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¡Desprecio de AMLO a las mujeres!

Una madre nunca deja a sus hijos en una guardería o estancia por gusto; lo hace porque debe contribuir a la economía familiar. | Ricardo Alemán

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Escrito en OPINIÓN el

A nadie en México debiera sorprender la defensa, a ultranza, que hace el presidente mexicano de su amigo, Félix Salgado Macedonio, el presunto violador impuesto como candidato de Morena al gobierno de Guerrero.

¿Y por qué no debiera sorprender a nadie?

Porque a lo largo de dos años y dos meses de gobierno –incluso durante años de campaña–, López Obrador ha dado muestras contundentes de que es un líder, un político y un gobernante con poco aprecio por las mujeres, en general, y por los niños, en particular.

En efecto, abundan las evidencias del desprecio, el odio, el desdén, menosprecio, subestimación y hasta la humillación que han padecido millones de mujeres y miles de niños a causa de las políticas públicas misóginas y de odio al núcleo familiar, por parte del gobierno de López Obrador.

En todo caso, lo sorprendente debiera ser que, a favor del candidato presidencial, López Obrador, votaron poco más de 13 millones de mujeres mexicanas, lo que representa el 49 por ciento de los 33.3 millones de votos totales que recibió el tabasqueño.

Lo anterior significa que –en promedio–, uno de cada dos votos que llevaron a López Obrador al puesto de presidencial, salió de una mujer.

Y por eso aquí obligan las primeras preguntas.

¿Qué opinan hoy de López Obrador, los 13 millones de mujeres que lo hicieron presidente?

¿Qué esperaban del populista candidato de Morena, los 13 millones de mujeres mexicanas, si antes de julio de 2018 todas sabían que era y es un profundo conservador y un probado misógino?

Resulta difícil conocer la motivación del electorado femenil a favor de AMLO ya que, por ejemplo, durante la campaña y en su programa de gobierno poco o nada propuso a favor de las mujeres y los niños.

De manera genérica –y sin detalles–, López Obrador decía que su propuesta de gobierno era una alternativa de género y que, por eso, estaba muy lejos del conservadurismo de la derecha.

¡Demagogia pura y dura!

Tarde se percató el electorado femenil de que no existía una sola línea, una palabra de la propuesta de gobierno de AMLO, dedicada a mujeres y niños. Es decir, que el hoy presidente ignoró por completo todo lo relativo al núcleo familiar básico.

A pesar de ese desprecio a las mujeres; a pesar del desdén a los niños y a la nula atención a la célula básica de la sociedad, que son la madre y los hijos, casi la mitad de la población –49 por ciento de votantes mujeres–, sufragaron por López Obrador.

También se debe decir que una las pocas promesas formuladas por López Obrador sobre las madres y sus hijos –no en campaña sino en la toma de posesión–, fue la promesa de respetar las estancias infantiles que atendían a casi medio millón de niños y que, por tanto, resolvían un grave problema para otras tantas madres en todo el país.

Es decir, las guarderías eran una respuesta exitosa a la atención de los niños en sus primeros años –previos a la escuela y fundamentales para el desarrollo adulto–, que además permitía que las madres y, en especial las madres solteras, pudiera hacer frente a un empleo alternativo.

Una madre nunca deja a sus hijos en una guardería o estancia por gusto; lo hace porque debe contribuir a la economía familiar. Y la retribución del Estado al sacrificio fue la constante certificación de las estancias en la calidad y atención al menor.

Sin embargo, resultó traumático el despertar para miles de familias y para millones de madres y sus hijos, cuando comprobaron que el conservador presidente López Obrador enarboló el discurso de que los hijos deben ser educados en la casa, que no deben salir de la casa y que las madres deben estar en la casa; pensamiento ultraconservador que deslizó apenas tomó posesión.

Luego vino el golpe final; cancelar las guarderías.

Y es que para López Obrador el único programa social que importa es aquel que produce votos, popularidad y el aplauso fácil.

Por eso la vorágine morbosa de repartir dinero a manos llenas tanto a “ninis”, como desempleados, presos, ancianos… a costa de las mujeres y los niños, cuyos programas para prevenir el cáncer desaparecieron.

En el fondo, cuando López Obrador rompió la cadena que amalgamaba a la guardería con el hijo y a la madre con el trabajo, el presidente consiguió dos objetivos clave de su cultura ultraconservadora; el regreso de las madres a la casa, para cuidar a los hijos y rescató dinero para programas populistas que sí dan votos.

Pero no fue todo. Luego de acabar con las guarderías López Obrador se fue contra el Seguro Popular, –que atiende a una mayoría de mujeres–, contra programas dirigidos a mujeres y tocó fondo cuando canceló el dinero para los refugios de madres en peligro, por la brutalidad de sus parejas.

Quedó claro: a López Obrador poco o nada le importan las mujeres, a pesar de que presume gestos humanitarios como saludar a la madre de Joaquín Guzmán Loera.

Pero si no fuera suficiente con lo anterior, hoy López Obrador no sólo defiende a un presunto violador como Félix Salgado Macedonio, sino que lo impone como candidato al gobierno de Guerrero.

¿Qué más agresiones necesitan las mujeres mexicanas, para entender que su voto no debe ser a favor de Morena y la pandilla de AMLO?

Queda claro que, para el presidente mexicano, las mujeres son igual a las escopetas: “deben estar cargadas y detrás de la puerta”.

Al tiempo.