera hacerles compartir una convicción de las mujeres. Me disculpo por hacerlo ante una Asamblea constituida casi exclusivamente por hombres: ninguna mujer recurre a un aborto con el corazón alegre…”

Comienzo con su nombramiento a La Academia, porque la manera en la que eligió singularizar su espada (creada por el escultor checo Ivan Theimer) habla mucho de su vida, sus sueños, sus luchas, según podemos observar en las imágenes, y consta ( a partir de sus palabras) en la página oicial de La Academia. Unas manos enlazadas en la empuñadura. Por los encuentros. Un rostro femenino como símbolo de su compromiso con la causa de las mujeres. Tres mujeres con el mismo nombre son consideradas líderes de los Derechos de las Mujeres en Francia: Simone de Beauvoir, Simone Veil y Simone Iff. Las tres de distintas maneras dieron la batalla por los derechos reproductivos que las francesas conquistaron – también -  tomando las plazas y las calles, en un movimiento masivo.



El Movimiento de Liberación de las Mujeres y decenas de miles de mujeres que no se consideraban como feministas, marcharon en apoyo al “Manifiesto de las 343”  (Publicado en “Le Nouvel Observateur” en 1971) y el “Proceso Bobigny” (1972), una joven violada fue detenida por aborto ilegal. La feminista Gisèle Halimi llevó su defensa. Y ganaron. En 1975 la “Ley Veil” fue aprobada por mayoría. Tres años antes, el uso de anticonceptivos había sido legalizado en Francia. “Nunca imaginé el odio que iba a desatar”, declaro Veil. La persecución de la derecha se desató contra ella, como se había desatado contra las firmantes del Manifiesto de las 343.

 “Yo aborté” (en pocas palabras: “vengan a detenerme”. No en todos los casos era verdadero), firmado por mujeres como Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Catherine Deneuve, Jeanne Moreau, Violette Leduc, Françoise Sagan… Y claro, a ellas, nadie corrió a detenerlas, con lo que se evidenciaba lo acomodaticio de la ley: para las mujeres pobres y “anónimas”, la cárcel. Para las mujeres acomodadas, abortos higiénicos y seguros en los hospitales. O en el extranjero. Como suele suceder.

Vuelvo a la espada. El lema de su país: “Liberté, Égalité, Fraternité”, y el lema de la Unión Europea: "Unida en la diversidad", están inscritos en la lama. Pero Simone, deportada al campo de concentración de Auschwitz a los dieciséis años, junto con su madre Yvonne y su hermanita Madelaine, hizo además inscribir en esa lama su número de pisionera: 78651. El mismo que los nazis tatuaron en su brazo izquierdo a su entrada en el campo. El que trajo consigo en el brazo toda su vida. "Como todos mis camaradas, considero un deber explicar incansablemente a las jóvenes generaciones, a las opiniones públicas y a los responsables políticos, como murieron seis millones de mujeres y hombres de los cuales un millón y medio eran niños, simplemente porque eran judíos”. (Asamblea General de la ONU 2007). 



Nació en Niza en 1927, en una familia judía no religiosa. El 30 de marzo de 1944,  Simone y Madelaine fueron detenidas en Niza por la GESTAPO, junto con su madre, llegaron a Auschwitz en “los trenes de la muerte”. Su hermana Denise, fue deportada al campo de mujeres de Ravensbrück, por sus orígenes y por su participación en una red de la resistencia. Su padre y su hermano Jean también deportados, desaparecieron en Lituania. No se pudo seguir su traza. Ante el avance de las tropas soviéticas, en 1945, Simone y sus hermanas fueron evacuadas con otras miles de personas hacia el campo de Bergen Belsen, (la desquiciada huida nazi ante el fin inminente, Hitler se suicidó en abril de ese año), donde su madre murió de tifus y de agotamiento.  Sólo un mes después los ingleses liberaron el campo.

Tras la liberación, terminó sus estudios en la Facultad de Derecho de París y estudió en el Instituto de Ciencias Políticas. Se casó con Antoine Veil, tuvo tres hijos y se convirtió en magistrada en 1956. Participó en la defensa de Djamila Boupacha, militante del Frente de Liberación Nacional de Argelia, quien había sido detenida, torturada y condenada a muerte. Con el apoyo entre otras/os de Simone de Beauvoir, lograron que el proceso (narrado en un libro de Gisèle Halimi) tuviera lugar en Francia y se convirtiera en una acusación contra los métodos de tortura del Ejército Francés en Argelia. Se necesitaba ser muy valiente para hacerlo. Y lo hizo.

Fue la primera mujer Secretaria General del Consejo de la Magistratura. En 1979 fue elegida Presidenta del Parlamento Europeo. Ministra de Asuntos Sociales en Francia en 1993, cuando instauró el apoyo financiero para las madres que desearan permanecer en el hogar para educar a sus hijos. Combatió las leyes que consideraba se “extralimitaban” en el tema y las realidades de la migración. Las leyes que protegían la adopción fueron también una de sus batallas de elección. Perdió a uno de sus hijos en 2002 y a su esposo en 2013. En 2007 Publicó su autobiografía: “Un vie” (Una vida). Fue la primera Presidenta  (y Presidenta de Honor vitalicia) de la Fundación para la Memoria de la Shoa. 


“Cuando regresamos de los campos, no éramos sino las víctimas avergonzadas, los animales tatuados. Nos es necesario vivir con eso…” Casi nadie sabía qué hacer con el horror de los campos. Murmurado durante la guerra, denunciado después de la liberación. Veil, como tantas/os  otras/os sobrevivientes narró en muchas ocasiones la imposibilidad de transmitir la experiencia vivida. Se estrellaba contra un: “Ostracismo difuso que no decía su nombre…muchos de nuestros compatriotas querían a todo precio olvidar aquello de lo que no podíamos arrancarnos… Deseábamos hablar, pero no querían escucharnos”. Simone Veil calificó “La banalidad del mal”, uno de los más importantes ensayos de Hannah Arendt como: “Masoquismo intelectual”. Larga vida a la memoria de una extraordinaria defensora de los Derechos Humanos. Y a su ejemplo de tan valiente congruencia.

 (Hay una confusión en algunas de las fotos que han circulado en las redes a partir de su muerte, la joven con rizos y lentes, no es Simone Veil, sino la filósofa francesa de origen judío y religión cristiana, Simone Weil. 1909-1943). 

@Marteresapriego